Alejandro José Ortiz Sampablo
Hace varias semanas que rememoro mis años de estudios de secundaria y bachillerato. Esto, motivado por varios sucesos nada agradables que acontecieron en las últimas semanas en el mundo y en nuestro país, pero principalmente por la manera en la que muchos comunicadores de medios digitales brindan la información a su público.
Los desinformadores
Los desastres provocados por las guerras y la fuerza de la naturaleza (el huracán Otis) ocupan mayormente los reflectores. Al escuchar a dos de los más conocidos comunicadores dar la noticia sobre la guerra en Palestina, recordé que en mi juventud escuchaba en la radio las noticias sobre distintos conflictos armados. Nombres como Sarajevo, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Kosovo, resonaron en mi cabeza, sin tener la menor idea del por qué de esa guerra. Así también, Yasser Arafat era un nombre que aparecía en ese entonces en los noticieros.
No recuerdo la frecuencia de la radio en la que escuchaba las noticias, retransmitidas de la BBC de Londres. Aquellos comunicadores cumplían con el papel de anoticiar a su público de los hechos. Hoy, lo común es escuchar a los comunicadores de los medios convencionales brindar, además de la noticia, su opinión, la cual por lo general se encuentra cargada de tendencia y en muchas ocasiones, de ignorancia.
Estamos por acercarnos al primer cuarto de este siglo; el panorama que se nos avecina no es nada alentador. Las consecuencias económicas, sociales, de salud, entre otras, que una familia en nuestra comunidad resiente tras este tipo de desastres, están determinadas por varios factores; no es obra de un sólo acontecimiento o de un individuo. Sin embargo, en la era de la comunicación, se promueve la desinformación; además, hay que agregar la precisa acción de los algoritmos digitales, que seleccionan lo que debemos ver y escuchar.
Dos señuelos para el Yo
En ese entonces cuando escuchaba las noticias, y a pesar de que no me daba a la tarea de indagar más sobre aquellos temas, no recuerdo haberme hecho ideas morales sobre quienes intervenían en los hechos. Hoy, los comunicadores moralizan las noticias, las transmiten con sus valores, se erigen como líderes de opinión, y, si los escuchamos con detenimiento, nos percataremos de que, en algunos casos, promueven el odio y el escarnio.
Sigo recordando a los comunicadores de esos días, y me pregunto, si en realidad no intentaban influir en los juicios de su audiencia, o si estaba yo tan ensimismado en mis asuntos que no les presté oídos. Quedar atrapado en asuntos morales no es difícil para la entidad psíquica llamada Yo, pues los referentes de “malo o bueno” que ofrecen dichos comunicadores son fácilmente adoptados por esta. Pero siendo precisos, lo bueno y lo malo son asideros que el Yo porta para dirigirse en el mundo, de los cuales eventualmente se sirve para justificar sus acciones, las cuales en el transitar de la historia han incluido matar a sus congéneres.
Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!
