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Corrupción saqueó los hospitales de Guatemala y sus pacientes mueren

Foto(s): Cortesía
Redacción

GUATEMALA, Guatemala (La Silla Rota)- En la farmacia de enfrente del hospital venden kits básicos para cirugía, si un paciente quiere ser operado debe comprar sus propios insumos incluyendo el oxígeno, y los médicos trabajar aun cuando el gobierno no les paga.


En los hospitales públicos de este país no hay jabón para limpiar, no hay sábanas para las camas, no hay papel para imprimir las recetas, no hay equipo para una cirugía, no hay oxígeno ni ventiladores para  los recién nacidos, no hay medicamentos, no hay comida y no hay dinero para pagar los salarios.


Hortensia es una joven de 28 años, médico internista de uno de los hospitales públicos de Guatemela. Todos los días vive historias de terror en el hospital que rebasan a todo el personal médico.


“La gente se está muriendo por falta de insumos básicos, se ha tenido que cerrar varias veces el área de urgencias porque no contamos con las herramientas básicas para atender a los pacientes, aquí llegan mujeres que necesitan cesáreas de urgencia, pacientes con cuadros de apendicitis, niños con neumonía, casos donde lo único que queda es atender a quien tenga sus propios insumos”, relata.


 



 


La crisis hospitalaria comenzó a agravarse desde el 2014, pero el año pasado cuando los guatemaltecos vieron con asombro cómo el presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta Roxana Baldetti eran acusados por corrupción, sobornos al grado de tener que abandonar el poder, se recrudeció más.


Aunque con el arresto del expresidente y de la vicepresidenta no termina el asunto, los saqueos al país son de una magnitud insoportable, pues los investigadores han decidido que el caso que terminó con la carrera política de Pérez Molina era sólo un pedazo de una red criminal mucho más extensa manejada por el mismo gobierno, pues al menos 70 personas de la élite política y económica del país están implicadas en el sistema de lavado de dinero y sobornos que benefició al partido del expresidente Pérez Molina y sus colegas.


La falta de medicamentos e insumos en hospitales públicos y la mala atención por parte de personal de Salud deja huellas imborrables en familias de escasos recursos de todo el país, que se han convertido en las víctimas más vulnerables de una crisis que pinta un panorama poco alentador.


El sistema de salud de Guatemala se encuentra en la “peor crisis de toda la historia del país”, así lo calificó la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) del país latinoamericano. Sólo el Hospital Roosevelt, el más importante de la capital, necesitaría unos cuatro millones de dólares para pagarle a los proveedores para que abastezcan ese centro de salud de medicamentos e insumos, pero dicha cantidad no incluye el pago de nóminas de los trabajadores.


 



 


Y los sueldos de por sí son bajos, Hortensia trabaja por amor a la profesión. Gana 4 mil quetzales  mensuales, la misma cantidad que sus padres pagaban por una colegiatura de la universidad privada donde estudió, sus padres pagaron su especialidad en México y ahora le ayudan con gastos de gasolina, comida y casa, pues le deben varios meses de sueldo.


Los 44 hospitales públicos del país están operando con la partida de 2014, lo que ha generado un profundo déficit presupuestario y un aumento de la deuda a los proveedores, que se niegan a seguir abasteciendo a los hospitales.


Las historias que todos los días reportan los medios locales son ya una costumbre. La prensa libre, reportaba apenas hace unos días que en el hospital Regional de Cobán, Alta Verapaz, seis recién nacidos murieron debido al desabastecimiento de insumos y medicamentos a causa de la crisis.


Y que otros recién nacidos que están en peligro por casos de neumonía son ventilados de forma manual, por lo que no hay garantía de que sobrevivan, debido a que las condiciones y equipos con las que se les da asistencia distan de ser las óptimas.


En el área de neonatos de este hospital hay 78 niños, quienes comparten un área con  capacidad para 32, lo que representa más del 200 por ciento de hacinamiento.


En el hospital falta medicamento como Ampicilina, un antibiótico que se utiliza en el tratamiento de infecciones bacterianas, principalmente en pacientes del intensivo de niños y adultos.


Tampoco poseen Dexametasona, que se utiliza en mujeres embarazadas para combatir reacciones alérgicas; Midazolam, que sirve para mantener sedados a pacientes del intensivo y  medicamentos para liberar las vías respiratorias de los bebés.


Tan sólo en el hospital más grande de Guatemala, San Juan de Dios, las carencias han obligado a cerrar por algún tiempo la consulta externa dejando sin atender a mil 500 pacientes diarios por la falta medicamentos primordiales como antibióticos esenciales para tratar todo tipo de infecciones, tratamientos hipertensivos y píldoras anticonvulsivas.


“Por ratos tenemos material médico quirúrgico y por ratos tenemos medicamentos. Eso es lo que queremos nivelar porque por un tiempo tenemos un insumo y por otro tiempo otro, pero esto está relacionado con los proveedores. Cada uno tiene una deuda diferente con el hospital, y nos despachan en la medida que pagamos”, dice uno de los administrativos a Prensa Libre.


 



 


A Hortensia le consta esta situación, pues además de la falta de herramientas tampoco hay el personal suficiente por lo que las jornadas de trabajo son largas y desgastantes.


La  excusa que ofrecen las autoridades es la dificultad para adquirir los productos, a pesar de que el sistema de salud utiliza los contratos abiertos, supuestamente, para comprar con agilidad, aunque finalmente son motivo de cuestionamientos por falta de transparencia.


De acuerdo con el personal médico, el problema radica en que se está acumulando la deuda con los proveedores pues se les deben más de 100 millones de quetzales.


La presión financiera, que incide directamente sobre la capacidad de funcionamiento, influye para que no se pueda brindar una correcta atención a las mil 500 personas que a diario acuden a la consulta.


Se necesitan un aproximado de 30 millones de quetzales mensuales para poder trabajar.


En el  Hospital Roosevelt –el segundo más importante del país–, sus directivos reconocen que el problema, es la falta de camas y de incubadoras para atender a los pacientes, para funcionar adecuadamente se necesitarían unos 2 millones de quetzales diarios, siendo unos 720 millones anuales a fin de funcionar en perfectas condiciones, ya que atienden un aproximado de mil 500 pacientes diarios en la consulta externa y unas 800 emergencias.


Hortensia dice estar comprometida con su país y que estará ahí a pesar del incumplimiento de las autoridades con los pagos y los insumos pues la salud es un derecho constitucional.

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