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El inquietante caso de los asesinos y jugadores de quinielas

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Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Agencias

En Alicante, España, el 30 de julio de 1954, dos hombres mataron a un amigo suyo para robarle, sólo porque querían conseguir mucho dinero para rellenar múltiples quinielas de partidos de futbol.

Los homicidas fueron Julio López Guixot y José Segarra Pastor. La víctima fue Vicente Valero Marcial, de 26 años, cobrador del Banco Central, quien fue asesinado a golpes.

Los homicidas fueron descubiertos y detenidos el 26 y 27 de noviembre de 1954. Julio López Guixot fue ejecutado en el garrote vil en la prisión de Alicante, el 21 de agosto de 1958. José Segarra Pastor fue condenado a muerte y posteriormente indultado.

El crimen del cobrador

Aquel 30 de julio de 1954, en la sucursal del Banco Central de Elche todo funcionaba como siempre en la mañana. Era viernes y el director hizo subir a su despacho al ordenanza Vicente Valero Marcial y le encargó que fuera a Alicante por una remesa de dinero.

José Segarra Pastor, quien también laboraba en ese banco, fingió estar enfermo y pidió permiso para ir al médico... en Alicante.

Ambos empleados bancarios "coinciden" en el viaje y se ponen de acuerdo para ir a conocer a unas mujeres.

Los dos colegas han quedado en verse a las once de la mañana, una vez que Valero haya cobrado el dinero, en la puerta de la clínica de la Seguridad Social. Antes ha llegado José y ha pedido turno para ser revisado por el especialista.

A las once y dos minutos, Vicente y José se encuentran en lugar indicado. Vicente y José toman un taxi para ir al chalet donde los esperaban "las mujeres".

En el interior, Julio permanece escondido en el chalet. Primero entró José y, tras él, Vicente. Cuando el primero hubo llegado cerca de la cocina, Vicente ya había sobrepasado la puerta por la que espiaba Julio. Le daba a éste la espalda. Julio aprovechó la situación y golpeó con un pequeño yunque en la cabeza.

En una habitación contigua, José se percató que la cartera del cobrador contenía varios fajos de billetes de 25 pesetas. Calculó que en total habría unas treinta o cuarenta mil pesetas.

José casi corrió al taxi con el que había llegado al chalet y que aún le estaba esperando. Le pidió que se dirigiese al Portal de Elche, a Alicante. Una vez aquí, pagó las 29 pesetas que le costó la carrera y fue andando hasta la clínica de la Seguridad Social. Había llegado a tiempo y no se le había pasado el turno.

En el chalet, Julio permanecía dando su último toque a la obra. Pero, Vicente no había muerto. Enloquecido, Julio le puso su propio pañuelo en la boca a modo de mordaza. La víctima murió.

El cuantioso botín

Julio registró las ropas del cadáver y encontró en uno de los bolsillos un buen fajo de billetes de mil pesetas. Después quitó al muerto las ropas y lo dejó en calzoncillos.

Limpió la sangre que había en el suelo. Después, las ropas y pertenencias de Vicente las arrojó al fuego de la cocina. Estaba muy avanzada la tarde cuando Julio regresó a Elche.

No vería a su cómplice hasta el lunes, día 2. José le informó que el banco había denunciado a la Guardia Civil la desaparición de Vicente y que muchos pensaban que era el propio ordenanza el que se había dado a la fuga con el dinero. 

Habló de la exageración de sus jefes cuando informaron que el robo había sido de 250.000 pesetas, pero Julio extrajo el fajo de billetes de a mil y demostró que el banco tenía razón, ¡allí había 250.000 pesetas!

Por lo demás, Julio informó que esa misma tarde se desharía del cadáver. Esa tarde, Julio, como había anunciado a su amigo, se fue de nuevo al chalet de Alicante. Llevaba el propósito de hacer desaparecer el cadáver arrojándolo a un pozo que había visto en las cercanías. Sin embargo, el calor de finales de julio habían descompuesto con inusitada rapidez el cuerpo sin vida de Vicente y ningún humano podía penetrar en la casa.

Después, mentiría a José y le diría que se había desprendido del cuerpo sin vida de Vicente. En septiembre, la vida de los dos amigos había vuelto a la normalidad. José siguió trabajando en la sucursal del Banco Central.

Descubren el cadáver

Pero septiembre marcaba además una gran alegría para los dos asesinos: comenzaba la temporada de futbol 1954/1955 y, obviamente, comenzaban también las quinielas.

Esta vez, con dinero en abundancia, no se conforman con jugar un solo boleto, sino que hacían cada semana centenares de columnas. Y llegan premios y premios, que si no sufragan el mucho dinero que se gastan en el juego, por lo menos permiten a José y Julio el poder llevar una vida algo más lujosa sin sospechas de ninguna clase.

Julio, por su parte, ha unido al botín del robo los premios de las quinielas y el día 16 de noviembre se casa con la hermana de José y los dos marchan en viaje de novios. En su ausencia, los acontecimientos se precipitan.

En la tarde del 23 de noviembre, el cadáver descompuesto de Vicente Valero fue encontrado. La Policía no sabe quién es el muerto, pero pronto el nombre de Vicente Valero comienza a manejarse.

Tras un registro detallado de la casa, se ha encontrado junto a las cenizas del fuego un papel. En la parte superior de este papel se veía un trozo de sello ovalado, estampado con tinta violeta y cinco letras.

El banco confirma que aquello formaba parte de una letra de cambio negociada por la sucursal de Elche por un valor de 5.500 pesetas. 

Casi al mismo tiempo, la viuda de Vicente Valero es consultada y reconoce que los calzoncillos y el cinturón pertenecieron a su marido.

Identificado el cadáver, las siguientes gestiones policiales se basaron en la consulta al propietario del chalet donde apareció el muerto. Este facilitó a los agentes las señas físicas del inquilino que lo había alquilado, pero no su nombre, ya que lo desconocía.

Detención de los homicidas

Tras numerosas vigilancias en Elche y Alicante, se descubre en esta última ciudad que un individuo de esas características había estado preguntando en el puerto sobre la forma de viajar al extranjero con su mujer. Aquel individuo se llamaba Julio López Guixot y sus preguntas las había realizado el día 15 de noviembre.

Julio se convierte en el sospechoso número uno. Se averigua que está casado con la hermana de un empleado de la sucursal en la que trabajaba el asesinado. Y la Policía cae sobre José.

Respecto a Julio, la Policía se dispone a hacer llegar a las comisarías las órdenes de búsqueda y captura, pero algo la detiene. 

El 15, Julio buscaba embarcarse; el día 16, se casó; el 23, fue hallado el cadáver de Vicente; el 25, identificado, y el 26, se detuvo a José. Y en otra fecha, el día 21 de noviembre, domingo, se ha celebrado la undécima jornada de Liga. 

Y la Policía se quedó tranquila cuando supo que uno de los pocos ganadores de quinielas había sido Julio López Guixot, el buscado. En aquella época que los premios debían cobrarse en la delegación correspondiente. Por eso, el ganador recogería el dinero en Murcia. 

El 27, Julio y su mujer, llegaron para cobrar el premio y fueron detenidos. Julio murió ejecutado en la prisión de Alicante, el 21 de agosto de 1958.

 

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