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Infidelidad entre esposos los llevó a matar a su hija adoptiva

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Foto(s): Cortesía
Alejandra López Martínez

Agencias

La noche del 21 de septiembre de 2013, el cuerpo sin vida de la niña Asunta Basterra fue abandonado con prisa, pero también con delicadeza, en una vía de acceso a un bosque del municipio de Teo, en La Coruña, España.

La pequeña, de 12 años, había sido drogada y posteriormente asfixiada por sofocación con un objeto blando.

Los análisis toxicológicos posteriores revelaron que la menor ingirió 27 pastillas usadas para el control de la ansiedad, la tarde en la que fue asfixiada.

Por este asesinato fueron detenidos y sentenciados sus padres adoptivos, quienes nunca revelaron el motivo del crimen.

Era una niña prodigio

Asunta Yong Fang nació el 30 de septiembre del 2000 en Yongzhou, China, y fue adoptada el 9 de junio del siguiente año.

Tras un proceso que había durado dos años, la pareja formada por la abogada compostelana Rosario Porto Ortega y el periodista bilbaíno Alfonso Basterra Camporro, viajó a China para ir a buscar a la pequeña, con apenas 9 meses de vida.

Habían tomado la decisión de adoptar alentados por el padre y la madre de Rosario, que deseaban una nieta. Asunta se convierte así en la primera niña china adoptada en Galicia.

Desde muy pequeña Asunta deja entrever que era una niña de altas capacidades. Acudía a clases de francés, inglés y chino, y también a piano, violín y ballet. Asombraba su lucidez e inteligencia.

Todo su mundo se viene abajo

Sin embargo, pronto tiene lugar una serie de acontecimientos que marcan el presente y el futuro de la niña Asunta.

Un hecho que la afectó muchísimo fue la muerte de su abuelo Francisco en julio de 2012, siete meses después de su esposa, a quien se sentía muy apegada. Además, sus padres se separan el Día de Reyes de 2013, tras una fuerte discusión después de que Alfonso descubriera que Rosario le era infiel con un hombre casado.

Asunta se quedó a vivir con su madre en su piso de siempre mientras que su padre se fue con su familia a Burgos y a Bilbao.

En junio, Rosario ingresó en un hospital por un problema neurológico, lo cual reúne de nuevo a la pareja, pero solo como amigos y padres de una niña.

Alfonso se ofreció a cuidarla y a ayudarla con Asunta, pero a cambio, le exigió que abandonara a su amante. Ella aceptó, pero no podría cumplir la promesa.

Cuando Rosario recibió el alta médica, Alfonso cumple lo prometido y se desvive en atender a la hija y colmar de cuidados a la madre. Comían o cenaban los tres juntos, veían una película en el salón, etc.

Pretendían representar la imagen perfecta de «familia ideal», como reseñó la trabajadora doméstica tras casi 12 años con los Basterra Porto.

Acuerdan matar a la niña

Pero todo era una farsa y los hechos posteriores lo demuestran porque en ese mismo mes, sin saber quién convence a quién, decidieron acabar con la vida de su hija.

Durante tres meses, practicaron una serie de macabros ensayos con Asunta, para finalmente darle una dosis casi mortal de medicamento y asfixiarla, según las conclusiones del veredicto.

A principios de julio empezaron a ocurrir una serie de hechos insólitos en esa casa.

La noche del 4 al 5 de julio, un hombre enmascarado trató de estrangular a Asunta mientras dormía en el piso de su madre. Rosario contaría después que la niña dejó puestas por fuera las llaves de la vivienda.

El 5 de julio, la pareja empieza a acopiar recetas y cajas del medicamento lorazepam. Alfonso llega a comprar 50 comprimidos en una farmacia.

El 9 de julio, la niña Asunta acude a clase de música en condiciones extrañas tras haber dormido en casa de su padre. “No pudo recibir clase. Andaba como en estado de sonambulismo”, declaró una profesora.

