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El amor: ¿expectativa o realidad?

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Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

La fluctuación del amor / Dina Ramírez Gutiérrez

Por la noche tardó en conciliar el sueño, pues tenía una aflicción que la mantuvo absorta toda la tarde. Cuando al fin pudo dormir, no tardó en despertar. Su primer pensamiento fue él, luego recordó la canción de Café Tacuba que muchas veces le vino bien para ensoñar y dar forma a su anhelo del amor, “Eres”. Esas letras reforzaron la expectativa de la ilusión que tenía como un ganar-ganar. Idealizó el amor como algo bello, digno de sentir; sin embargo, algo había cambiado. En su cabeza no dejaba de resonar la siguiente estrofa, que ahora le servía para mortificarse:

Eres. Cuando despierto, lo primero, eso eres.

Lo que a mi vida le hace falta si no vienes.

Lo único precioso que en mi mente habita hoy.

Qué más puedo decirte.

Tal vez puedo mentirte sin razón.

Pero lo que hoy siento.

Es que sin ti estoy muerto, pues eres

lo que más quiero en este mundo, eso eres.

Un día se la dedicó a su amado con la intención de mostrarle cuánto le quería, pero hoy, ante un malestar que no sabía nombrar, daba otro sentido a la letra, sostenido con los actos de su enamorado. Tristemente despertó de la ensoñación con la que vestía a su amado de atributos de los que carecía, pues pertenecían a su ilusión.

“Cuándo despierto, lo primero”, ¿eso eres?

¡Claro que sí! Anoche, al enviarle un mensaje la dejó en visto, aunque ella se dio cuenta de que estaba en línea. ¿Cómo no iba a ser su primer pensamiento, si se despertó imaginando innumerables escenarios donde había otra? Alguna otra con quien seguro sonríe, conversa o se divierte cuando no están juntos. Más bonita, inteligente, amable y dedicada; quien le roba su cariño, atención y tiempo para que no responda siquiera un mensaje. Entonces se angustia.

Se pregunta cómo llegó a sentir desasosiego, si al principio solo era anhelo de estar con él, perderse en lo profundo de su mirada, abrazarlo para fundirse en uno mismo, sentir su cálida piel. Al verse materializado, el deseo se convertía en inmensa dicha y felicidad. Recordó las ensoñaciones de su niñez, que la llevaron muchas veces a imaginar el ideal romántico lleno de flores, detalles, paseos,  regalos y atenciones recíprocas.

Posiblemente lo anterior se deba a que sus primeros pensamientos románticos se reforzaban con la pasión y ternura que veía en las películas de Disney, tenía la esperanza de que el amor fuera tan mágico como se mira en la televisión.

“Lo único precioso que en mi mente habita hoy”

Porque no deja de pensar y repensar todo lo desagradable que sucedió en la relación, el dolor que desde hace tiempo vive a causa de los gritos y humillaciones mutuas, escenas de celos llevadas al extremo, así como la constante amenaza de dar fin a la relación. Se ha intensificado el miedo a perderlo. ¡No! El miedo a que él la abandone. ¿Qué dirán sus padres, amigos? Se quedaría sola.

Por otro lado, llega a su memoria el intenso deseo de estar juntos que experimentaron al principio de la relación, y cómo este fue disminuyendo al paso del tiempo. Se pregunta ¿qué hizo mal?; por momentos se plantea la imposibilidad de recuperar a su amado, siente desesperanza que luego deviene en enojo. Hallarse enojada se ha vuelto un estado habitual.

“¿Lo que a mi vida hace falta?”

Antes se sentía amada en esa falta. Quería vivir para él, complacerlo y hacerlo feliz por el resto de su vida. Ahora, la ausencia, separación y distancia la asfixia. Se siente herida; desvalida.

"Lo que más quiero en este mundo, eso eres", dice la canción. De la misma manera, ella lo quiere únicamente para sí, sin tomar en cuenta que él le pertenece a otras mujeres que reclaman su atención: su madre, hermanas, amigas: todas son un fastidio, mientras ansía que solo tenga ojos, tiempo para ella, desea ser LA ÚNICA en su vida.

Pocas mujeres escapan de vivir esta experiencia que trastoca la paz del alma. Quien la padece, experimenta todo tipo de afectos que le llevan a tomar un sin fin de decisiones en aras de sostener el anhelo de sentirse amada.

Se monta un engaño

Con el corazón roto, afligido por el desamor, ella escucha una y otra vez la canción. De pronto, otra parte de la misma la hace sollozar:

Lo que yo amo en este mundo, eso eres.

Cada minuto en lo que pienso, eso eres.

Lo que más cuido en este mundo, eso eres.

Está demasiado triste. Surgen más preguntas y se monta de nuevo un engaño. ¿Por qué se siente así, si lo ama y él a ella? En ocasiones ha llegado a sentir odio por él y una operación psíquica le evita reconocer estos afectos, que ahora la llevan a percibirse abrumada. Todo se convierte en incertidumbre.

¿Quién pudiera recordarle que está escuchando las palabras de cuatro hombres? (compositores de Café Tacuba). Ellos plasman sus deseos a través de una canción, mismos que muestran una realidad incompatible con la que vive nuestra protagonista, lo cual le causa gran malestar. La verdadera desilusión estriba en que ella adjudica todo lo que dice la composición a él: ha montado un engaño, porque en realidad es ella la que quiere ser eso para su amado.

A la mañana siguiente, al recibir un "¿cómo estás?", ella vuelve a creer en él y a reconciliarse con su ideal del amor.

Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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FRASES:

“Pocas mujeres escapan de vivir esta experiencia que trastoca la paz del alma”.

"Al recibir un '¿cómo estás?', ella vuelve a creer en él y a reconciliarse con su ideal del amor".

"Recordó las ensoñaciones de su niñez, que la llevaron muchas veces a imaginar el ideal romántico lleno de flores, detalles, paseos, regalos y atenciones recíprocas".

"Tenía la esperanza de que el amor fuera tan mágico como se mira en la televisión".

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