Pasar al contenido principal
x

Abrir los ojos

mujer-amamantando
Foto(s): Cortesía
Redacción

José Luis Ortega González

Ahora te sientes más receptiva y sensible que antes. La amabilidad y paciencia de las enfermeras te parece que no basta para calmar tu sensación de frustración. Todo lo que habías visto y leído parecía indicar que alimentar con el pecho era menos complicado de lo que estabas viviendo. Lloras, por desahogar esto y muchas cosas más, porque es lo único que se te ocurre hacer, porque no recuerdas cuándo había sido la última vez que habías llorado, ciertamente no durante tu hospitalización, la cual te generaba todo tipo de temores y angustias, pero no tristeza del todo. Lloras al recordar sus ojos entreabiertos y su desesperación al no poder prenderse de tu seno para comer; su mirada exasperada te lastima. Lloras, tal vez solo porque sí.

Un nuevo intento esta mañana. Patsy y la Bella Genio te explican que han estado trabajando con Marcos, estimulando su succión las últimas 24 horas. Haciendo ejercicios en los músculos alrededor de su boca y con otros artilugios que no entiendes del todo. Casi sin esperanza, lo colocas por ti misma a tu pecho, lo acercas como te indican a tu seno, el cual tomas haciendo una C con tu mano y diriges tu pezón al labio superior de Marcos. Abre los ojos, antes de abrir la boca, te mira a la cara, aunque se supone que no puede mirarte aún, o al menos eso entiendes. Frunce las cejas, hace una mueca y piensas: “Aquí vamos otra vez, va a romper en llanto, va a gritar, patalear y desesperarse frente a mi pecho”; las enfermeras te piden que no estés tensa, que te relajes y lo disfrutes. Entonces, súbitamente, Marcos abre nuevamente los ojos, te mira; sí, te está mirando; toma tu pecho en su boca, percibes un discreto jalón con sus labios, sus encías, una sensación intensa sin ser dolorosa. Se suelta, te sigue mirando; “va a llorar”, piensas, pero en vez de ello, sonríe; Dios, está sonriendo y tu mundo se ilumina nuevamente. Nunca habías visto a nadie sonreír tan sincera y hermosamente. Y sin más, vuelve a prenderse de tu pecho y sigue mamando, abriendo los ojos de vez en cuando y tú los abres también, miras a tu alrededor, todo es bello, piensas que valió la pena abrir los ojos en este día, en que puedes decir que vuelves a estar en paz, con el mundo y con la vida.

 [email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.