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Consultorio del alma, cuenta conmigo: Hijos troleando a sus padres

nino_mirando_tv
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

Formo parte de una generación que, aunque usted no lo crea, era advertida muy seriamente sobre los perniciosos efectos de la televisión. “No se pongan tan cerca de la tele que se van a quedar ciegos”, así nos decían nuestros padres. Quién diría que apenas unos decenios después, todo mundo iba a estar a centímetros de una pantalla, incluyendo a los pequeños que aún no cumplen el año de nacidos. Las nanas electrónicas hicieron su aparición a mediados del siglo pasado y llegaron para quedarse.

Las pantallas no solo afectan a los ojos

Sin embargo, no solo nuestros ojos han sido afectados por la exposición a las pantallas, también nuestra psique. No es un fenómeno nuevo, baste decir que mucha de nuestra deficiente educación sentimental ha sido hormada por las telenovelas. Ahora bien, en la era de la televisión la programación era ferozmente regulada, con el fin de no transmitir contenidos “inapropiados”, entendiéndose estos como críticas al régimen político, contenidos sexuales explícitos, lenguaje altisonante o “malas costumbres” que atentaran contra las “instituciones” (el gobierno, la iglesia o la familia).

Con la irrupción del internet en nuestras vidas, todas estas consideraciones quedaron rebasadas. Los llamados “contenidos” circulan sin ningún tipo de regulación, el único criterio válido es la popularidad. Si bien, en los audiovisuales a los que podemos acceder por este medio hay cosas excelsas, para satisfacer a la masa (donde finalmente está el negocio), no hay como la tontería. La diversión fácil reina en las redes sociales. Como (a diferencia de la televisión) éstas son de ida y vuelta, ahora todos podemos crear contenidos y muchos aspiramos a obtener de ello ciertos beneficios.

El troleo

Hace pocos días vi en internet un impresionante video: una madre de familia es celebrada por sus hijos y al parecer el mayor de ellos situado a su espalda, la jala del cabello y le sacude la cabeza con fuerza, justo en el momento en que ella recibe su pastel. Por supuesto, la madre se encoleriza y le avienta el postre. Esta situación fue realizada con el propósito deliberado de subir a las redes sociales la grabación del suceso.

Las bromitas que los hijos suben a internet tienen una extensa gama que va de lo relativamente inocuo, como la mano embarrada con cátsup, a otras que pasan, como en el video descrito, a la franca agresión física. Todas hechas con el propósito de exhibir a los padres en una situación en las que se les ve necesariamente descompuestos, acongojados, alarmados o enojados; con el fin ulterior de exhibir esas descomposturas y ganar likes.

Por supuesto, esto no se puede entender sin tomar en cuenta las faltas de respeto que los propios padres se permiten con sus vástagos. Otro factor es la influencia que las redes sociales mismas tienen sobre ellos; pero una más, es la relajación en la que —en aras de brindar confianza a nuestros hijos—, hemos caído los padres al permitirles las “confiancitas”. Un ingenioso columnista que pasó al anonimato de las redes sociales expresaba: En un principio fue “El Padre”, después fue “papá”, ahora es “pa”, llegará el momento en que sea solo “p”. ¿Estamos preparados para ello?

¿Quieres saber más? Escúchanos este viernes a las 12:00 del día en La hora del deseo, por Radio Univas. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921.

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