El periodismo crítico e independiente está en peligro y el escenario para el ejercicio de la profesión, clave para la democracia, es negro, advierte sin ambigüedades el reportero de la revista Proceso Álvaro Delgado Gómez.
Momentos antes de presentar su nuevo libro: Amasiato, anticipa que la represión y hostigamiento en contra de los periodistas y medios de información independientes se va a recrudecer en el contexto de la elección federal del 2018 y el desgobierno de la administración federal.
“El periodismo que cumple con su deber de informar a la sociedad con un sentido crítico, contrapuesto a la adulación a los poderosos, está bajo acoso en México y me temo que vienen tiempos peores todavía”.
Afirma que a los asesinatos, acoso, censura, se añade el elementos fundamental para que este fenómeno empeore: la impunidad. “Si el jefe del Estado mexicano, en este caso Enrique Peña Nieto, guarda silencio ante los asesinatos, la represión, el acoso contra periodistas, entonces no solamente garantiza impunidad, sino que ésta es una motivación para los enemigos del periodismo crítico e independiente y esto es lo que ha ocurrido en los últimos sexenios”.
Frente a una taza de café humeante, subraya que está situación es difícil que cambie, porque hay una aliento desde lo más alto del poder público.
Asegura que además el periodismo crítico e independiente padece no solo el embate del poder público, también del poder económico, religioso y criminal.
-¿Cómo ha podido Proceso sobrevivir ante el boicot publicitaron del gobierno de la República?
-Desde mediados del sexenio de Vicente Fox sufrimos un boicot en la publicidad oficial, desde entonces lo que ha sostenido a Proceso son sus lectores. No es fácil porque implica sacrificios para los que trabajamos ahí, pero la revista vive de sus ventas, de sus ediciones especiales, página de Internet, de los libros que edita, eso ha permitido que vivamos con dificultad, pero con mucha dignidad.
La cuota de sangre
-Pero Proceso también ha pagado su cuota de sangre…
-Sí, para empezar asesinaron a la corresponsal en Veracruz, Regina Martínez, luego han recibido serias amenazas de muerte y algunos han tenido que salir incluso del país, como Alejandro Gutiérrez, que desde el sexenio de Felipe Calderón se fue a España; en algún momento el corresponsal en Oaxaca Pedro Matías sufrió agresiones, el actual corresponsal en Veracruz Noel Zavaleta, el coadyuvante en el caso de Regina Martínez, Jorge Carrasco; mi compañera Gloria Leticia Díaz y yo mismo. El acoso y las amenazas son la cotidianidad en Proceso, pero Julio Scherer García decía que este tipo de asuntos forman parte de la propia actividad informativa y los periodistas por lo menos tenemos una trinchera, pero la violencia que se ejerce contra los niños, contra las mujeres, esa sí es peor que contra los periodistas, porque ellos están en la indefensión.
Añade que también hay quienes dicen que cuando se atenta contra los periodistas se atenta contra la sociedad y no porque deban tener un fuero especial, sino porque cuando se atenta contra los comunicadores se vulneran por lo menos dos principios fundamentales en una democracia: la libertad de expresión y el derecho de la sociedad a la información. Proceso ha aprendido a vivir con eso, pero esto lo padecen todos los medios independientes y críticos del país, en especial en los lugares donde gobierna el crimen y la impunidad como Veracruz y Tamaulipas; quizás en Oaxaca, por la violencia cada vez más cruenta que vive, va a empeorar el riesgo para los periodistas.
El poder rechaza cambios
Delgado Gómez asevera que la situación de los periodistas y medios independientes no va a cambiar, porque los que están en la cúspide del poder no tiene la más mínima intención de que las cosas cambien.
“Si Enrique Peña Nieto trama, maniobra y decide que va a desaparecer el programa de una periodista como Carmen Aristegui, el mensaje que se envía es que los gobernadores en sus estados pueden hacer exactamente lo mismo, que los presidentes municipales también, que todo el mundo puede atentar contra un medio y un periodista y no habrá consecuencias; ese es el mensaje ominoso que se envió con la agresión a Carmen Aristegui”.
Manifiesta que en esto no hay filiación política, porque actúan igual los panistas, perredistas y todavía no hay muchos casos de Morena, quizás porque no tienen aún mucho poder político. “Pero está en el ADN de los políticos y de la política, históricamente. Contra eso y también está en el ADN de los periodistas, enfrentarlo”.
-¿Por qué?
- Porque es su vocación. Ser periodista tiene que ver con una vocación, tal vez con un idealismo, por eso quien asume esta profesión debe pensar que no va a ser rico, salvo que se saque la lotería, pero va a materializar su vocación, con todos los riesgos que esto implica; pero además es un deber, porque hay que ejercer el periodismo con el propósito de investigar y difundir asuntos de interés público, es decir asuntos que afectan o pueden afectar a una comunidad sea un grupo social pequeño, un municipio, un estado o un país. Es un deber y debe ejercerse frente a la todas las asechanzas y riesgos.
EL PERIODISTA
Álvaro Delgado estudió periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha sido colaborador regular de diversos diarios nacionales como El Nacional, El Universal y El Financiero, así como del semanario Proceso.
En 2003 publicó un libro titulado El Yunque-La ultraderecha en el poder-, que es la continuación de una serie de reportajes publicados por Proceso. Con el libro, ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2003, pero también fue blanco de varias amenazas de muerte.
“(la violencia) está en el ADN de los políticos y de la política, históricamente. Contra eso y también está en el ADN de los periodistas, enfrentarlo”:
Álvaro Delgado, periodista de Proceso clave para la democracia, es negro, advierte sin ambigüedades el reportero de la revista Proceso Álvaro Delgado Gómez.