El 17 de julio, Alfonso vuelve a acudir a la misma farmacia y compra una caja de 25 comprimidos. Regresará para que le adelanten otra, pues había perdido la anterior, dijo. En total, adquirió en julio 125 comprimidos.

El 22 de julio, tiene lugar el episodio más grave de somnolencia, y ya no por el estado de la niña (iba igual de dormida que la vez anterior) sino por lo que manifestó a sus profesoras, que su madre le dio «unos polvos blancos que la hacen dormir durante días».

Hasta el 30 de julio, nada se sabe de lo que está ocurriendo en esa casa, pero sí que Rosario acude a la consulta de su psiquiatra y le miente: le dice que no está medicada, así que nuevamente le vuelve a recetar lorazepam.

La puesta en marcha del plan

Del 31 de julio al 20 de agosto Asunta pasó casi todo el mes lejos de ellos disfrutando de unas vacaciones.

Cuando vuelve a casa, Asunta falta a ballet y no puede acudir a clase el segundo día del curso porque, según sus padres, se encontraba mal.

El día 20 de septiembre, Asunta se queda sola en casa ya que Rosario se va con su amante a Pontevedra, así que llamará a Alfonso, quien no sabe toda la verdad, y será quien se ocupe de la niña.

El día 21 de septiembre, comen en el departamento de Alfonso que prepara champiñones y luego juegan a las cartas.

Ese mismo día, a las 17.21 horas, Asunta se va sola a casa de su madre con 27 pastillas del medicamento Orfidal en su cuerpo.

Sobre las 18.20 horas, una cámara de vigilancia filma el paso del coche de Rosario con Asunta a bordo y puede que con Alfonso oculto en los asientos traseros, según las conclusiones del veredicto. Llegan al chalet de Teo que Rosario había heredado de su padre a las 18.31 horas.

De lo que ocurrió en esa casa, muy poco se ha podido saber más, salvo que la niña salió muerta de esa vivienda sobre las nueve de la noche. Atada de pies y manos, introducida en el vehículo de Rosario y abandonada en una vía de acceso a un bosque.

Alfonso y Rosario vuelven a Santiago y tras hacer unas engañosas llamadas telefónicas a amigos y familiares, se presentan en la Comisaría para denunciar la desaparición de su hija.  A aquellos agentes les bastó cruzar unas palabras con esos padres para desconfiar.

La autopsia de Asunta demostró que, además de la gran dosis de lorazepam que se le suministró el día de su asesinato, a la niña la habían estado drogando con esa misma sustancia desde al menos tres meses antes del crimen.

El 24 de septiembre Rosario fue detenida en el tanatorio tras la incineración del cuerpo de Asunta. El día siguiente, Alfonso sería arrestado también.

Sentencia

Tras un mediático e intensísimo juicio lleno de incógnitas y contradicciones, la sentencia fue rotunda.

Ambos fueron condenados el 11 de noviembre de 2015 a 18 años de prisión.

Según la sentencia, actuaron siguiendo un plan ideado y ejecutado conjuntamente por ambos.

Rosario Porto y Alfonso Basterra nunca respondieron a una de las principales preguntas: ¿Por qué mataron a su hija Asunta?

Les hubiese sido fácil «deshacerse de ella enviándola de interna al extranjero», pues Rosario había heredado de los abuelos de Asunta una importante cantidad de dinero y de propiedades, por lo que, de no soportarla, podría tenerla estudiando en cualquier lejano país.

Una hipótesis es que la adopción de la niña sólo fue para complacer a los abuelos y, al fallecer éstos y ya con su herencia en las manos, ya no había motivo para que Rosario soportara a la menor.

Finalmente, Rosario, de 51 años, se llevó sus secretos a la tumba, pues el miércoles 18 de noviembre de 2020, fue encontrada muerta en la cárcel de Brieva.

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