La noche del lunes, en el seminario de formación de psicoanalistas, el cual está dedicado a uno de los casos paradigmáticos de Sigmund Freud, en él, además de mostrarnos el ejercicio del método de investigación, el creador del psicoanálisis nos ejemplifica la importancia de obtener las confesiones del paciente para decantar el sentido de aquello que lo aqueja, su síntoma.
Heridas narcisistas
En el tema que nos ocupa, la herida que se gesta en la tierna infancia, da por resultado un sentimiento de injusticia, que a su vez lleva a algunas personas en la vida adulta a comportarse como merecedoras de todo aquello que les fue privado; o por el hecho de que la vida los ha tratado mal, a obtener el placer sin tomar en cuenta las consecuencias que puedan ocasionar a otros.
El placer por el placer
De este caso encontramos claros ejemplos en la vida amorosa del hombre, en quienes es más común observarlos, aunque no es exclusivo del sexo masculino. En otras notas he mencionado la facilidad con que el hombre se entrega al placer, esto se debe a que obedece a lo que Freud teorizó como placer de órgano. Algunos hombres encuentran en su historia, donde esto les fue privado, la justificación a su ímpetu de obtener dicho placer; por lo general, dicha acción está anclada a la figura paterna, materna o en ambas.
Atrapados en el amor
Otras expresiones de dicha herida son situaciones donde el implicado/a al parecer saca la peor parte, pues queda anclado en relaciones donde en apariencia no obtiene ganancia alguna; esta ganancia, por decirlo de alguna manera, es fantasmática, pues cobijan la esperanza de obtener aquello que les ha sido negado y que en la mayoría de ocasiones le es entregado a otro u otra, o al menos es el pensamiento que albergan.
Eventualmente es a las mujeres a quien más aqueja esta expresión, aunque tampoco se puede apelar exclusividad para dicho sexo. He de suponer que a todos nos ha tocado observar cómo ciertas mujeres están atrapadas en relaciones amorosas donde el amado no le proporciona más que penurias, incluso donde muchas veces son objeto de violencia física; la explicación más inmediata es aquella que apela a una especie de adaptación, es decir, siguen patrones que fueron aprendidos. Teoría que una vez la paciente confiesa los pensamientos que están en juego en tal tolerancia a la pareja, por lo general se derrumba. Lo que nos abre entrada a la investigación es una incongruencia aparente, el temor de perder al ser amado, del cual, al recoger los hechos rectificamos, le da nada. Sin embargo, llegan a manifestar un temor exacerbado a perderlo, luego entonces, ¿qué temen perder?
Lo trascendente en la formación de síntoma (manera en que llamamos a lo que aqueja al neurótico) es la manera en que esos tempranos acontecimientos fueron introyectados, vividos y la reinterpretación que se anuda con una cadena de otros, que refuerzan estados afectivos.
Invitación
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