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Tres ángeles en mi vida; mi experiencia con el COVID

tres-mujeres
Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

Queridos lectores, nuevamente haré uso de la licencia que me otorga ser el autor de esta sección. Me permitiré continuar con el tema “De la formación de los psicoanalistas”, el siguiente lunes. En esta ocasión, es por motivos de salud.

Una semana en cama

Después de una semana donde el SARS-CoV-2 me recordó mi fragilidad, escribir esta nota es la primera actividad que emprendo. Continuar con el tema antes mencionado exigiría de mi parte un gasto psíquico mayor y, por otro lado, me gustaría compartir un poco de mi experiencia de estos días.

Recibir palabras de cariño, de aliento y alguna que otra broma, de parte de tus seres queridos en momentos de enfermedad son, sin duda, flamas para el alma. En otras notas he mencionado que me considero un hombre afortunado, pocas veces he dicho que tener las hermanas que tengo me brindan esta vivencia de manera permanente. Mónica, siempre ocurrente, la escritora; Rosario, pensativa y creativa, la actriz; y Angélica, que en su nombre pareciera llevar la misión de ser nuestro ángel -mis dos hermanas y yo coincidimos en que es la más inteligente de los cuatro-, la fiscalista.

Como hormiguitas

Desde el primer día que comenzó la fiebre, Angélica, tal cual un ejército que hace frente al enemigo, se hizo de sus trincheras, con su kit de medicamentos que los galenos le indicaron, y las medidas paliativas para auxiliarme, además de contar con las estaciones de sanitización pertinentes. No pasó mucho tiempo para que Rosario se uniera a esta lucha, adoptando la misión de preparar de la comida, lo que nos enterneció a Ange y a mí, pues sabemos que las labores de la cocina no son precisamente de su agrado. Mónica, por su lado, pendiente a la distancia, cuidando de nuestros padres.

Cuando comparo a Angélica con un ejército, no me equivoco, pues siempre nos ha sorprendido por todas las actividades que puede realizar simultáneamente, con una precisión envidiable. Mañana, dos de agosto, es su cumpleaños, le había prometido preparar unos chiles rellenos que tanto le gustan, pero lamentablemente no me será posible. Sin embargo, no quise que pasara más tiempo sin dedicarle unas letras y palabras de cariño en esta sección. ¡Muchas felicidades, manita hermosa! Ocupas uno de los lugares más importantes en mi vida -al igual que mis otras hermanas-. Quiero expresarte mi cariño y agradecimiento por estar en los momentos difíciles de mi vida, no solo por el que acabo de transitar, pues tu fortaleza siempre me ha brindado el ánimo para seguir adelante.

La importancia del cariño

Desde que inició la pandemia escuché un sinnúmero de historias, de vida y muerte. Muchos, al igual que yo, tuvieron la fortuna de que sus familiares los acompañaran, aun con el riesgo de contagio. Pues los beneficios de los cuidados paliativos por un ser querido en los momentos de fiebre, dolor y desguanzo, lejos están de lograrse con la frialdad de cualquier servicio hospitalario.

Desafortunadamente brindar una atención de este tipo a un ser querido se ha perdido al paso del tiempo, ya no se cultiva más el realizar algo por el prójimo si ello implica una pérdida económica, del confort o de placer. Por ello digo que soy un hombre afortunado al contar con las hermanas que tengo. Las amo infinitamente.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.! Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas

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