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LECTURAS PARA LA VIDA: Cuentos del Doctor Lector

doctor_lector
Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Raúl Héctor Campa García

CIUDAD OBREGÓN, Sonora.- Al estar más cerca, se percató que se trataba de una baraja española, por las tradicionales imágenes de oros, copas, espadas, bastos, sota, caballo y rey. Pensó que, para quitarse algo de aburrimiento, jugaría un “solitario”. De entre su ropa extrajo un pedazo de cartón con el signo de pesos escrito, seguido del número 20; en otro pedazo más grande, la frase: “Se leen las cartas, la palma de la mano, se hacen diagnósticos por técnica de medicina china”.

“De esta actividad ha de sobrevivir”, pensó el observador. “Con razón no pide limosna”. Su desaliñada apariencia, le hizo creer que se mantenía por dádivas de algunas personas samaritanas.

Durante el tiempo que la observó, nadie se acercó a solicitar sus servicios.

En ocasiones trataba de saludarla con un, “buenos días”; nunca le contestó. Permanecía con la cabeza agachada, de vez en cuando volteaba hacia el cielo.

“Creo que no está bien de sus facultades mentales”, se dijo a sí mismo el observador.

Dejó de verla por seis meses. Él se había ausentado de la gran ciudad. Cuando regresó, retomó sus cotidianos recorridos, por la misma gran calzada; rumbo a la zona de Hospitales.

Le extrañó no ver a la mujer en el lugar de siempre. 

 ¿Cambiaría de lugar, para ofrecer sus servicios de cartomancia para predecir lo incierto del futuro y sus diagnósticos alternativos de enfermedades?, se preguntaba. 

Por un tiempo no supo nada de ella.

Los medios de comunicación informaban sobre una enfermedad provocada por una nueva cepa de un conocido virus, con mayor poder de contagio. Enfermedad que hacía escasos dos meses se había presentado en China, y se estaba esparciendo hacia otros países.

Pero las autoridades gubernamentales de México, a través de la Secretaría de Salud, no le habían dado al inicio, la importancia debida, se hablaba de que incluso el país, había exportado a China millones de cubrebocas.

La vida en la ciudad continuaba en su general cotidianeidad, como si nada extraordinario fuese a pasar.

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