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Consultorio del Alma, cuenta conmigo: la pesadez del amor

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Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Un día como tantos otros, Martha reflexionaba sobre su relación:

"Hace tres semanas planeamos nuestro festejo de aniversario; hoy cumplimos seis años: Comeremos en nuestro lugar preferido, veremos una película y por la noche iremos a un nuevo restaurante, ojalá nos guste".

La indecisión

"¿Qué me pondré? El vestido rosa es perfecto para ir a comer, pero en el cine hará frío; ¿llevaré pantalón? No, no me voy a sentir cómoda, son muy informales, ya busqué fotos del nuevo restaurante y se ve elegante por dentro. Aunque podría usar el otro vestido negro, que está abrigador, no tengo zapatos de ese estilo; ¿y si me llevo un plan b de vestuario en mi bolsa? ¿pero qué bolsa? La blanca no combina, la café es casual, la negra muy pequeña y la azul demasiado grande ¡no! Idea descartada, no voy a cargar más ropa y punto".

El dilema en el que se encuentra Martha no es ajeno a nosotras. Las mujeres sabemos lo que implica elegir la ropa que nos pondremos cada día. En el caso que nos ocupa, podemos observar que en Martha, el titubeo en su elección solo es una parte de la expresión de su dinámica psíquica. Continuemos escuchando su soliloquio para ver qué otra información nos brinda.

Cálculo y enfado

"Es más, ¿por qué no podemos dejar esta salida para otro día? Ya no tengo tanta ropa limpia y cualquiera de los atuendos que utilice hoy, sumará a mi montaña de ropa que lavar este fin de semana, que por cierto ya van tres domingos que lo postergo. El clima está cambiante, si uso tacones me voy a cansar muy rápido; además, me puede dar frío, podría llevar mis botas de gamuza, pero si llueve se arruinarán y mis zapatos de diario no combinan con nada.

"¿Merece la pena salir hoy con Rubén? le pone más atención a su teléfono que a mí, cuando se digna a dirigirme unas palabras solo habla de él o del futbol europeo que tanto le apasiona. Puedo tirarlo a loco, eso sí, pero hoy me va a valer una muda de ropa y tiempo que puedo ocupar para estudiar".

¿Qué mujer no ha pasado por tal cantidad de pensamientos ante situaciones parecidas a las de Martha? ¿A qué situación nos referimos?

La reflexión de Martha pasa por la indecisión sobre la ropa, hasta llegar a la molestia de la indiferencia de Rubén, lo que en apariencia la lleva a plantearse la posibilidad de dejar la cita para otro día. Por otro lado, nos deja ver que ella ha encontrado la manera de sobrellevar la situación; sin embargo, va a contemplar lo que eso le implicaría. Dicho así, pareciera que nuestra protagonista realiza demasiados cálculos, unos que podemos suponer nacen de su experiencia de seis años con Rubén y otros de lo que a ella le ha implicado la relación. Pero continuemos con la reflexión de Martha.

¿Incertidumbre?

"Mandé un mensaje para preguntarle si estaba listo, con la esperanza que me dijera que si podíamos dejarlo para otro día, que está ocupado o que por algún imprevisto hoy se le complica salir; es más, que se le olvidó que hoy teníamos planes. Sin embargo, me acaba de responder: 'ya voy en camino'. Al leer su mensaje me pregunto: ¿por qué seguimos juntos?

"En algunas ocasiones no me siento amada, me cansa sobremanera que constantemente se queje de mi forma de ser y pensar. Muy pocas veces mantenemos una conversación profunda, ya que prefiere estar con su teléfono aunque me tenga frente a él. ¿Por qué no simplemente me termina? Me oculta su celular y tiene miles de contraseñas; pero, bueno, ya viene en camino, yo por mi parte ya me maquillé y no voy a desaprovechar este peinado. Al fin de cuentas parece que ni él ni yo terminaremos esta relación. He pensado que tengo un noviazgo como las demás mujeres, mis amigas me cuentan que les pasa algo similar, así que creo esto es normal".

Para muchas mujeres, el cambio de ánimo es cosa de todos los días; sin embargo, dejamos de lado que estos son el resultado de varios procesos de pensamiento. Pero de estos solo nos anoticiamos por los últimos eslabones, que son los que ella nos narró. ¿Cuáles serán los pensamientos que están ocultos? Regresemos con la llegada de Rubén.

Fin de la angustia

"Al verlo llegar con un ramo de rosas me sorprendió mucho, me alegré; pensé: 'no recordó que las rosas no son de mi agrado'; pero verlo con su sonrisa, de la cual me enamoré, tan guapo, vestido como me gusta y saberme afortunada que esta vez llegó por mí, me hizo muy feliz. Acepté las flores con gusto, pues además que combinaban con el vestido, se había dado el tiempo de comprarlas.

"Esa noche no importó el frío, ni que terminara con las zapatillas en la mano, pues tenía a Rubén a mi lado.

"Pasado ese día, recostada en mi cama, sonreía al pensar que Rubén no faltó a la cita, temía que volviera a hacerlo y me hubiera arreglado en vano. Me preocupaba que mandara un mensaje disculpándose por no poder llegar, pues eso me provocaría ataques de enojo, llanto, autorreproches y un sinfín de pensamientos caóticos. Afortunadamente, en esta ocasión no fue así, incluso me trajo rosas, creo que eso da a entender que nuestra relación aún puede mejorar".

Por último, Martha nos plantea otra línea de pensamientos que deja entrever el posible origen de su aparente incertidumbre; como lectores, probablemente identifiquemos al igual que Martha, que es Rubén el causante de ello. No obstante, es ella quien plantea una serie de ideas donde expresa el miedo a ser cancelada -y por tanto no amada- y todo lo que eso le acarrea a su vida psíquica. Ese temor parece disiparse cuando su amado aparece en escena, dejando fuera aquellas excusas que le pudieron servir de atenuantes, distractores y protección.

Reflexión

La vida cotidiana nos presenta situaciones las cuales provocarán en el individuo pensamientos, fantasías, anhelos y expectativas, todos estos cargados de una intensidad afectiva, que en muchas ocasiones son encubiertos con razonamientos lógicos. A este proceso psíquico se le llama denegación, que en el caso de Martha se complementa con la no verbalización de su soliloquio.

Podemos suponer que los pensamientos de indecisión de Martha, son el rostro de la angustia que le provoca la incertidumbre; apresuradamente deduciríamos que dicha incertidumbre es por la posibilidad de que Rubén no llegue; pero el que él repita dicho acto, sería la constatación de no ser amada. De tal manera que ese cúmulo de pensamientos están al servicio de crear una -falsa- barrera para protegerse de una hipotética decepción que, de hacerse efectiva, la llevaría a afrontar estados afectivos intensamente perturbadores.

Un proceso psicoanalítico llevaría a Martha a verbalizar aquello que le da soporte a su incertidumbre y a su pensamiento prolijo, que de una u otra manera ella lo sabe, pero que no lo logra ver, pues el anhelo de ser amada está denegado.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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