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Una yanqui en la corte del Rey Arturo

familia-real
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso / Primera de dos partes

Mark Twain publicó en 1889 uno de sus títulos más celebrados, “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, novela de aventuras cuya trama va de un ingeniero norteamericano que, sin proponérselo, viaja en el tiempo y va a parar a Camelot, en el reino del mismísimo Rey Arturo, donde ha de vérselas con una cultura ajena y donde tendrá que echar mano de ingenio y aplomo para sobrellevar el acoso del mago Merlín, que le tiene animadversión. Algo similar, pero en el aquí y ahora, le está ocurriendo a la Duquesa de Sussex, Meghan Markle, una joven ex actriz norteamericana, a la sazón esposa del príncipe Harry, hijo del actual monarca del Reino Unido.

La estrella que besó a un príncipe

Tan integradas a nuestro imaginario están las historias de amor que involucran príncipes y princesas -gracias a las edulcoradas imágenes que nos han regalado los estudios Disney, y la literatura de cuentos de hadas que le precede-, que esperamos, al menos, un final feliz y que el amor triunfe por sobre todas las cosas. He aquí que cobra interés la telenovela que en estos momentos se desarrolla en el palacio de Buckingham y sus alrededores, y asistimos casi en vivo a una historia de intrigas protagonizada por príncipes infieles, reinas longevas y otros personajes con títulos nobiliarios confusos.

Regresando al caso de la princesa Megan, ser americana, divorciada e hija de una mujer afroamericana la hacían una opción desaconsejable para que un príncipe inglés, ahora cuarto en la sucesión del trono, tomara estado. En una famosa entrevista con la comunicadora Oprah Winfrey, declaró haber escuchado comentarios racistas por parte de la familia real, expresando preocupación por el color de piel de su hijo, en aquel momento aún no nacido.

Entre las mejores familias

 En estos tiempos cuesta trabajo apreciar el valor de las familias reales, puesto que para los regímenes democráticos occidentales, o que se suponen democráticos -como es el mismo caso del Reino Unido-, son una suerte de reliquia de la antigüedad; como en el reino animal lo son las tortugas, los tiburones y los cocodrilos, tres especies que convivieron con los dinosaurios, ahora extintos. Yo supongo que los maestros de historia tienen una ocasión inmejorable para explicar a sus alumnos qué es un reino y un título nobiliario, además de cómo se organizaban los reinos antiguos y cómo en ellos se accedía al poder.

Es de todos conocido que Megan, La Duquesa de Sussex, no está del todo familiarizada con los protocolos reales, lo que debe ser bastante engorroso para la entidad psíquica llamada Yo, sobre todo si tiene costumbre de gozar de las libertades propias de su entorno y de su juventud; porque en una Familia Real, hay que lidiar con la etiqueta que se debe guardar en cada ocasión. No siempre fue así, hubo un tiempo en que príncipes y princesas no se bañaban y comían con las manos; sin embargo, el Reino Unido que acusa una historia milenaria -si tomamos en cuenta sus antecedentes-, ha sofisticado ya todos sus protocolos y reglamentaciones, hasta un grado que puede ser incompatible con la felicidad de su Familia Real.

Continuará el próximo sábado…

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