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Herencia, los futuros ciudadanos del mundo

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Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Guerra y agresión / Alejandro José Ortiz Sampablo

Domingo, al despertar, me di a la tarea de buscar noticias sobre lo sucedido en el estadio Corregidora, en el encuentro de los equipos de futbol Querétaro y Atlas. Varias imágenes publicadas por diversos diarios y redes sociales, por el uso de la violencia desbordada, son impresionantes.

Ahogado el niño…

Gobernadores, directivos de ambos equipos y figuras del medio se han pronunciado para condenar y clamar la aplicación de la ley a quien resulte responsable. Posiblemente, muchos a la distancia rechacemos con fuerza las agresiones. Pero, ¿podríamos considerarnos ajenos a lo que hoy acontece en nuestro mundo?, cuando estamos al borde de una guerra mundial, donde el número de muertos hasta hace unos días no superaba la cantidad de crímenes dolosos en nuestro país, a la que habrá de sumarle los cometidos la tarde del sábado en el estadio de los Gallos Blancos.

Algunos comunicadores hacen responsables a las autoridades, directivos y a las barras -bravas- de los equipos. Por otro lado, estos fenómenos de violencia en grupo han sido estudiados desde diversas disciplinas. Algunas conclusiones dicen que la persona dentro de un grupo logra realizar aquello que en la individualidad no se atreve, otras aluden a la tendencia de la agresión innata del ser humano. Sin embargo, ¿hasta qué grado esto es verdad? De ambos puntos solo mencionaré lo siguiente: existe un dicho popular que menciona, “el que con lobos anda, a aullar se enseña”; pero habrá que apuntar que solo siendo lobo o canino se lograría cumplir tal sentencia.

La paja en el ojo ajeno

El motivo de esta nota es que reflexionemos sobre, qué tan ajenos somos a lo hechos que suceden en el mundo. Una función de la entidad psíquica llamada Yo, que menciono asiduamente, es la denegación, de la cual las personas obtenemos muchos beneficios. Uno de estos es la de aprovechar cualquier suceso en el exterior para ocultar eso que vive en nosotros y ejecutamos en nuestro diario vivir. Posiblemente, usted, amable lector, no sea capaz de realizar acto parecido a los que llevaron a cabo los involucrados en el estadio mencionado, pero los agresores son la constatación de la descomposición social que vivimos; dicho de otra manera, dirigir una crítica moral, ¿no sería acaso señalarlos con un dedo sin percatarnos que tres apuntan hacia nosotros?

¿Hasta qué punto en nuestra vida cotidiana somos generadores de violencia, o incluso fomentadores de ella al crear a las y los futuros agresores? Es aquí donde muchos cometen un error, común, por cierto. Hoy, la religión ha triunfado; la humanidad se convirtió creyente de los discursos, en ellos ha depositado la esperanza de cambio; solo mencionaré dos, el del respeto y la equidad; son sin duda dos valores que los padres debemos transmitir a nuestros hijos, mas no en discurso, en actos.

Alerta

En la actualidad cometemos un descuido, del cual recibimos las consecuencias desde hace años. Hemos abandonado poco a poco a nuestros hijos al ímpeto por el placer, procuramos evitarles cualquier situación que los perturbe, no tenemos consciencia que de tal manera abrimos la posibilidad a que en cualquier momento se despierte lo peor en ellos. Pues de ambas tendencias, al placer y a evitar el displacer, surge la agresión y el odio ante eso que lo perturbe. Por eso no es sorpresa que un joven acostumbrado al placer y a evitar el displacer, sea en un futuro un agresor o un trasgresor de la ley; esto rompe la idea que agresión y delincuencia se aprende o hereda.

¿Y usted, hasta qué grado les consiente dichas tendencias a sus hijos, futuros ciudadanos del mundo?

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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