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De la formación de los psicoanalistas

estres
Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Alejandro José Ortiz Sampablo

Como les comenté en la nota anterior, cada jueves por las noches, nos reunimos de manera virtual para trabajar en el módulo clínico, el cual forma parte del seminario “Psicoanálisis didáctico”.

Lectura y alteración del yo

Una manera de transmitir el espectro clínico psicoanalítico es adoptar cualquiera de los cinco casos paradigmáticos de Sigmund Freud, pues a partir de ellos se logra elucidar el método clínico. Habré de mencionar, que he escuchado de viva voz a algunos que se ostentan con el título de practicantes del Psicoanálisis, decir que, “Freud ni siquiera curó a sus pacientes”. Cuando oigo este tipo de comentarios de quienes son adeptos al Psicoanálisis, viene a mí la preocupación sobre el tipo de formación no solo psicoanalítica que recibieron, pues sin duda estas personas poseen una carencia en la comprensión de los textos -espero solo psicoanalíticos-.

Leer los textos psicoanalíticos freudianos eventualmente en algunas personas produce alteración, pues por regla general la entidad psíquica llamada Yo, echa a andar dos mecanismos, proyección y denegación; si a ello agregamos que Sigmund Freud desarrolló la técnica de extraer sutilezas de los dichos de los pacientes, la cosa se complica en dicha problemática. Esto último lo desarrollaré con una de las tantas anécdotas que acontecen en el módulo mencionado.

Radiografía del alma

Cuando tratamos psicoanalíticamente a un paciente con una problemática psíquica grave, nos exige obtener -de parte de él o ella según sea el caso- la mayor cantidad de información posible, por lo que en determinado tiempo contamos con una especie de radiografía psíquica de varios de los elementos que pueden influir en lo que los aqueja. Uno de este tipo de elementos es el que Freud observa en el carácter de “nuestro pequeño Hans”, el cual generalmente el lector pasa de largo.

El fragmento alude a una conversación que sostiene el padre con su pequeño que ronda entre los 4 y 5 años, el cual dice lo siguiente: …Le digo que yo sé a raíz de qué oportunidad él hace barullo con los pies. Me interrumpe: «¿No es cierto? Cuando tengo una rabieta o cuando debo hacer Lumpf y prefiero jugar» … Este estado afectivo del pequeño es común les suceda a ciertos adultos. Describamos la situación para tener un mejor panorama.

Las peleas por el placer

Imaginemos al pequeño en el juego más divertido, y en ese momento, le dan ganas de ir al baño (hacer popó), y en lugar de realizar la acción que corresponde a fin, él hace barullo (berrinche), aun cuando termine por realizar la acción que su organismo le demanda. ¿Acaso esto mismo no les sucede a muchos adultos, quienes ante la exigencia del mundo exterior a realizar acciones de compromiso anteponiéndolas a su placer, estos se enojan y buscan, por decirlo de alguna manera, el desquite? Por ello no es difícil conjeturar, que muchos lectores pasen de largo esta sutileza en el texto.

En el caso del pequeño Hans, dicha anécdota nos deja una impresión sobre su carácter, pero también podemos suponer -aun cuando no fuimos su analista tratante- que dicha disposición psíquica, la de enojarse por o con aquello que le demanda abandonar su placer, va a impregnar todo ámbito de su vida, más aún, aquello que lo llevó a contraer una fobia.

Continuará el próximo lunes …

¿Quieres saber más?  Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.! Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas

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