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Cuentos del Doctor Lector: Mi vivencia covidiana

gente-formada
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rosa María Vázquez Cázares / Mi vivencia covidiana

En ese momento supuse que ella tenía un riesgo muy alto en ese lugar, dada su avanzada edad, no portar cubrebocas, y con tantas personas que pasaban cerca sin adecuada protección; me inquietaba su audible patología respiratoria, que a ella no parecía preocuparle.

Entré al banco cuando faltaban cinco minutos para las cuatro de la tarde, realicé mi pago, salí pidiendo permiso para pasar entre la gente que, arremolinada en la puerta, se resguardaba de la llovizna; la fila aún era de una calle más allá del banco.

Fue en julio cuando nuevamente me formé en aquella fila de dos calles, esta vez  durante dos horas y media; me llevé un pequeño banco plegadizo, con asiento de lona y patas metálicas, iba bien equipada; con googles, guantes, cubrebocas, sombrero, y ahora hasta paraguas por si otra vez llovía, pero ese día no llovió.

A mi izquierda había un señor joven, solo nos saludamos por cortesía. A mi derecha estaba una señora también joven, muy arreglada, con unas zapatillas de plataforma, bien vestida en color rosa, con un suéter arriba de las rodillas; ella no saludó. Iba con su hija de aproximadamente 12 años, ataviada también de color rosa, con tenis blancos limpios, sin calcetines, pantalones rectos, blusa ombliguera, llevaban cubrebocas, pero nada que les protegiera del sol intenso.

Cada vez que avanzaba la fila, por cierto muy lento, yo me movía con mi pequeño pero útil banquito; pensaba que la señora se iba a cansar mucho con sus altos tacones. Su hija definitivamente se fue a sentar a la orilla de la banqueta, pero la señora no. Luego se fueron a comprar una botella con agua y alguna fritura; sólo dijeron “le encargamos el lugar”, a lo que asentí con la cabeza.

Después de dos horas en la fila, tuve que hacer una pausa necesaria y le encargué mi lugar y mi banquito al señor de mi izquierda. Vivo a dos calles del banco, calculé que me daba tiempo de ir aprisa para regresar y hacer mi pago. El señor agradeció que le permitiera usar mi banquito. La señora se fue, solo resistió dos horas de espera.

Continuará el próximo lunes…

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