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Cosas… ¿de mujeres?

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Rosa Angélica Raymundo Hernández

Coincidí con otra paciente en una clínica médica, una mujer de aproximadamente 36 años; estábamos en la sala de espera, charlamos largamente como si ya nos conociéramos. Ella mencionó que iba por resultados, pues la semana pasada había ido a su cita ginecológica, la cual procura realizarse cada año. Refiere que suele ir al chequeo que recomiendan para prevenir enfermedades específicas de la mujer, principalmente cáncer de mama o de cuello uterino.

Recuerdo, pudor y resignación

—En los últimos tres años— narra —me he vuelto más responsable respecto de mi salud. Cuando era jovencita no solía ser aprensiva, es más, me resistía a hacer mi cita médica, aunque estuviera preocupada, porque -aparte de lo económico- yo decía: “¿Por qué tengo que hacerme revisiones, sobre todo en lo que se refiere a la toma de Papanicolaou?”

Se enojaba tan solo de recordar que cuando le pedía a su novio -por quien sentía un amor desmedido- que usara preservativo, este no accedía y ella terminaba por aceptar tener relaciones sexuales sin condón y además, todavía se quedaba intranquila porque él le había platicado algunas “cosas” acerca de sus exnovias. Ella comenta que al estar en consulta y contestar las preguntas obligatorias, pensaba que su, para entonces ex-pareja, seguramente estaría quitado de la pena, mientras ella se afligía por la duda de haber formado parte de la cadena de transmisión de alguna enfermedad.

Al igual que un gran número de mujeres, con el paso de los años, se ha resignado a que no tiene más opción que programar su cita anual para este fin, pues la ginecóloga le dice que sólo entrando a la tercera edad pueden ser más distantes este tipo de exámenes.

El sinvergüenza y el vacío

Con frecuencia piensa que muchos varones no tienen el cuidado o la consideración para proteger a su pareja ni a sí mismos; eso la conduce a evocar cómo padecía emocionalmente. Aunque ella deseaba disfrutar su sexualidad, si por alguna razón se negaba a mantener relaciones sexuales, sentía cierto grado de coerción, pero por el sentimiento intenso de amor, optaba por acceder.

Por lo general, la propia mujer no profundiza su pensamiento acerca de este tipo de situaciones, porque se queda enfrascada en todo lo que ha entregado, en su propia desconfianza, e incluso en estar alerta de no permitir que en algún momento él se fije en otra persona, lo cual, traducido en celos, da paso a continuos eventos desagradables que las mujeres viven con un sentimiento de vacío.

Mi coetánea continuó como en una especie de catarsis comentando:

—Para ellos —decía refiriéndose a los hombres— esto no cobra mucha importancia.

El final de la charla

Al finalizar, ella narra que se unió al hombre en cuestión a sus 25 años, pero su relación no fue duradera y optó por no procrear hijos con él. Al poco tiempo de casados, su pareja empezó otra relación, lo cual la motivó a divorciarse y fue cuando se cuestionó con autocrítica: ¿Será que él la amó como ella a él? ¿Por qué al poco tiempo de establecerse juntos inició otra relación? ¿Ella se dejó manipular?

Es posible que estas interrogantes la lleven a encontrar algunas respuestas de sí y en sí misma, principalmente, por su hija de 9 años que tendrá sus propias experiencias y ella quiere orientarla sin prejuicios.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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