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Consultorio del alma: cuenta conmigo | El valor del cuerpo en la educación

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Rosario Sampablo

Álvaro Restrepo, Fundador del Colegio del Cuerpo de Cartagena de Indias, Colombia, en su conferencia La educación del cuerpo: el cuerpo en la educación, plantea una profunda reflexión sobre la función del maestro en la vida de su alumnado, fincando una clara posición en defensa de la Educación Artística como pieza clave para el restablecimiento del tejido social. En aquel tiempo, Colombia daba los primeros pasos para restablecer dicho tejido, casi destruido por la guerrilla y el crimen organizado.

Una idea que me parece crucial en su visión es el lugar que ocupa el cuerpo, convirtiéndose en el centro de la experiencia educativa, (prácticas corporales, educación para el cuidado del cuerpo, lenguajes del arte); porque el cuerpo es el lugar donde transcurre la vida del individuo, el lugar desde el cual se relaciona aprende, construye identidad, se transforma, se hace visible y crea.

Un hombre y su pasión

Restrepo, revela como tras una vida escolar llena de maltrato y una infancia infeliz, encuentra en la danza su misión en la vida, logra convertirse en un creador, artista y docente comprometido con la sanación del cuerpo social.

Es esta la esencia del Colegio del Cuerpo, una educación del, por, y para el cuerpo, cuyo lema es Disciplina y felicidad, un lugar donde niños y jóvenes encuentran la posibilidad de trascender condiciones que de partida parecieran desesperanzadoras como la violencia, el dolor, la precariedad y las desventajas culturales.

Su filosofía se basa en una “Educación generosa, exploratoria, que intenta descubrir quién es la persona y cuál es su misión”. Este principio llama poderosamente mi atención, sobre todo porque va al fondo del problema, es un punto que no se vislumbra en el sistema educativo.

Una tentación

El alumno llega a la escuela provisto de pulsiones, inclinaciones, intereses, anhelos. El niño vive el momento. Al hablar de formarlo para el futuro se puede caer en la tentación de considerarle una suerte de máquina susceptible de ser programada, para que sea lo que se espera de él.

“La Educación no sirve absolutamente para nada, a menos que nos ayude a descubrir quiénes somos”, afirma Restrepo. Partiendo de esta idea, la Educación tendría también un propósito vocacional, en el que cada persona sería educada para encontrar su vocación, su misión en la vida, para descubrir quién es y no para imponerle o predisponerlo a asumir una identidad.

Educación para defender la identidad

Los alumnos y las alumnas necesitan descubrir su sabiduría interior, “aprender a aprender sobre sí mismos”, dice Restrepo. esta concepción es subversiva porque al conocerse y reconocerse, al darles la posibilidad de ser, les damos también un arma para defender su misión, para no conformarse o resignarse y para asumir la responsabilidad sobre su propia vida, ayudándoles a constituir una identidad auténtica, basada en el conocimiento de su propia riqueza.

Educar a través del arte, es educar la sensibilidad, la creatividad, volver la mirada a la vida que nos circunda, tomar la responsabilidad de ser felices haciendo aquello que nos apasiona para ofrecer a los demás lo mejor de nosotros mismos, crear entornos amables, asumir compromisos y fijar posturas a través de la acción y el agenciamiento en la restitución del tejido social.

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