Pasar al contenido principal
x

Entre moral, culpa e injusticia

niño
Foto(s): Cortesía
Redacción

El ejercicio como investigador de la vida psíquica nos procura un sin número de experiencias interesantes, una de ellas es cuando salimos del consultorio a realizar actividades en la comunidad, como aquellas que realizamos en la Brigada “¿Quién dice psi?”, y la campaña “Infancia es destino”. En ellas recogemos lo que madres y padres viven con aquellos que serán los adultos del mañana, es el caso del comentario con el que iniciamos la nota anterior de esta serie.

¿Educar con amor?

Tomemos el primer fragmento: “Ustedes los psicólogos nos dicen que no hay que pegarles a los hijos, que hay que educarlos con amor”. Hemos de suponer que tal indicación la escuchó de algún experto en alguna charla, conferencia, programa de radio o incluso de manera directa, de ahí que fue necesario explicar la diferencia entre los psicólogos y nosotros. Pero, el psicólogo que haya hecho tal indicación ¿Tendrá una idea clara de lo que es educar “con amor”? ¿Tendrá, a nivel abstracto, la comprensión de lo que es educar y las fuerzas que habitan al ser humano, las cuales se contraponen a ello?

A algunas personas de mi edad nos tocó escuchar frases de parte de nuestros padres como, “te regaño porque te quiero” o “te pego porque te quiero”. Es bien sabido que si los padres cometían tales acciones no era precisamente por amor a sus hijos, pues muchas veces el regaño y el golpe dependían del estado de ánimo del adulto, el cual, como sucede ahora  a los padres, estaba sujeto a la situación que se vivía en el momento ya sea en el trabajo, en la familia o en la vida amorosa; o simple y llanamente, como se dice de manera coloquial, cuando el niño le llenaba el buche de piedritas. No podríamos deducir que todo padre que golpeaba o regañaba a sus hijos lo hacía porque los amaba o no, sin embargo, es por las vivencias que dejaron este tipo de correctivos en los hijos de antes —ahora padres y madres—, que al paso del tiempo se forjó el ideal moral de “educar con amor”.

La generalidad, el escape del Yo

En esa charla, les propuse a los asistentes nos contaran algunas anécdotas donde fueron reprendidos por sus padres: lo que originaba la reprimenda, así como el sentir que se despertó en dicha ocasión. En ese ejercicio habrá de tomar en cuenta, que el narrador omitirá pensamientos que, de estar en privado como paciente, el analista forzaría a narrarlos. Por regla general, cuando estamos en una conversación, es común que nos invadan un sinfín de pensamientos, así que invitar a una persona que nos cuente algo especifico como lo solicitado, tampoco queda exento de esta regla.

Por otro lado, una cualidad de la entidad psíquica llamada Yo, es no dejarse disuadir de lo establecido como su cosmovisión del mundo, por lo que es habitual escucharlo hablar en generalidades como: “mi padre siempre fue así”, “nos regañaba por cualquier cosa”, “era muy enojón", “por todo nos gritaba” y una infinidad de expresiones más, ya sea aplicadas al padre o a la madre. Sin embargo, en el proceso analítico no nos conformamos con dicha forma de contar la historia.

Continuará el próximo sábado…

¿Quieres saber más?  Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.