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Diálogos adolescentes: La edad de la punzada ¿Qué es?

Foto(s): Cortesía
Redacción

Rosa María Sáenz Noyola*

 

Si buscamos la edad de la punzada en google, el primer resultado que lanzará, será el libro del escritor mexicano Xavier Velasco, describiéndolo como un libro autobiográfico el cual retrata una parte de su adolescencia.

Si buscamos ¿Qué significa la edad de la punzada? En el listado de opciones encontraremos la página Línea de fuego, con su artículo “La edad de la punzada en libros”, escrito por Mariana Rosas quien nos da la bienvenida diciendo lo siguiente “En México se usa la expresión edad de la punzada para describir la adolescencia y la juventud temprana”.

Hace unos días en una charla con mi amiga Adri Theran, ella comentaba que le han dicho algunas veces que está en la edad de la punzada, -como dato, ella está en los 30-, y me lancé a preguntarle cómo entendía esa frase. Dijo que lo relacionaba con “loquilla” “enérgica” y en esa conversación pusimos en la mesa con qué palabras está relacionada la adolescencia. 

Así podemos mencionar las siguientes: granos, cambios físicos, altibajos, dramas, calentura, -no nos asustemos, se está dando el despertar sexual-, desobediencia, bipolaridad, amigos, rebeldía, problemas, entre otras… En verdad es un panorama muy desalentador si sólo nos quedamos con estas palabras. 

¿Qué es aquello que nos hace relacionar la adolescencia con algo complicado? Pienso en tantas posibles respuestas a esta pregunta y aquí les comparto algunas.

1. La mala memoria: Con esto me refiero a que olvidamos que estuvimos ahí, vemos la vida desde la edad en la que estamos y entonces se apodera de nosotros, nosotras, nosotres el Adultocentrismo. Ese que te hace pensar “que va a saber ese chamaco de la vida”.

2. La buena memoria: Recordamos tan bien ese momento y las experiencias desagradables que quizá vivimos, que todo aquello que se relacione está en automático señalado.

3. Posiblemente el miedo: Y con seguridad puedo apostar mis uñas a que aquí estamos la gran mayoría, pues nos resistimos a evolucionar en muchas formas y los adolescentes justo son esos actores sociales que nos empujan al cambio; lo cual nos lleva a ponerlos en el espacio de “lo complicado” rodeando a la adolescencia de prejuicios.

Cómo relacionarnos con los adolescentes

¿Y si nos damos la oportunidad de aprender nuevas formas de relacionarnos con las personas adolescentes? Quiero platicar una experiencia: hace algunas semanas fui a un bachillerato a dar una plática a personas adolescentes con sus responsables. 

Un dato importante es la selección del grupo, estas personas adolescentes habían reprobado dos unidades de una materia, me quedaba pensando en cómo el generar acercamiento entre personas adolescentes y tutores desde una plática como consecuencia (castigo) y no porque la responsable del área lo hiciera con esa intención, sin embargo hemos aprendido a relacionar el llamar a los, las y les responsables cuando algo está “saliendo mal” y eso lo tenemos súper interiorizado, más allá de generar vínculos, estos pueden debilitarse.

En esa plática yo tenía entendido que llegaría el mismo número de personas adolescentes y

tutores/as. No fue de mi asombro ver más de 40 adolescentes, dos tutoras y dos tutores. Lo que en un inicio iba a ser una plática con duración de una hora tomando como tema central “La importancia de las preguntas” terminó siendo un momento de intercambio de dudas y experiencias, risas, reflexiones, entre personas adolescentes y personas adultas que duró casi dos horas y la cual se tuvo que terminar por el factor tiempo. 

¿Qué pasó ahí? ¿En qué momento algo que “pintaba” para ser algo súper aburrido escuchando a una psicóloga cuarentona, -esa soy yo-, se convirtió en un momento tan divertido? 

Aún me quedo pensado que sucedió y lo que yo me respondo fue la flexibilidad de ambos lados, y juro por las donitas espolvoreadas del osito Bimbo que yo poco o nada tuve que ver. Fue como dice la pregunta darse la oportunidad de aprender nuevas formas de relacionarse.

No existen “5 pasos para relacionarse de forma asertiva con las personas adolescentes” y en ese título puedes poner cinco, diez o tres, -porque nos encanta todo rápido-, lo que existe son las experiencias propias y/o ajenas que podemos poner en práctica y si estas no son las más óptimas existe también la posibilidad de generar o construir otras alternativas en conjunto.

Algunos ejemplos pueden ser

“El pizarrón mensajero”, -No encontré un nombre que me convenciera, ustedes bautícenlo más creativamente-. Este pizarrón se coloca en un área común y en este se pueden escribir mensajes a una persona de la familia específica; estos mensajes pueden ser felicitaciones, recordatorias, dudas, disculpas, etcétera. Esta alternativa podría ocuparse para hacer pequeños acercamientos, lo que las personas adultas conocimos como romper el hielo.

“Las notitas” o cartitas. Y esta quiero explicarla desde mi experiencia como adolescente. Corría el año .... -no recuerdo, pero de que andaba en la edad de la punzada, andaba-. Yo terminaba el bachillerato y me iba a hacer dos años de servicio a comunidades, acción con la cual mi madre no estaba de acuerdo y el motivo principal era el tiempo.

Mi madre, en mi entender, tenía miedo de que mis “ganas de estudiar” se fueran al ganar dinero. Pa ́ pronto: Mi madre y yo nos “molestamos” y el día que salía a la costa de Oaxaca, ella y una amiga de la familia me llevaron a la terminal de camiones, nos despedimos, pero no nos dijimos nada más. 

Yo que era muy orgullosa, tampoco quería no decirle lo agradecida que estaba con ella porque sabía que ella estaba apoyándome en silencio, entonces le escribí una carta la cual dejé con la amiga de la familia con la instrucción precisa de que se la entregara cuando yo me fuera. 

Al llegar yo a la región e instalarme, abrí mi bolsita de cremas y ahí estaba una cartita de mi madre en la cual me decía lo orgullosa que estaba de mí y que ella estaba para hacerme fuerte. ¿Por qué se los cuento? Hoy tengo 43 años y eso pasó en mi adolescencia y aún ese recuerdo está presente y lo atesoro.

Yo sólo te comparto dos posibles formas de relacionarte de forma diferente, pero puedo apostar que encontrarás o encontrarán muchas más y si una no funciona, nos vamos a la otra y así hasta encontrar la indicada… Deseo en verdad que este pequeño escrito te sea de utilidad.


 

* Rosa María Sáenz Noyola, licenciada en psicología y maestrante en TFS, especializada en atención a personas adolescentes.

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