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Ángel festeja la vida luchando contra la Leucemia

Foto(s): Cortesía
Redacción

A su corta edad, José Ángel es un competidor en la vida. Como su personaje animado favorito, Rayo McQueen, el niño de cinco años de edad emprende con fortaleza una carrera contra la leucemia; llegar a la meta triunfador, es su mayor sueño.


La perseverancia y valentía para enfrentar las adversidades lo caracterizan; inspirados en el ídolo del pequeño, el grupo de apoyo “Aterrizando Sueños” cumplió otro de los grandes anhelos del niño, celebrar por primera vez su cumpleaños con una fiesta.


Este domingo, Ángel Feliciano Cruz se olvidó de las quimioterapias, las inyecciones y las paredes blancas de un frío hospital que lo han visto luchar de forma incansable hace 14 meses.


Tras el cubrebocas José Ángel sonrió; su mirada delataba la emoción por su festejo. Rompió piñatas, comió pastel, rió, se divirtió en compañía de amigos que conoció en el área de oncología del Hospital General del ISSSTE y de algunos familiares que pudieron llegar a la capital desde Pueblo Viejo, en San José Chiltepec, de la región de la Cuenca.


 




Comparte el feliz momento con sus padres y hermana. FOTO: Carlos Román Velasco

 


Como parte de este sueño, el grupo ciudadano de Aterrizando Sueños, le regaló al niño un paseo en un auto clásico, semejante al Rayo McQueen. Pues como José, este personaje también se esforzó para ganar.


Los padres apuntaron que por diferentes circunstancias económicas y familiares, nunca pudieron organizar una fiesta para el niño.
 


Golpe en el alma


Con lágrimas en el rostro y palabras entre cortadas, Daniel Feliciano, padre del menor, afirmó que el proceso ha sido doloroso, triste y de lucha, pero dentro de éste encontraron la unión familiar que se había extinguido.
Un día, sin imaginarlo, la noticia de que Ángel padecía de Leucemia linfoblástica aguda llegó de golpe, “como una espada que atravesó el corazón y el alma. "Sentí desfallecer”, describió el papá.


El pronóstico de que salga invicto es alto, los médicos dicen que tiene 70 por ciento de posibilidades; sin embargo, aún faltan al menos cuatro años más para terminar el tratamiento y superar la enfermedad.


Daniel apuntó que como padre muchas veces se ha sentido impotente por no poder hacer más por su hijo, quien al comienzo del proceso gritaba ayuda y lloraba ante el dolor.


Yo qué podía hacer, era eso o irse. No había de otra. Yo quisiera estar en su lugar




“Ahora mi hijo es fuerte, no sé cómo logró tener ese fuerza inmensa para continuar sin quejarse, agregó el padre de familia, quien renunció a su trabajo para estar de tiempo completo con su hijo.

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