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Té a media luz

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- En Japón, el yobanashi o ceremonia de té de invierno es una de las más importantes por su simbolismo: es una ocasión para reflexionar sobre el fin del año en un ambiente íntimo que invita al goce de los sentidos.


"Se bebe un tipo de matcha espeso; generalmente, se incluye una comida ligera y sake. Pero lo interesante es que es en la noche, se hace a la luz de las velas que se intercambian para significar nuevos comienzos", apunta Andrés Jurado, director de la Escuela Mexicana de Té.


Yobanashi se realiza en los meses fríos y la hospitalidad del teishu o anfitrión es lo más importante durante su desarrollo. Deben anticiparse todos los detalles: temperatura y decoración del salón, elección de la cerámica para preparar y beber el matcha y servicio de un menú que no interfiera con los sabores del té.


"Esta ceremonia es para apreciar la oscuridad y las largas noches de invierno. Usamos velas y el vapor que surge de la tetera de hierro porque calienta el salón de té", explica Reina Sakao, maestra de té y tercera generación de una familia productora de té en Shizuoka.


Natsume: recipiente para té


Chashaku: cucharita de té


Chasen: batidor de té hecho de bambú


Chawan: tazón para batir y tomar el matcha


Hishaku: cucharón para verter el agua


Kensui: recipiente de cerámica donde se desecha el agua utilizada para aclarar y calentar el chawan


Kama: tetera de hierro para hervir el agua


Futaoki: soporte para hishaku


Sorbos de reflexión


Alejandro Dungla/Agencia Reforma


CIUDAD DE MÉXICO.- No es Japón, pero pareciera. En el suelo del jardín, una serie de lámparas forma un bello camino curvado que conduce hacia un pequeño salón de té con puertas de papel de arroz. A modo de jardín zen, piedras y arena blanca rodean la habitación iluminada con la cálida luz de las velas.


Una mujer vestida al modo tradicional japonés aguarda en la entrada. Con una cálida sonrisa y una reverencia, da la bienvenida e indica cómo lavarse las manos antes de iniciar la ceremonia del té de invierno o yobanashi, una de las tres más importantes en Japón.


"Esta ceremonia del té se realiza en todo Japón y es la última del año. Nosotros apreciamos cada estación, por ejemplo, en verano realizamos la ceremonia muy temprano porque nos gusta lo fresco de la mañana; pero en ésta se aprecia el frío y la oscuridad", aclara Reina Sakao, maestra de té y tercera generación de una familia productora de té en Shizuoka.


Descalzos, los invitados entran al salón del té decorado con un hermoso pergamino con caligrafía japonesa que se contempla con calma y detenimiento. Acto seguido, se admira la tetera de hierro forjada por maestros artesanos japoneses, en la que el agua caliente aguarda su encuentro con el matcha.


Con los invitados arrodillados, el teishu o anfitrión reparte bellas cajas de madera lacada que contienen cha-kaiseki, una cena delicada y ligera de comida tradicional japonesa hecha acorde con la estación y la región.


"Generalmente, el maestro de ceremonias escoge el tema. Reina quiso hacer una mezcla de México y Japón, en base a eso escogió la decoración. Todo lo que pone tiene un significado o simbolismo que une a las dos culturas; por ejemplo, al cocinar utilizó chile poblano", explica Cecilia Corral, docente de la Escuela Mexicana de Té.


La comida se degusta acompañada de una sopa caliente y sake. El silencio impera, sólo se escucha el ligero murmullo del roce de los palillos. La tranquilidad invita a la reflexión; sólo puede romperse el silencio para resaltar lo bello de la decoración o de la cerámica que acompaña el ritual, que puede durar hasta cuatro horas.


Terminada la comida, el teishu invita a los asistentes a abandonar la habitación para purificarla y cambiar la decoración. Es momento del té.


El sonido del gong llama a los invitados a regresar al salón, donde toda la parafernalia ha sido dispuesta para la preparación del matcha. Cucharas, soportes, vasijas, batidor, cuenco y servilletas elaborados por artesanos especializados forman parte del ritual.


"Tenemos que purificar todos los utensilios antes y después de preparar el té para cada persona", apunta Sakao.


"Cuando te doy un tazón, debes girarlo dos veces para evitar tomarlo de la parte más bella. Siempre debe girarse al frente la cara de cada taza para expresar respeto", explica.


Con una reverencia, una asistente del teishu reparte una taza de espumoso y espeso matcha a cada invitado. La etiqueta dicta que el té debe beberse en tres sorbos. Dulces tradicionales acompañan la degustación.


El silencio es una constante. La ceremonia llega a su fin y, con una reverencia correspondida por los invitados, el teishu agradece a los invitados su presencia. Poco a poco, la habitación queda desierta.

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