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CONSULTORIO DEL ALMA: CUENTA CONMIGO; El hijo de mi madre jamás haría eso; pero yo sí

segunda-segunda
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

Última de dos partes

 

Comenzar a salir con personas que sus padres no aprueban, experimentar con drogas o alcohol, o rebelarse contra las normas establecidas, son conductas que suelen inquietar a los padres, pues perciben en ellas el riesgo de abandonar las expectativas que en sus hijos proyectó su propio narcisismo. Si en algún momento los padres se enteran o sorprenden a sus hijos en la comisión de alguna de estas conductas, casi con seguridad vivirán un conflicto que puede adquirir un cariz distinto, dependiendo de la dinámica de cada familia. 

Reprimendas, castigos y reconvenciones 

Los padres tienen la responsabilidad de educar a sus hijos para que se conviertan en personas responsables y respetuosas de las normas sociales. Para ello, es necesario establecer límites y normas claras y hacer cumplir dichas normas de forma consistente. Por supuesto, en virtud del ímpetu libidinal no habrá reprimenda o castigo que evite que los hijos experimenten con algunas conductas desaprobadas. Cuando esto sucede, es importante reconvenirlos y llamarles la atención. Esta acción tiene varios objetivos como enseñar a los hijos que sus acciones tienen consecuencias y fomentar el desarrollo de la responsabilidad, asumiendo, si es el caso, los errores cometidos. 

Obviamente, los padres no pueden esperar a la adolescencia para comenzar a llamar la atención a los hijos y a reconvenirlos. Decíamos en la nota anterior que los diques culturales (asco, vergüenza, moral y estética) se instauran en la tierna infancia y estos llamados de atención son importantes para que el niño interiorice qué es aceptable y qué no para convivir en la sociedad que le toca habitar. De tal manera que, cuando llegue a la edad de las ilusiones, aun habiendo llevado a cabo alguna conducta que atente contra su integridad o contra la de los demás, el joven o la joven tengan la capacidad de reconsiderar y obrar en consecuencia: ofreciendo disculpas o resarciendo el daño causado.  

 

 

Una grave tendencia 

Sin embargo, hay que hacer notar que para muchas familias de la actualidad, llamar la atención de los hijos no es una tarea fácil, debido a diferentes causas: en muchas de ellas (sobre todo cuando los padres son demasiado jóvenes), la autoridad se diluye entre varios adultos con distintas ideas acerca de la crianza, situación que se agrava si entre estos adultos hay conflictos de poder y creen beneficioso para su causa socavar la autoridad del otro frente a los niños.

Otra causa es la presencia de adicciones dentro del hogar, pero quizá la más generalizada es una indisposición psíquica para tomar la responsabilidad de la crianza, ya que esta implica tiempo y esfuerzo para negociar con un organismo que sólo responde al principio de placer, la postergación de estos placeres. Esta es sin duda una tarea ingrata si el mismo adulto sigue respondiendo primordialmente a este principio.  

Un llamado de atención firme, claro y respetuoso, quedará fuera de las capacidades de muchos padres que prefieren evitarse la fatiga o el mal rato. Ello tiene importantes consecuencias psíquicas, pues un padre así no sabrá explicar a sus hijos por qué tal o cual conducta es incorrecta, y su propio actuar no les ayudará a comprender las consecuencias de sus acciones. 

¿Quieres saber más? Escúchanos este viernes a las 12:00 del día en La hora del deseo, por Radio UNIVAS. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921. 

 

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