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Violencia contra la mujer

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Fausta Ibáñez Ríos / Segunda de cinco partes

En la nota anterior prometí explicar el fenómeno de la violencia que recibe la mujer por parte del hombre; sin embargo, considero pertinente hacer una acotación sobre lo que mencioné en el apartado “Mal endémico”, de la nota que antecede a la presente de la serie, donde dice lo siguiente: “El fenómeno de la violencia siempre se ha tratado de explicar y solucionar…”

Un lapsus y una ilusión infantil

Al momento de releer la nota, reflexioné sobre lo dicho y llegué a la conclusión que este surgió de una ilusión. Esta ilusión es un resto, la llamaré así, un residuo del análisis que salió a flote en lo que los psicoanalistas llamamos un lapsus; para explicarlo, les compartiré algo íntimo de mi persona.

Me percaté que el dicho era el reflejo de una ilusión infantil, “que toda la humanidad se resistiera y luchara contra la violencia”, pues yo veía que la ejercían hombres y mujeres, aunque de diferente manera ante aquellos que estaban desvalidos. Pues desde muy pequeña he sido soñadora, y he mantenido la esperanza de que así como yo me opongo al ejercicio de la violencia como primera instancia para solucionar conflictos, existan muchas más personas.

Como toda niña no escapé de tener ilusiones, de forjar sueños, con aquello que escuchaba en la escuela, en la calle y en casa; pero también tuve indignación, una de ellas que siempre estuvo presente, es el sentimiento  de impotencia que me provocaba el ejercicio de la violencia en contra de los desprotegidos, principalmente niños, niñas y mujeres; pues desde aquel entonces me anoticiaba de lo que les sucedía a compañeritos y compañeritas de la escuela primaria a la que asistía o que vivían en Candiani. En algunas notas de Lecturas para la vida he plasmado parte de ellas.

Dos procesos psíquicos

Por algún motivo que no contaré, ya que no es necesario para explicar lo que expondré, se creó en mí la fantasía de que al igual que yo, mis seres queridos coincidían conmigo, adjudicándoles una cuota de bondad, lo que me hacía suponer que ellos sentían esa misma indignación. Fue en mi tránsito por el Psicoanálisis donde descubrí que muchas veces ese ideal lo hacía expansivo a otras personas, así como su origen. Después comprendí que ese fenómeno se debe a dos procesos psíquicos, llamadas en Psicoanálisis  proyección e introyección.

En el trayecto analítico hay cosas que caen y otras que uno simplemente deja ir, entre ellas ilusiones que muchas veces son el sostén de nuestro padecer; sin embargo, hay otras que valen la pena conservar, pero con ello se corre el riesgo  que caigamos en los engaños del yo (el autoengaño). Este último es paradójicamente donde la víctima de violencia sostiene el poder que el violentador ostenta.

Continuará el próximo lunes…

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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