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Ana Carolina, a sus 16 años m@tó e inc¡neró a sus padres adoptivos

macabrona-portada
Foto(s): Cortesía
Redacción

Hace aproximadamente 11 años, se popularizó el caso de Ana Carolina, una joven de tan sólo 16 años que terminó con la vida de sus padres de una forma horrible porque, presuntamente, no le habrían dado dinero para casarse con su novio y porque no le prestaron el auto. Este crimen estremeció tanto al estado de Chihuahua como a todo el país.

En el mes de mayo del año 2013, las autoridades hallaron los cuerpos de dos personas calcinadas en la colonia México en el estado de Chihuahua. Ambos resultaron ser esposos y padres adoptivos de una joven de apenas 16 años de edad llamada Ana Carolina.

Debido a que era el miembro de su familia más cercano a los fallecidos, Ana Carolina fue llamada a declarar ante las autoridades, ella aseguraba que días antes de que ellos desaparecieran todo había sido normal y que fue hasta el sábado 4 de mayo cuando ya no supo nada de ellos, por lo que decidió reportarlo a las autoridades.

Los policías sintieron compasión por ella pues era tan sólo una joven que había perdido por segunda ocasión a sus padres, por lo que pararon con las preguntas y siguieron interrogando al novio de Ana, José Alberto G., quien con sus declaraciones daría un giro inesperado a la investigación.

José Alberto G. declaró que él, junto con un amigo suyo, de nombre Mauro Alexis D. y Ana Carolina L., cometieron el atroz crimen, como parte de una venganza de Ana porque sus padres no le habían dado dinero para casarse con su novio y porque no le habían prestado el auto, pero ¿cómo ocurrieron los hechos?

 

 

Según las investigaciones, Ana Carolina L. habría planificado el asesinato de sus padres, hasta con un año de anticipación, por lo que seleccionó el viernes 3 de mayo del 2013 para poder hacerlo, pues los viernes no estaba la asistente de sus papás y eso le permitiría estar a solas con ellos.

Ese fatídico día, Ana Carolina le habló a su madre, María Albertina E., de 68 años de edad, para que le ayudara con algunas cosas en la cocina, cuando ella acudió a su llamado, Mauro D. se colocó detrás de ella para poder asfixiarla y una vez que se desmayó, le inyectaron tres jeringas con una mezcla de veneno para ratas y cloro en el pecho y en la yugular para asegurar que moriría.

Luego del primer asesinato, los tres jóvenes ocultaron el cuerpo de Albertina E. y esperaron algunas horas a que Efrén L, el padre de Ana Carolina, llegara a la casa para poder hacer lo mismo con él. Cuando Efrén L. llegó a su vivienda, su hija también lo llamó a la cocina, y una vez ahí, José Alberto G. (el novio de Ana) lo estranguló y posteriormente le inyectó la misma mezcla mortal en la yugular.

Tras cometer los dos asesinatos, Ana, Mauro y José se fueron a comer hot dogs y llevaron unas cervezas a la casa (donde aún estaban los cuerpos) y tomaron hasta quedarse dormidos. Al otro día subieron los cadáveres al auto y los llevaron hasta un lugar alejado de la ciudad, una vez ahí echaron gasolina sobre Efrén L. y Albertina E. y les prendieron fuego.

Más tarde Ana Carolina y José Alberto fueron a probarse anillos de compromiso y por la noche de ese mismo día, como si no hubiera pasado nada, ambos asistieron a una fiesta de XV años, donde el novio de Ana trabajó como mesero.

 

 

Ese mismo día fue cuando las autoridades encontraron los cuerpos y horas más tarde, llamaron a Ana para que declarara. Durante el interrogatorio ella actuó con normalidad y no levantó sospechas. Sin embargo, en la declaración de José, fue donde se supo la verdad.

José Alberto no aguantó la presión y confesó los crímenes que cometió junto con su amigo y con su novia, e incluso, durante sus declaraciones dijo que “ya no aguanto más, necesito un psicólogo”.

Tras las declaraciones de ambos jóvenes y luego de realizar la autopsia, las autoridades detuvieron a los jóvenes y Ana Carolina recibió una sentencia de 14 años y seis meses en prisión, sin embargo, la historia no paró ahí, pues en las investigaciones del caso encontraron datos escalofriantes.

De acuerdo al reporte psicológico que se le hizo a Ana Carolina para complementar las investigaciones, se descubrió que la joven tenía un nivel de psicopatología muy alto, lo que la volvía una persona extremadamente peligrosa, además tenía un IQ increíblemente elevado.

Ella entendía que era una joven bastante baja de estatura y muy delgada (medía 1.48 metros y pesaba poco más de 45 kilos), por lo que era complicado que ella pudiera cometer un asesinato, debido a ello utilizó algo que los psicólogos llaman “proxy” que es una o varias personas que son manipuladas por el autor intelectual del crimen, para poder cometer un delito, en este caso un asesinato.

 

 

Es decir, Ana Carolina estuvo manipulando por varios meses a su novio José y a su amigo Mauro para que la ayudarán a poder asesinar a sus padres, pues ella no tenía la fuerza para lograrlo sola.

De igual forma, la investigación reveló que Ana Carolina tenía mucho resentimiento con sus padres, pues su edad revelaba que no ella no era su hija biológica, lo que en la escuela le generaba burlas por parte de sus compañeros, e incluso le llamaban por el apodo “Anita, la huerfanita”.

Además, la joven nunca mostró signos de sentirse mal por haber cometido el crimen, e incluso cuando se le preguntó si se sentía arrepentida por haber asesinado a sus padres ella reveló “Sí y no. Sí porque ya no me voy a poder casar con mi novio y no porque ya no aguantaba a mis papás”.

Pese a que a Ana Carolina se le dictó una sentencia de 14 años y 6 meses de prisión por el delito de homicidio agravado, que tenía que cumplir en el Centro Especializado en Reinserción Social para Adolescentes Infractores (Cersai), la joven fue puesta en libertad sólo cinco años después.

La liberación de Ana Carolina, se dio, supuestamente, a que tuvo un comportamiento ejemplar durante su reclusión. Desde ese momento no se ha sabido nada sobre el paradero de la joven.

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