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Consultorio del alma: cuenta conmigo | Agresión y supremacía del Yo; Primera de tres partes

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

Después de mucho tiempo he vuelto a utilizar el transporte público. No recordaba los beneficios que tiene el subirse al urbano, que es como conocemos en nuestro estado a los camiones de transporte público de pasajeros.

Del agrado a la desilusión

Al ir rumbo a mi destino y escuchar la música de “La Lupe”, estación de radio que sintonizaba el chofer, me agolparon varios recuerdos. Por otro lado, me permitió la inspiración para escribir la presente nota. Aun cuando tenía el tema que pensaba abordar, la música y los recuerdos no me permitieron concentrarme, así que decidí no resistirme y tomar uno de estos para abordarlo.

Adoptada la decisión, sólo me quedaba elegir cuál de los recuerdos tomaría. La amabilidad del chofer y el agrado de las personas al responder el saludo, me hizo pensar en los valores caídos del siglo que hace unos años terminó. Por otra parte, hace pocos días me mostraron el mensaje que una persona envió a un grupo de WhatsApp, que invitaba a confrontar y desalojar a las personas que bloqueaban la carretera federal 175, en la “Y”, que bifurca a Zimatlán de Álvarez.

El mensaje incitaba a agredir a las personas que bloqueaban, so pretexto de que atentaban en contra de sus derechos y economía. Por otro lado, aun cuando el bloqueo era pacífico, un día por la tarde, alertaron a los automovilistas de que en una calle aledaña, por donde bordeaban, habían tirado ponchallantas, pues los manifestantes no podían bloquear dicha calle, ya que pertenece a otra colonia, y posiblemente a alguien se lo ocurrió la idea de provocar daño ante esa imposibilidad.

De la alegría al susto

Entre la reflexión que días atrás me provocaron los anteriores acontecimientos y mis recuerdos de viajar en transporte urbano, evoqué lo sucedido una noche mientras mi hermana Mónica y yo regresábamos a casa, después de acudir a un homenaje que le hicieron al músico y compositor mexicano, Manuel Esperón, en el teatro “Álvaro Carrillo”. A lo mucho tendría unos 17 años, y debimos tomar el último camión de la ruta, pues el concierto duró un poco más de lo previsto. Fuimos varios quienes al salir del teatro abordamos el mismo autobús.

En ese entonces no conocía las calles de la ciudad, supongo que los siguientes hechos sucedieron cuando pasamos por la calle de Nuño del Mercado. Había un bloqueo, organizado por alumnos de la universidad pública, posiblemente demandando algunos derechos. Mi hermana y yo íbamos platicando y emocionados, por lo sucedido en el concierto, pues además de que pudimos conocer al cantante Alberto Ángel, El Cuervo, se habían dado situaciones muy simpáticas. De repente, hubo alboroto y gritos, el chofer aceleró y el camión despegó como alma que vio el diablo, ¡Agáchense! —alguien gritó—. Cuadras más adelante, recobramos la compostura y nos percatamos de lo sucedido, había quien sangraba de la cabeza y otras personas de las manos. Los manifestantes habían lanzado piedras, que rompieron los cristales de las ventanas, En eso estábamos cuando un pasajero, alarmado gritó: “¡Una bomba molotov!”.

Continuará el próximo sábado…

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