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La pintura, la contemplación y los recuerdos

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

Lo que en un principio comenzó como afición personal y cuyos resultados sólo compartía con su familia, ahora es una actividad que comparte con varios observadores. La evolución de su pintura va de la mano con un mayor alcance de público para la misma. Y es que hasta hace sólo cinco años su mayor secreto había sido una importante colección de óleos, después de dos años se ha convertido en un arte para los demás. Su forma de compartir el legado de reminiscencias que guarda en su memoria es un ramillete de paisajes mixtecos que lo enamoraron de una tierra que ya no volverá a ser la misma. Alfredo Bazán llevará su obra a Tehuacán, por primera vez.


Las memorias que guardó toda su vida se encuentran ahora plasmadas en el lienzo, que deja constancia de la belleza natural de estos parajes que vio de niño y que nunca olvidó. Los óleos de Alfredo Bazán comparten la vastedad de una región que ha cambiado, aceleradamente en las últimas décadas, su biodiversidad. Y así, en una placentera compartencia, el pintor autodidacta da cuenta de esos pasajes que caminó tantas veces para llegar a la escuela y que ahora forman parte de un imaginario colectivo que ha determinado su plástica.
La narrativa que pinta en medianos formatos y a la que ha sumado a su colección de Memorias de la Mixteca le da continuidad a una colección que no ha parado de ser expuesta, hasta ahora sólo en Oaxaca. Ahora, con nuevas obras, la colección sigue su curso y saldrá del estado para exhibirse en Tehuacán, Puebla.


En entrevista, el artista se confiesa todavía atado en los recuerdos de esas tierras que lo vieron nacer y las pinta como homenaje al paisaje, pero sobre todo para componer una historia de recuerdos que no dejará al olvido.


"La migración ha afectado mucho a mi región y a todo Oaxaca. Cuando era niño me decían que mis tíos abuelos habían partido hacía 30 años a Orizaba. Yo miraba el horizonte y decía: -¿por dónde se habrán ido? Y me decían que por una vereda. Ahora que regreso parece que me imagino que van como trashumantes, yéndose para esas tierras.
 


Vericuetos mixtecos


Una exposición en el Museo de Arte Moderno bastó para que Alfredo Bazán (Oaxaca, 1958) sintiera el llamado de la pintura, sin formación académica y de manera autodidacta comenzó, hace 30 años, a pintar. Nostalgias fue el título de su primera muestra conformada apenas con 28 obras, a esas alturas, las seleccionadas después de que algunas fueron vendidas y otras más, regaladas.


El acervo que ahora comparte es resultado del trabajo de varios años con temas propios de su tierra. Originario de La Estancia, Coixtlahuaca, en el lienzo hablan escenas llenas de cariño y nostalgia. Habla también el tiempo, tres décadas de pintura que se manifiestan en paisajes, caballos, toros y jinetes, elementos que conformaban el paisaje diario en el camino de su casa a la escuela.


Una niñez en la que caminaba 10 kilómetros para llegar a la escuela y como acompañantes tuvo a piedras, árboles, pastos y borregos. Fue a finales de los años 70 que pensó que podía pintar estos paisajes, pero hasta los 80, que comenzó a pintar en los lienzos, como un pasatiempo que ahora se ha convertido en un deleite necesario.



 

La ruta de la memoria


“Durante este recorrido diario, tuve la oportunidad de ver los diferentes tonos con los que se pintaban los campos en el transcurso del día o en diferentes épocas del año. Por esos senderos aprecié por las mañanas, las maravillosas telarañas que en sus redes de seda, las formas naturales de las rocas, el pasto, las plantas, los cerros, el correr del agua en dos pequeños arroyos que tenía que cruzar; en ellos llegaban a abrevar las recuas, el ganado caprino, equino y bovino, y los pastores tratando de dominar sus animales en una competencia por el agua, haciendo una coreografía de una danza de grandes y ágiles movimientos llenos de color”.


Tales escenas pueblan hoy su memoria y sus cuadros. En su pintura Alfredo Bazán rememora y vive nuevamente estas escenas que tal como lo pensó, algún día plasmaría en el lienzo. Ahora con una serie que mostrar, exhibirá estas ventanas a su cotidiano, aceptando sus influencias en el paisajismo de José María Velasco; el movimiento humano de Francisco de Sorolla y la difuminación de los colores, de William Turner.


“Aunque desde niño hacía dibujos a lápiz, fue a finales de los años 70 cuando me interesé en pintar al óleo, influenciado al visitar museos y hojear libros de algunos pintores. Por los años de 1978 o 1979, acudí al Taller Rufino Tamayo para solicitar una beca de estudio de artes plásticas y uno de los requisitos era presentar algunos dibujos hechos por el solicitante, pero al entregar los míos, fueron rechazados por el director de esa institución, lo que me causó una gran y pasajera desmoralización.”



Esta desilusión no lo detuvo y siguió pintando. Confiesa que como aliciente encontró un artículo en la revista Selecciones, donde el autor narraba que el pintor Edvard Munch había tenido un suceso parecido al exponer sus pinturas en una galería europea, pero se sobrepuso y dijo: “Pintaré para que los que admiren mis cuadros se saquen el sombrero como en las iglesias”.
“Con esta sentencia, decidí empezar de forma autodidacta a pintar al óleo, combinando colores, buscando efectos, buscando tiempo e inspiración, revisando libros de pintura y de vez en cuando visitan- do algunos museos en el Distrito Federal. No he hecho una gran producción, luego que el tiempo que le dedicó a la pintura es poco.” Alfredo Bazán compartirá a partir de este día, en el Centro Comercial El Paseo, de Tehuacán, estos nuevos paisajes.
 


Exposiciones individuales:
2014 Nostalgias, galería de la Dirección de Arte y Cultura de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) Oaxaca.


2015 Memorias de la Mixteca , galería Rufino Tamayo de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, Oaxaca.


2016 Memorias de la Mixteca, Museo del Palacio Espacio de la Diversidad, Oaxaca.  


2016 Memorias de la Mixteca, en el Centro Comercial El paseo, Tehuacán, Puebla.
 


Conózcalo:
Alfredo Bazán Hernández nació en La Estancia, Coixtlahuaca, Oaxaca, el 2 de agosto de 1958. A la edad de año y medio quedó huérfano de padre, creció al amparo del abuelo paterno, quien era un hombre polifacético. Una de sus actividades de su abuelo era la carpintería, donde él jugaba con los diferentes trazos y figuras de madera, viendo las diferentes formas caprichosas de la viruta que desprendía el cepillado de las tablas y los colores de las pinturas y barnices aplicados en la fabricación de los muebles que él hacía; admirando los matices de los tonos de rojos y dorados de las nubes y el cielo que dan los atardeceres, que apreciaba al ver filtrarse en el taller los últimos rayos del sol. Le gustaba observar algunas pinturas, litografías y mapas de los cinco continentes, que decoraban las paredes de su casa. Estos fueron los años más felices de su vida, después su abuelo murió cuando él tenía entre seis y siete años. A la edad de 14 años emigró a la ciudad de Oaxaca, donde trabajó en la oficina de un periódico y terminó sus estudios de secundaria y bachillerato.



 

¿Cuándo y dónde?
Domingo 11 de septiembre, 17 horas, en la Centro Comercial El Paseo, Tehuacán Puebla.

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