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Consultorio del alma: cuenta conmigo | Deseos navideños:; del poder de la sugestión a palabras muertas

regalos
Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

Existe la expresión de que el tiempo se nos va como agua entre los dedos. Para algunos, las fiestas decembrinas son el recordatorio de la velocidad con la que transcurre la vida. Posiblemente este fenómeno sea exclusivo de personas de cierta edad, con ciertas ocupaciones o preocupaciones,  pero independientemente de que nos percatemos o no de la valía del tiempo, hay una verdad: cada día que pasa, nos hacemos menos jóvenes.

Deseos

Mientras escribía la presente nota, bebía té en una taza alegórica a estas fechas, con la leyenda “Feliz Navidad y próspero año 2023”, misma que mi hermana Angélica dejó aquí olvidada. Frase y deseo que nos expresamos los seres humanos cada que nos despedimos de algún conocido o desconocido que se nos atraviese en estos días. Me agrada pensar que quienes adoptamos la tradición de expresar el deseo de “Feliz Navidad y próspero Año Nuevo” a quien nos encontremos, lo hacemos de manera sincera, a pesar de que la expresión se nos imponga en automático.

Así que, mientras bebía té, recordaba la Navidad pasada y la pasada, hasta las Navidades donde mi memoria podía evocar, reflexionaba sobre los buenos deseos que he recibido. Podría pensar que el desear una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo es una acción que no resulta cara; sin embargo, ser el receptor de dichas palabras pudiese tener otro sentido.

En el transcurrir de las generaciones parece que no solo la conciencia del valor del tiempo se ha perdido, sino también la conciencia del valor de las palabras. Ejemplo de lo primero, es el sinnúmero de personas que pasan horas observando videos cortos en el celular, como si fuesen esclavas de ese pequeño dispositivo electrónico, descuidando la tarea de la escuela, el trabajo o las obligaciones primordiales de la vida.

Un valor olvidado

En el caso de la conciencia del valor de las palabras, puede ser buen ejemplo el cómo tomamos los buenos deseos que nos expresan en estas fechas, pues simplemente, las recibimos. Por regla general no pensamos que quien recibe dichas palabras, recibe un regalo, y no cualquiera, pero como lo mencioné, esta noción se ha perdido en el tiempo.

El universo, la naturaleza, la vida, o como usted prefiera nombrarla, obedece a reglas específicas, ningún deseo funciona por mucho que se lo digan, se repita, o porque se decrete cada amanecer. Ha sido del conocimiento de algunas mujeres y hombres sabios, que las palabras de buenos deseos solo ostentan el poder de la sugestión.

Por tal razón, cuando recibimos un “Feliz Navidad y próspero Año Nuevo”, la persona que lo hace nos entrega ese poder, y estará en nuestras decisiones y acciones que ese deseo se cumpla, pues palabras y deseos sin acción, serán expresiones que habrán nacido muertas.

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