Yucatán es conocido como el estado más seguro de México, debido a los bajos niveles en delitos de alto impacto, sin embargo, entre 2007 y 2008 esa percepción de tranquilidad se vio vulnerada, debido a la existencia de un asesino serial de mujeres conocido como “El matachavitas”.
Debido a sus atroces actos, el yucateco Mario Alberto Sulú Canché sembró el terror entre los habitantes del estado, principalmente entre las comunidades rurales de la costa yucateca, en donde solía buscar a sus víctimas, principalmente mujeres jóvenes a las que sometía para abusar sexualmente de ellas y posteriormente asesinarlas.
Sulú Canché provenía de una familia de clase media-baja, disfuncional. Desde su juventud, el yucateco tuvo problemas con las autoridades estatales, pues incluso antes de cumplir la mayoría de edad, ya tenía un muy largo historial delictivo.
Antes de cometer los asesinatos de las víctimas, los antecedentes de “el matachavitas” ya incluían delitos como hostigamiento, acoso sexual, asalto a mano armada e intentos de violación, además que nunca tuvo un empleo fijo, ya que solo se dedicaba a robar.
No obstante, la escalada delictiva de Sulú Canché llegó al punto más alto en 2007, cuando secuestró, violó y posteriormente asesinó a la joven estudiante de preparatoria, Alma Lucely Canul Ciau, cuyo cuerpo apareció días después en el mar de Chicxulub Puerto.
A pesar de la conmoción por el acto y la manera en la que fue encontrado el cuerpo de Canul Ciau, la conducta criminal de “el matachavitas” no se detuvo, pues a este atroz crimen le siguieron las asesinatos de Leydi Marlene Pech Canul y Guadalupe de los Ángeles Rodríguez Méndez, en 2008, a quienes violó antes de privarlas de la vida y posteriormente enterró sus cuerpos cerca de carreteras de Yucatán.
El asesino serial yucateco abordaba a sus víctimas con el pretexto de darles empleo, logrando así engañarlas para que se subieran a su auto, en el cual las llevaba a lugares apartados.
Según relató el mismo delincuente, él hacía propuestas indecorosas a las jóvenes, mismas que no eran correspondidas por las víctimas, situación que lo ponía violento y terminaba violándolas, antes de cometer el asesinato para evitar que lo denunciaran.
Aprehensión
Debido a que era un asesino bastante desorganizado, el asesino serial yucateco cometió muchos errores que lo vincularon con los crímenes, empezando con el hecho de haber abordado a Alma Lucely frente a muchos testigos, además de que dejó suficientes muestras de ADN en los cuerpos de sus víctimas
Sulú Canché fue detenido como indiciado en el caso de su primera víctima el 4 de agosto del 2008 y se declaró culpable de este asesinato, así como el de las otras dos mujeres, por lo que fue sentenciado a 40 años de prisión.
Tras su aprehensión, “el matachavitas” realizó la reconstrucción de los hechos del primer crímen, ejercicio cubierto por casi todos los medios de comunicación de Yucatán, en donde recordó a detalle cómo le quitó la vida a su víctima.
Apelación y fallecimiento
Poco después de ser condenado, Sulú Chalé se retractó de ser culpable de los homicidios de Leydi Marlene y Guadalupe, pues aseguró que fue manipulado por los elementos de la Policía Estatal para declararse de esta forma.
Sulú había hecho apelaciones, con la finalidad de ser absuelto en estos dos casos, aunque sin importar que fuera o no fuera declarado inocente en estos dos casos, su condena no se reduciría.
Finalmente, el llamado “matachavitas” fue encontrado muerto la mañana del 30 de agosto del 2008, durante el pase de lista de los presos. Según informaron las autoridades, se había ahorcado con unos pantalones.
Cabe destacar que durante el tiempo en el que se llevaron a cabo los crímenes y la sentencia de Sulú Chalé, el término feminicidio no había sido incluido en el Código Penal del Estado de Yucatán, por lo que los crímenes por los que fue culpado fueron asentados como homicidio.
