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Abuelita muere y regalan ouijas en su funeral; fue su último deseo

Foto(s): Cortesía
Redacción

Sobrellevar la pérdida de un ser querido es una de las cosas más difíciles de hacer como seres humanos, pero los buenos recuerdos son los que se quedan con nosotros como recordatorio permanente de su trascendencia en nuestras vidas. Aunque, honestamente, ¿a quién no le gustaría seguir en contacto con una persona que ya no se encuentra en el plano terrenal? Esta abuelita encontró una solución bastante interesante a esa problemática regalando tablas ouija en su funeral.

Josie Perryman falleció hace unos días a los 81 años de edad como consecuencia de su batalla contra el cáncer. Pero cabe destacar que antes de morir, hizo una solicitud muy particular a sus familiares; pidió que se repartieran tablas ouija con las invitaciones a la ceremonia de su funeral en las que se podía leer la frase 'Let's keepn in touch!' (sigamos en contacto).

Pero el curioso detalle no queda solo ahí, sino que también se incluía una foto de la difunta Josie Perryman, donde se le mostraba sacando la lengua y haciendo señas con dedos medios de ambas manos. La pose que adoptó la abuelita fue la de una persona muy relajada y en tono sarcástico.

¿Qué diablos es esto?

Quien dio a conocer el peculiar detalle, a través de redes sociales, fue la nieta de la mujer, una estudiante universitaria de 20 años llamada Gracie Perryman, quien la percatarse del regalo durante el funeral de su abuela exclamó “qué diablos esto”.

"Era divertidísima. Tenía un gran sentido del humor y un gran corazón. Ella amaba a su familia. Y solo cuidaba a las personas que la rodeaban. Era una gran mujer", dijo Perryman al Today de los Estados Unidos.

La joven que está a un mes de cumplir 21 años, expuso al medio estadounidense que su abuela trabajaba en el comercio y tenía la habilidad de “hacer reír a cualquiera”. Dijo que se abuela falleció el 12 de octubre, además relató que ella tuvo dos opciones de parte de los médicos: someterse a una cirugía que quizá no podría soportar o dejar que el cáncer siguiera su curso. Su opción fue la última.

Finalmente, Perryman comentó que durante el funeral de su abuela hubo risas de los asistentes cuando abrieron sus regalos. “Todo el mundo se estaba muriendo, riéndose. Fue gracioso", destacó, "porque así era ella”.

Información de El Heraldo de México.

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