Jesús Antonio Martínez Carrasco// primera de tres partes
Zarpamos,
luego de haber construido
la nave durante varios meses;
avanzaba por velas y un remo…
en el trayecto nos desvió de la ruta un hallazgo:
una perla gigante que flotaba en el aire,
nos acercamos para tocarla.
Guadalupe Ángela
En nuestra vida, por cuántos encuentros y desencuentros hemos pasado. Personas que aparecen y nos marcan de por vida. Cosas que se presentan, ya sea de manera espontánea, deliberada y que también trastocan. Un libro, una idea, una frase, una ideología, un acto, un viaje, un proyecto; son algunos ejemplos de todo aquello que podrían darle un giro de cualquier lado que sea éste, a nuestra existencia.
Giros y desafíos
Hay muchas cosas que me han cimbrado. Por ejemplo, los viajes en el país y al extranjero se han convertido parte trascendental y han contribuido a una percepción más tolerante y abierta hacia mi mundo y al de los otros. El primer viaje al extranjero fue catártico. Después de dos décadas y media de mi vida, o quizás un poquito más, de estar en una burbuja y de cierta aversión al mundo exterior, tomé con duda, angustia y miedo aventurarme a un desconocido viaje donde me esperaba una cultura, gastronomía, e idioma, totalmente distintos. Este viaje me afectó tanto que ahora no podría concebir o entenderme sin hacerlos, la razón: porque rompe con mi mundo, me otorgan creatividad, soy más productivo y sobre todo lo desafiante que representa en mí. Pero todo lo anterior no se equiparía con el encuentro del Psicoanálisis.
El acercamiento
La primera vez que tuve un insípido, desinteresado y apático roce con el Psicoanálisis, fue cuando visité la oficina de mi hermana. Ella tenía un pequeño librero donde pude tomar y hojear uno de los libros de Sigmund Freud. Pero la experiencia solo se quedó en eso, en una hojeada. Sin embargo, todo esto cambiaría cuando llegó al lado mío el objeto del amor. Ella, con más de 12 años de Psicoanálisis clínico y sabedora de que cada individuo tiene fantasmas psíquicos, no dudó en poner en mis manos la obra freudiana. Ella se convirtió en el ente esencial para presentar e introducirme al Psicoanálisis.
Recuerdo cuando ella iba a sus terapias, siempre me hablaba con mucho entusiasmo, no sobre lo que decía en terapia, sino acerca de lo que significaba asistir y cómo ésta le hacía más ligera la vida. Nunca olvidaré la respuesta que le di a ella cuando me dijo y sugirió ir también a terapia; yo le respondí: "¿Qué? Eso es para los débiles, para aquellos que no tienen la fuerza interior de salir adelante por sí mismos". Por supuesto ahora me río y pienso en lo ingenuo que yo era en ese entonces; pero, en el fondo, era la resistencia que oponía para no quedar prácticamente desnudo y sin un asidero ante el Psicoanálisis. Finalmente, meses después accedí, orillado por un evento que trastocó mi vida de manera negativa.
Continuará….
Busque la segunda parte el próximo miércoles 29 de septiembre en esta misma sección.
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