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José Antonio Rodríguez, el terror de las mujeres llamado "Mat@viejas"

macabrona-portada
Foto(s): Cortesía
Redacción

La ciudad española de Santander se vió aterrorizada en el transcurso de unos meses en la década del 80, con la aparición de un siniestro personaje que dejó la cifra de 16 mujeres muertas, cuyas edades iban desde los 60 a 90 años, y cuyo modus operandi sería el de quedarse con su bienes y dinero.

Su nombre era José Antonio Rodríguez Vega, llamado en su momento como "El Mataviejas" debido a su accionar con las adultas mayores entre 1987 y 1988 en dicha ciudad española. Rodríguez Vega nació en diciembre de 1957 en Santander y desde muy joven ya tuvo una cierta obsesión con las mujeres, ya que en 1978 fue detenido por diversos ataques sexuales en la región, delitos por los cuales recibió casi 30 años de prisión, sin embargo, la enorme mayoría de las víctimas retiró los cargos y la justicia española le rebajó la sentencia, por lo que pasó 8 años en la cárcel.

En 1986 recuperó su libertad, se casó con una mujer epiléptica y por algunos meses, ganó una buena reputación en su vecindario por ser trabajador, buen marido y social con todos, algo que era escondido por un macabro deseo interior que explotó al año siguiente. En agosto de 1987, entró a la vivienda de una octogenaria (Margarita González), la asfixió y se llevó algunos efectos personales.

 

 

Misma situación ocurrió con otra octogenaria (Carmen Fernández) quien sufrió el mismo desenlace que la anterior víctima, y semanas más tarde, Natividad Espinosa (66) fue hallada muerta también en su vivienda con los mismos signos de asfixia que las otras mujeres.

Consciente de que la policía española había iniciado una investigación para dar con el asesino de esta personas, Rodríguez Vega se mantuvo en el anonimato y cesaron los ataques, pero eso solo duró unos pocos meses, cuando el asesino sumó en su lista de víctimas a Carmen González (69) y Julia Fernández (66), ambas encontradas desnudas y en sus casas.

La histeria en la región cantábrica se hizo cada vez más grande por la presencia de un asesino serial que atacaba a mujeres mayores, situación que tuvo un desenlace en mayo de 1988 cuando Antonio Rodríguez fue detenido en calle, acusado de ser partícipe material de varios homicidios. El criminal confesó los ataques ante la policía y fue llevado a juicio.

 

 

En 1991 se le inició el juicio en los Tribunales de Santander, y si bien en un principio había confesado ser el autor material de los crímenes, ante los jueces no quiso hacerlo y sostuvo que solo las dejaba inconscientes y las muertes eran de forma natural. Los peritajes que se le hicieron arrojó que el sujeto era un psicópata y que las muertes estaban organizadas y ejecutadas con total conciencia, de hecho, investigaba las necesidades de la víctima, se ofrecía a ayudarlas, las mataba y luego les robaba objetos.

Cuando la policía española hizo el allanamiento en su casa encontraron objetos, dinero y otras cosas que fueron identificadas por familiares de las víctimas y terminaron condenando a Rodríguez Vega, y tras estas pruebas, la justicia condenó al asesino a más de 400 años de prisión por los 16 asesinatos.

Tras deambular por varias prisiones, Rodríguez Vega terminó en la cárcel de Topas (ubicada en Salamanca) donde el 24 de octubre de 2002 donde resultó muerto a manos de dos reos que lo apuñalaron, en tanto, fue enterrado en una fosa común en cuyo servicio no asistió nadie sólo sus dos enterradores.

 

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