De una frase a mi amor por Freud. De la formación de los psicoanalistas | NVI Noticias Pasar al contenido principal
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De una frase a mi amor por Freud. De la formación de los psicoanalistas

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

El sábado pasado tuve la oportunidad de estar con mi padre, prácticamente todo el día. En mi infancia era lo habitual, pues cuando cumplí cinco años él decidió que era momento de hacerse cargo de mi crianza, muy a pesar de mi madre, pues años atrás ella me comentó la angustia que vivía cada que mi padre me llevaba su taller.

Justificación y encuentro

Lo anterior vino a mi mente cuando comencé a pensar sobre lo que en notas atrás he intentado decirles. Quien ha leído las notas de los lunes de consultorio del alma, notará que soy un duro crítico de quienes se dicen practicantes del psicoanálisis, o psicoanalistas sin tener la menor idea de ello, esta postura mía tiene que ver con mi amor al creador del psicoanálisis, Sigmund Freud, el cual deviene al paso del tiempo, una vez que a mis 18 años me encuentro con el Psicoanálisis.

Devenir psicoanalista no sucede de manera espontánea de tanto leer o atender pacientes, ni siquiera de supervisar casos y de asistir a seminarios. Se dice que es el análisis personal el que nos lleva un día a ser analistas, pero lo que hasta hoy se ha postulado como condición para formarse como analista, ha sido tergiversado. El método de explorar la vida anímica forjado por Freud se distingue de otros claramente, pues ninguno empuja a llegar hasta lo más profundo posible del alma, ya que es ahí donde se encuentran los orígenes de los malestares que aquejan a las personas. Para quien decide formarse como psicoanalista alcanzar tales profundidades no es opción, es hacia donde el formador se esfuerza por llegar sin contemplación. Para los pacientes la cosa es distinta, en mi experiencia particular, es donde más valentía o ingenuidad encuentro, pues ellos, de manera general, al llegar al psicoanálisis por un conflicto psíquico tal esfuerzo no es necesario, solo hay que saber dirigirlos a dichas profundidades, y en ocasiones, solo basta un empujoncito.

El inicio

Como les comenté al inicio, desde los cinco años fui muy apegado a mi padre, lo que me llevó a convivir con una cantidad indeterminada de adultos, esto a su vez hizo que escuchara muchas historias. Para cuando dejé de ser niño (al menos en edad), la cantidad de inquietudes e incógnitas que me planteaba mi existir eran muchas, a pesar de tener enseñanzas de hombres y mujeres mucho mayores que yo, así que, como se dice popularmente, las resolví como Dios me dio a entender. Una de esas soluciones era prepararme para ingresar al colegio militar, plan que, como podrán suponer, cambió radicalmente.

Recuerdo claramente el día que supe de la existencia del psicoanálisis, una amiga me invitó a un cine debate. Quien estaba ha cargo de dirigirlo, expresó una frase que retumbó en mi cabeza, "El deseo, es el deseo del otro”. Habré de mencionar que en el medio es común escuchar frases dichas por otros psicoanalistas, en este caso, por Jacques Lacan, fuera de contexto, a veces solo para impresionar. Aunque al paso del tiempo, pude comprender esto, en su momento me llevó a cuestionar qué estaba por hacer de mi vida, situación que me llevó a tomar terapia analítica, y al poco tiempo a tomar un seminario de comentario de textos.

Continuará el próximo lunes…

¿Quieres saber más?  Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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