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Un mal que ronda en casa; delincuencia y muerte, la continuación

regaño
Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Alejandro José Ortiz Sampablo

En la actualidad se pueden observar actitudes y acciones que llevan a cabo los hijos hacia sus padres que, aun cuando estos últimos se incomodan, al parecer nada pueden hacer al respecto, o a lo mucho que llegan, es a plantear una discusión o intento de explicación para que el hijo comprenda que aquello que realiza está mal.

Falta de respeto vs otros valores

Por un momento estuve tentado a nombrar a estas acciones de parte de los hijos, como “faltar el respeto a los padres”, pero como mencioné en una de las notas anteriores, esto es precisamente uno de los valores que se ha revertido. En ciertos momentos pareciera que cuando escribo sobre un tema específico acuden en mi auxilio vivencias sobre ello, como si las invocara; pero no es así, sino que estas acciones humanas hoy son comunes. En esta ocasión me tocó estar presente en una de estas; otra, pude escucharla de boca de una joven refiriéndose a su primo y una tercera me fue narrada por la madre de un joven, quien la trató de estúpida.

No nos olvidaremos de la niña del elote -de quien les conté en la nota anterior, golpeaba efusivamente a su madre-, solo agregaré estas tres anécdotas para poner de manera clara lo que hoy se está forjando en la psique de muchos seres humanos.

 

Tres anécdotas

El lunes por la tarde comí con mi joven hijo en un establecimiento; en la mesa de al lado se encontraba una familia, donde se dio la siguiente situación entre la madre y uno de los hijos. Ella hizo un comentario, a manera de broma, sobre una sobrina y el hijo -quien puedo suponer guarda un tierno afecto hacia su prima- la defiende, diciendo a la madre que se calle, que no diga “estupideces”. La madre solo se ríe y le responde con un “¡yaaa!”

En la segunda historia, madre e hija dialogaban; en algún momento, como parte de la plática, la joven reprende a su madre con las siguientes palabras: “te voy a decir lo que mi primo le dijo a mi tía: conecta tu boca con tu cerebro antes de hablar”.

La tercera anécdota es una viñeta que una querida persona, me comentó, le sucedió con su hijo. Estando en un centro comercial tuvieron a bien comprar un helado, y entonces surgió un malentendido entre la joven que atendía y ella, pues mi querida amiga no comprendía algo que la dependiente le decía. Su hijo, momentos después, le hizo el siguiente comentario en tono molesto: “No es posible que una persona con maestría y doctorado no pueda entender algo tan simple como lo que te decía la muchacha”. A esto, la madre respondió: “Si yo le hubiera hablado así a mi madre, ya me hubiese dado una cachetada”; por otro lado, intentó justificar lo sucedido minutos antes con la señorita.

Respuestas como la que le dio esta madre a su hijo para intentar corregirlo, las podemos escuchar con distintas variantes en la vida cotidiana; pero, ¿tenemos conciencia de las consecuencias de lo que eso a la postre tendrá, o incluso, del porqué de estos fenómenos?

Continuará el sábado…

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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