Alejandro José Ortiz Sampablo / Primera de tres partes
En el seminario “El inicio de la práctica clínica”, en las últimas semanas, el trabajo se ha tornado más intenso, principalmente por los temas que abordamos, los cuales comprometen de manera directa a quien desea ejecutar o ejecuta, el método psicoanalítico.
Una afortunada cualidad psíquica
En la última reunión hizo presencia la interrogante al respecto de la capacidad de memoria del analista, imprescindible para que pueda brindar las "representaciones expectativa" —como las llamó Freud— al paciente y así, este último pueda resolver aquello que lo aqueja. Como les he comentado en otras notas, el curso mencionado está dividido entre el módulo clínico y los otros seis módulos teóricos. El primero es permanente y hemos trabajado con uno de los casos paradigmáticos de Freud, “El pequeño Hans”. Un ejercicio que realizo con los participantes desde que iniciamos, es evocar situaciones específicas del niño, ya sea con sus padres, en sus juegos o en sus dichos, principalmente por la necesidad de elucidación del método de investigación que utilizamos.
Cuando desarrollo un tópico clínico que exige ser explicado, resulta imposible realizarlo sin un ejemplo extraído de algún caso. Freud, generosamente nos dejó escritos aquellos que nos permiten extraer su método de indagación del alma, pero dicha elucidación resulta imposible de realizar, si quien se coloca en el lugar de transmisor del psicoanálisis y analista, no se expone con sus propios casos clínicos, tarea que exige un manejo particular de eso que llamamos memoria. Sin embargo, es en la escucha de los pacientes donde esa exigencia es mayor.
Una exigencia del método científico, la precisión
Pero hagamos una salvedad; en el campo psicoanalítico somos, por decirlo de alguna manera, amantes de las sutilezas, de la precisión; pues de no ser así cometeríamos un sinnúmero de conclusiones apresuradas. En este caso no es pertinente quedarnos con la idea popular que circula de lo que es la memoria. Existe la expresión de que cuando no podemos recordar algo, decimos “tengo mala memoria”. Pero tenemos buenos motivos para pensar que todo cuanto acontece a nuestro alrededor deja un registro o que en nuestra psique queda una huella. Existen varias técnicas para extraer de la mente recuerdos olvidados, el más conocido de ellos es la hipnosis.
Así que no habremos de tratar como un solo fenómeno a la capacidad de registro de acontecimientos y a la capacidad de evocar dichos registros. Por ejemplo, en el campo de la informática existen dispositivos habilitados para almacenar información que, en su momento, eran de gran tamaño y este se ha ido reduciendo hasta llegar a formatos más pequeños que hoy almacenan un mundo de información. Tales dispositivos podemos tomarlos con una mano y unos llegan a ser tan diminutos que no abarcan la yema de un dedo, pero extraer lo que contiene requiere de otro dispositivo, un lector específico.
Continuará el próximo lunes…
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