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El asesinato de Soledad Donoso, un crimen pasional sin resolver

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Agencias

Soledad Donoso Toscano, nacida un 30 de abril de 1974, era la segunda de cinco hermanos. Fue una chica que decidió dejar de estudiar y ganarse la vida en la pizzería «Oh La La» situada en la avenida Barcelona de Córdoba.

Después de 12 meses allí, su vida quedó truncada el 28 de septiembre de 1992 cuando salió de casa rumbo hacia un trabajo al que nunca llegaría.

El 14 de octubre de 1992 su cuerpo sin vida fue encontrado en una zona de muy difícil acceso del río Guadalquivir.

El cadáver de la muchacha de 18 años se encontraba en muy mal estado, desmembrado y descompuesto por la acción de las alimañas y las fuertes lluvias.

Primeras investigaciones

La autopsia confirmó que Soledad había fallecido el mismo día en que desapareció. Tenía la ropa puesta pero la cabeza estaba distanciada a un metro del tronco. Los forenses no pudieron precisar si murió decapitada o si las alimañas del río fueron las causantes de tan macabra estampa.

Cuando desapareció Soledad y se encontró su cadáver, las pesquisas policiales se centraron en interrogar a varias personas del entorno de la víctima y a registrar la habitación de la joven.

Los investigadores encontraron una anotación de un número de teléfono que les condujo a un chico de Córdoba que sería detenido una semana después. Finalmente, el joven quedaría en libertad pocos días después.

Sobre este chico, el único detenido durante estos cerca de 20 años que estuvo el caso abierto, nunca se centró el señalamiento de culpabilidad de la familia.

Violencia en el noviazgo

El entorno de Soledad siempre dirigió la mirada en otra dirección. «Yo no puedo asegurar nada, pero desde mi intuición tengo muy claro quién lo hizo. Fue un conocido, uno que decía que mi hija era su novia y que en más de una ocasión le pegó», sostenía María del Carmen, madre de la fallecida.

La misma que aseguró que si algún deseado día se desvelara la autoría de tal hecho «yo no podría perdonar nunca al que lo hizo. Da igual el tiempo que pase porque lo que hizo fue terrible y además no tuvo el valor de confesarlo y de arrepentirse. ¿Qué daño le había hecho mi hija para que le hiciera lo que le hizo?».

Se reabre el caso

La familia de Soledad Donoso Toscano, consiguió que la Audiencia Provincial de Córdoba reabriera el caso en mayo del 2013, evitando de esta forma que prescribiera al cumplirse 20 años del crimen, luego de que aparecieron nuevos datos.

La familia obtuvo muchos más datos gracias a la labor del criminólogo, Félix Ríos, que de forma desinteresada se dedicó dos años a revisar el caso y realizar nuevas averiguaciones. Gracias a éstas se consiguió saber que la joven se subió en un coche que responde a unas características concretas, en las cercanías de su domicilio el 28 de septiembre de 1992, día en el que desapareció.

Según ha explicado el criminólogo, Donoso se habría subido al coche, conducido por un hombre, creyendo que la acercaría hasta su lugar de trabajo, cuando en realidad el destino era otro.

Ese mismo vehículo la condujo hasta la zona del Arenal Alto, en el río Guadalquivir, donde 14 días más tarde su cuerpo fue hallado en avanzado estado de descomposición.

Una relación rota

Según ha explicado Félix Ríos, esta persona del sexo masculino -que responde a las iniciales de RCG- fue el segundo sospechoso durante la instrucción del caso hace más de 20 años. Con el joven había mantenido la chica una relación sentimental informal a pesar de que él tenía novia en ese momento.

Según ha relatado la abogada de la familia, Penélope Castejón, Soledad Donoso rompió esa relación y éste habría decidido poner fin a su vida tras una discusión que se desarrolló en la zona donde fue hallado el cadáver. De hecho, varios testigos han corroborado que la víctima recibió amenazas por esta decisión.

El criminólogo ha explicado que las declaraciones de los testigos y las averiguaciones policiales, que se dirigen desde la Brigada de Asuntos Internos de Madrid, han descartado que el propietario del vehículo que ahora se busca fuese consciente de que «fue prestado» al sospechoso y de que, por tanto, fue utilizado en el crimen de Soledad.

Félix Ríos ha manifestado que el sospechoso, al que la familia apuntó desde un primer momento a pesar de lo cual no fue interrogado durante la primera instrucción, conoce bien cómo se maneja un auto de estas características puesto que en su familia cuentan con varios modelos similares.

Éste y su pareja de entonces han sido las dos únicas personas que se han negado a colaborar en la investigación que inició la familia hace dos años de todas a las que han acudido.

Además, intervenciones telefónicas realizadas a éste en 1992 han verificado que estuvo consultando páginas de medios de comunicación en internet para buscar noticias sobre el caso. También se arrancaron carteles en los que la familia de la joven pedía ayuda de la gente que pudiera tener cualquier información del entorno cercano al lugar de trabajo de este sospechoso.

La letrada ha insistido en que las características del caso permiten encuadrarlo en una muerte por violencia de género, aunque tendrá que ser la jueza que instruye el caso quien determine este aspecto. 

La investigación posterior permitió saber la causa de la muerte de la joven, que falleció como consecuencia de golpes con un objeto contundente en la cara y en uno de sus brazos.

Dos informes antropológicos realizados por la Policía Científica y por el Instituto Nacional de Toxicología, tras la exhumación del cadáver, permitieron conocer que sobre el cuerpo de Donoso se ejerció «gran violencia física antes de la muerte».

El 12 de abril de 2013, el imputado por la muerte de la joven Soledad Donoso, más de dos décadas antes, negó haber participado en el crimen ante la juez de Instrucción número 7 de Córdoba en la que fue su primera declaración judicial tras la reapertura del caso el pasado mayo, meses antes de que prescribiera.

Posible encubrimiento policial

El Juzgado de Instrucción número 7 de Córdoba investigó el 25 de septiembre de 2013 una llamada en la que se informaba sobre la posible implicación de determinados agentes policiales en un posible encubrimiento de pruebas que apuntaban a RCG, imputado en el crimen de la joven Soledad Donoso.

El reporte precisó que el encausado era sobrino de un policía que en esa época estaba en activo. En esa llamada -efectuada en abril- el testigo aportó nombres, apellidos y datos policiales de los agentes que pudieran estar implicados. «Ellos se encargaron de hacerlo desaparecer todo», según figura en la transcripción que obra en poder del juzgado.

La abogada de la familia de la víctima, Penélope Castejón, acusó que en el caso «se han aclarado muchos aspectos controvertidos o totalmente ocultos" y se han descubierto negligencias del Ministerio de Justicia".

El 20 de diciembre de 2014, la investigación judicial del presunto asesinato de la joven Soledad Donoso en 1992 se cerró por segunda vez. Ello significa que no se ha podido acusar a nadie de la muerte de la joven.

 

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