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MACABRÓN: El asesino de mujeres policía en España

Asesino de mujeres policías
Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Agencias

 

Las agentes de la Policía, María Aurora Rodríguez, de 23 años, y Silvia Nogaledo, de 28, fueron asesinadas a puñaladas el 5 de octubre del 2004, en su departamento ubicado en L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona, España.

Dos días después fue detenido el convicto Pedro Jiménez García como autor de este doble crimen.

Tras ser juzgado, fue hallado culpable y condenado a 94 años de prisión el 21 de marzo de 2010.

El brutal crimen

Las diligencias confirmaron que Pedro Jiménez García eligió a sus víctimas al azar y que no tenía ninguna relación con las dos agentes de policía en prácticas, Silvia Nogaledo, de 28 años, y María Aurora Rodríguez, de 23.

Pedro Jiménez García, de 35 años y vecino de El Prat de Llobregat (Barcelona), habría cometido los asesinatos cuando disfrutaba de un permiso de tres días concedido por la Junta de Tratamiento de la prisión de Can Brians, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona), cuando cumplía condena por violación.

Una de las hipótesis más sólidas con las que trabaja la juez respecto al modo en el que se cometieron los crímenes apunta a que Jiménez intimidó a una de las víctimas con una navaja para acceder al domicilio, en el que estaba durmiendo su compañera.

A primera hora de la mañana del 5 de octubre, Jiménez habría abordado a Silvia cuando volvía a casa tras haber trabajado en el turno de noche y, a punta de navaja, la habría obligado a abrir la puerta de su domicilio.

Tras atarlas y amordazarlas, el asesino podría haber agredido sexualmente a una de ellas y después las habría asesinado usando la navaja. Después, supuestamente prendió fuego al inmueble y se dio a la fuga. Ambas vivían solas en el piso de alquiler desde hacía poco más de seis meses.

Los bomberos hallaron los cadáveres parcialmente calcinados cuando acudieron a sofocar el fuego.

Las víctimas fueron halladas con dos piezas de ropa en la boca, lo que justificaría que ningún vecino las oyera gritar durante la agresión.

Los cuerpos de las agentes fueron hallados atados en dos habitaciones distintas.

Los investigadores creen que el presunto asesino pudo acabar primero con la vida de Silvia Nogaledo, que podría haber sido asaltada en el portal de la vivienda tras regresar de su trabajo a las ocho de la mañana.

Posteriormente, habría atacado a la otra agente, que estaba durmiendo en otra habitación, al percatarse de su presencia en la vivienda. 

Pruebas claras

Aunque Pedro Jiménez se ha declarado inocente, hay una serie de pruebas que lo incriminan. Pese a negar inicialmente que hubiera estado en el domicilio de las víctimas, finalmente admitió que el día de los hechos estuvo en la zona donde se produjeron los homicidios cuando se le mostraron imágenes grabadas por la cámara instalada en una estación de metro próxima.

Jiménez reconoció que estuvo en el piso donde se cometieron los crímenes porque alguien le aseguró que había un paquete para él en esa dirección, pero que se marchó rápidamente.

Entre las pruebas que le incriminan se encuentra un cuchillo de 15 centímetros de hoja y las zapatillas manchadas de sangre que fueron encontradas en el lavabo de un céntrico restaurante barcelonés.

Además, a Jiménez se le cayó en el domicilio de las víctimas un papel en el que estaba escrito a mano el número de su teléfono móvil, que acababa de comprar.

También se cuenta con las imágenes de las cámaras del metro de la estación de Bellvitge que le grabaron sobre las 10 horas, poco después de los crímenes. La estación se encuentra a unos 200 metros del domicilio de las víctimas.

Otra prueba que le podría incriminar es una camisa de una de las policías que llevaba puesta la misma tarde de los crímenes cuando fue a ver a un familiar. En las filmaciones del metro de Bellvitge y en las de una entidad bancaria también aparece el sospechoso con la misma camisa.

La versión del imputado

Según el relato de Jiménez, la madrugada del 5 de octubre de 2004 se dirigió al piso del barrio del Bellvitge, sin saber que allí vivían las dos policías, por encargo de un tal Mustafá DA, a recoger un sobre con drogas, concretamente hachís y cocaína, así como 400 euros.

En la vivienda, ha asegurado, mantuvo relaciones sexuales «consentidas» con Aurora y que utilizó preservativo, por lo que no pudo encontrarse «ningún tipo de semen».

Pero no recordó si eyaculó en su vagina, si existió también penetración anal o si empleó un consolador.

Al abandonar el piso, las jóvenes policías se encontraban «completamente bien».

Sin embargo, en su posterior declaración como testigo, Mustafá DA ha negado que le hiciera encargo alguno a Jiménez, a quién apenas conocía. Además, ha explicado que cuando se vio con el procesado horas después del crimen, éste iba ataviado «con ropa de mujer» y tenía «manchas de sangre».

La versión del fiscal

Según el relato del fiscal, sobre las seis de la mañana del 5 de octubre, Jiménez se bajó en la parada del metro de Bellvitge y estuvo dos horas deambulando por un barrio en el que no tenía ningún arraigo. 

En su camino se cruzó Silvia Nogaledo, de 28 años de edad, una policía en prácticas que volvía de trabajar y a la que siguió hasta su domicilio, situado en la Rambla de la Marina. En el ascensor del inmueble, la amenazó con una navaja y la obligó a entrar en su vivienda, siempre según la Fiscalía.

En el interior de la vivienda estaba Aurora Rodríguez, de 23 años, también policía en prácticas, que compartía alquiler con su compañera. El fiscal explica que Jiménez las ató a las dos de pies y manos e inició su escalofriante actuación.

Amenazando a Aurora Rodríguez con una navaja, la violó y le clavó «brutal y despiadadamente» el arma en la espalda un total de cuatro veces, siguiendo la línea de la médula espinal. La muerte fue instantánea. Después se dirigió hacia Silvia Nogaledo. Estaba atada a la pata de la cama y también le clavó un cuchillo en cinco ocasiones, que le afectó al pecho y el pulmón izquierdo.

Después, siempre según la tesis del fiscal, el acusado revolvió la vivienda, sustrajo un tarjeta de crédito de una de las víctimas, se cambió de ropa y de calzado y prendió fuego a dos colchones, un sillón y un sofá con la ayuda de una botella de ron para facilitar la combustión.

Jiménez está acusado de dos asesinatos, violación, allanamiento de morada, profanación de cadáver (por colocar un consolador en el ano de una víctima), robo con violencia, incendio (por prender fuego a la casa), robo intentado con fuerza (por probar de sacar dinero con la tarjeta de una víctima) y quebrantamiento de condena (porque debía volver a la cárcel tras un permiso).

Condenan al asesino

La Audiencia de Barcelona condenó a Pedro Jiménez García a penas que suman 94 años de cárcel por la muerte de dos policías, ambas agentes en prácticas, ocurrida en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) el 5 de octubre de 2004.

La sentencia ha sido dictada por el magistrado José María Planchat ateniéndose al veredicto de culpabilidad por unanimidad que hace unos días emitió un jurado popular compuesto por seis mujeres y tres hombres.

Además de los dos delitos de asesinato con ensañamiento y alevosía, el juez condena a Jiménez por un delito de profanación de cadáver (al introducir un consolador en el ano de una de las víctimas), un delito de violación, otro de allanamiento de morada, otro de incendio y otro de robo con violencia y con fuerza.

Además, el asesino deberá indemnizar a las familias de sus víctimas con 900.000 euros.

 

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