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Vino y mole de Oaxaca, una combinación impensable que funciona

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

El acompañante por costumbre para un mole negro oaxaqueño es el mezcal; sin embargo, esta vez no será el protagonista de esta historia. La búsqueda para lograr el equilibrio en un platillo que no esté pesado o picante, llevó al chef Miguel Mijangos a lograr un mole que se puede maridar con un vino espumoso, al parecer, destinado para este platillo: un cava. La impensable combinación funcionó y fue el punto de encuentro de una experiencia que llamaron Cava y Mole.


El mole, el platillo que por excelencia tiene que ver con las fiestas, en Oaxaca, fue el primer invitado en esta que será una serie de experiencias de una marca que divulga la cultura del vino, en la ciudad.



Para esta novel vivencia de experimentar con la gastronomía oaxaqueña maridada con vinos, el guía fue el export manager, Emanuel Micieli, quien introdujo a los comensales en esta degustación en la que después de un bocado de mole, se refrescaba el paladar con un trago de un vino espumoso, con la denominación de origen de España, cava.


Si bien aclaró que es un maridaje poco usual, funcionó, ya que el sabor al que llegó el anfitrión, el chef Miguel Mijangos, después de afinar la receta, fue un equilibrio de sabores bien logrado que permite el realce de los sabores.  


En el Barrio de Xochimilco ocurrió la primera experiencia culinaria en la que un platillo central de la gastronomía oaxaqueña tuvo una exitosa respuesta de parte de los comensales. 


Armonía de sabores


“La armonía que existe entre los vinos espumosos y el mole, se logra a través de la acidez y el gas carbónico característico de estos, que nos permiten limpiar nuestro paladar para seguir disfrutando de este platillo sin tener la sensación de saturación o de picante. Por fortuna para nosotros, ya quedó atrás la equivocada afirmación de que la cocina mexicana no podía maridar bien con ningún tipo de vino”, compartió Emanuel Micieli.



El export manager de la Bodega Raventos Codorniu agregó que las texturas y sabores propios de la cocina mexicana son dados por la mezcla de ingredientes tan contradictorios entre ellos y que, al juntarlos en boca con los sabores característicos de las uvas, ofrecen una experiencia gastronómica completa


“Cada cocinero o cocinera, así como cada enólogo o enóloga, al momento de ejecutar sus recetas, añaden sus secretos y toques especiales, que hace de sus creaciones algo único e irrepetible. Tal como esta tarde lo fue, entre fogones, amigos, copas y maridajes, el vino nos ha demostrado una vez más, que puede ser combinado con cualquier platillo, que los momentos especiales no se construyen, llegan solos, casi siempre alrededor de una mesa sin pretensiones”.


Así ocurrió una propuesta distinta, iniciativa de Viña Tulps, que fomenta la cultura del vino en nuestro país, quienes consideran que: “Cuando se piensa en vino, inmediatamente la mente evoca recuerdos de glamour y sofisticación con mesas elegantes servidas con grandes banquetes de comida. Esta vez fue algo distinto”.


Con este ejercicio se rompieron paradigmas, al combinar lo mejor de dos mundos: la comida de Oaxaca y el vino, haciendo que las grandes bodegas, consideren no solo a México como un país en creciente consumo de vino, sino a Oaxaca como el estado perfecto para enaltecer esta bebida por su perfil altamente gastronómico.



Para saber


El cava Parxet compartió sus primeros cavas en 1920; su nombre, proviene del francés “parchet” que significa trozo pequeño de viñedo, nombre muy adecuado, pues sus viñedos suelen ser de carácter minifundista, tal como los ingredientes que hacen de la gastronomía de México algo tan valioso.

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