CIUDAD DE MÉXICO.- El cuerpo de Carlos quedó debajo del retrato de John Lennon que atesoraba desde su juventud.
Según sus vecinos, su admiración por el músico lo llevó a dejarse el cabello largo y a usar lentes para asemejarse a él. Inclusive le gustaba que lo apodaran El John Lennon. La mañana de ayer, un estallido anunció que había muerto.
El sonido retumbó en la vecindad donde vivía desde hace tres años, en la calle Coronado 31, en la colonia Peñón de los Baños, Alcaldía Venustiano Carranza.
Eran las 8:30 horas y el resto de inquilinos salió al pasillo que divide en dos el predio.
Enseguida detectaron el olor a gas que provenía del dormitorio de Carlos, ubicado en la segunda planta. Minutos después, llegaron policías, bomberos y socorristas.
Al interior de la habitación, de cuatro metros cuadrados, hallaron al hombre, de 68 años, sentado sobre el catre donde dormía y con la espalda recargada en la pared.
Tenía el torso descubierto y en las piernas aún se apreciaban trozos del pantalón que se desgarró tras la explosión.
Sobre un mueble, observaron sus lentes redondos y, en el suelo, el tanque de gas que ocasionó todo.
Los vulcanos estimaron que tenía una fuga y el combustible se acumuló en el cuarto hasta que detonó.
Durante los peritajes y el levantamiento del cadáver, afuera se reunieron más colonos y conocidos de Carlos, quienes especularon hipótesis sobre su muerte.
"Se nos hace muy raro que había un tanque porque nunca usaba gas", apuntó un hombre mayor.
"Una vez comentó que si le daba una enfermedad fuerte, se iba a dar un balazo. Y apenas me dijo que le diagnosticaron Parkinson y estaba perdiendo la vista, a lo mejor fue su decisión", señaló el dueño de una maderería, donde eventualmente trabajaba El John Lennon.
