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Ignacio del Río y Nochestli: sangre de tuna

Foto(s): Cortesía
Redacción

Hoy es difícil imaginar a un país con una economía girando en torno a las especias y colorantes, sin embargo, así ocurría en la mayor parte de Europa en la época previa al descubrimiento de América.


Paradójicamente, la intención del viaje de Cristóbal Colón era encontrar un camino más corto a las Indias para proveer a Europa de las tan apreciadas especias. ¡Qué afortunada sorpresa fue para los españoles encontrarse con este Continente pródigo en toda clase de tesoros: inmensas tierras, minerales, y civilizaciones más avanzadas que en Europa!


La conquista de América, lograda a base de las armas y de la doctrina católica, permitió a los europeos el dominio de los pueblos originarios de estas tierras para lograr su único fin: apropiarse de todo el oro, plata, tierras, y cuanto significase beneficios económicos para los conquistadores y para la Corona Española.


Muy pronto los españoles, ávidos buscadores de riqueza, descubrieron que no sólo del oro y la plata podían obtener grandes beneficios, sino también del comercio de otros muchos productos, entre ellos los tintes, que en América los había muchos y de muy buena calidad. Pronto se inició un importante intercambio comercial entre pueblos muy distantes entre sí, con el consecuente enriquecimiento de los conquistadores.


La Grana Cochinilla Fina, por su gran calidad tintórea, llegó a ocupar uno de los primeros lugares en ingresos económicos para la Corona Española, después del oro y la plata. La gran admiración que ésta despertó ha quedado plasmada en los escritos de algunos cronistas y viajeros.


He aquí algunos ejemplos:


El historiador Herrera cuenta que cuando los conquistadores lograron tomar la Gran Tenochtitlán, después de encarcelar al Emperador Moctezuma, se pusieron a hurgar frenéticamente en las habitaciones del palacio real en busca de tesoros. Un soldado de apellido Ojeda encontró unos costales muy bien cerrados, y creyendo que contenían joyas, los rasgó con su espada, esparciéndose por el suelo miles de semillitas grises de un olor característico; eran zurrones de Grana Cochinilla Fina que Moctezuma había recibido como tributo de los reinos mixteca y zapoteca. Probablemente al preguntar dicho soldado por la identidad de las semillas haya sido informado de que se trataba de insectos, lo cual dio lugar a que algunos cronistas difundieran la versión de que los pueblos pobres sojuzgados por Moctezuma tributaban con “piojos”.


Gonzalo Gómez de Cervantes, cronista de la Conquista refiere: …la grana cochinilla es un género que casi iguala a la plata, la cual se saca de estos reinos para los de Castilla y solía que en cada flota se sacaban de diez a doce mil arrobas [aproximadamente 11 mil kilos] de dicha grana...


Bernal Díaz del Castillo en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España señala: ...cosas de arte vendían por sí se vendía mucha grana debajo de los portales que estaban en la plaza... [Refiriéndose a Tlatelolco].


Fray Bernardino de Sahagún en su Historia General de las Cosas de la Nueva España, escribe: ...al color que tiñe la grana llaman nochestli que quiere decir sangre de tunas porque en cierto género de tunas se crían unos gusanos que se llaman cochinillas apegados a las hijas y aquellos gusanos tienen una sangre muy colorada, esta es la grana fina y es conocida en esta tierra y fuera de ella y hay grandes tratos con ella. Llega hasta China y hasta Turquía casi por todo el mundo es preciada y tenida en mucho, a la grana que ya está purificada y hecha panecillos la llaman grana recia o fina la venden en los tianguis para que la compren los pintores y tintoreros...


Joseph de Acosta, un jesuita, dice: ...hay otros tunales que aunque no dan fruto los estiman mucho más y los cultivan con más cuidado porque aunque no dan fruto de tunas empero el beneficio de la grana, porque en las hojas de este árbol cuando es bien cultivado nacen unos gusanillos pegados a él y cubiertos de cierta telilla delgada, de las cuales delicadamente cogen y son la cochinilla tan afamada en las Indias con que tiñen dejándolas secar y así secos los traen a España que es una rica y gruesa mercadería, vale la arroba de esta cochinilla muchos ducados.


En la flota del año 1587 vinieron cinco mil y setecientos setenta y siete arrobas de grana [65,286 kilogramos] que montaron doscientos y ochenta y tres mil setecientos cincuenta pesos y de ordinario viene cada año semejante riqueza que dan estos tunales en tierras templadas que declinan al frío. En el Perú no se han dado hasta ahora y en España he visto alguna planta de éstas pero no de suerte para hacer caso de ella...


Felipe III, rey de España: ...Uno de los más preciados frutos que se crían en nuestras Indias Occidentales es la grana cochinilla, mercadería igual con el oro y la plata...


Reamur, sabio francés: ...al darnos esta preciosa droga, quizás el Nuevo Mundo nos ha hecho un regalo más útil que enviándonos su plata y su oro, mas sólo México tiene el privilegio de darnos la cochinilla, por eso es digno que a este país lo envidien los estados más poderosos de Europa...


La Grana Cochinilla Fina mexicana, por su firmeza y belleza de tonos, muy pronto desplazó a todos los tintes rojos usados en esa época, pasando a ser utilizada principalmente en el teñido de prendas de gente acaudalada e importante, como emperadores, jerarcas de la iglesia y lo más “granado” de la sociedad; por ejemplo, Luis XIV cubrió sus paredes y sillas con damasco rojo teñido con cochinilla; y los casacas rojas ingleses lucieron en la batalla de Waterloo uniformes teñidos por disposición legal con Grana Cochinilla Fina mexicana.


Tiempo después, el papa Pablo I impuso a los cardenales el tono que posteriormente se conoció como “rojo cardenal”, lo cual propició en Europa un nuevo auge del colorante proveniente de los insectos margarodes y kermes, originarios del Sur de Francia, España y Norte de África.


Durante muchos años los españoles conservaron el secreto del origen de la Grana Cochinilla Fina. No fue sino hasta los años en que se fabricó el primer microscopio, que Anton Van Leenwenhock (1632-1723) pudo observar con claridad la Grana Cochinilla Fina, exclamando asombrado “¡tiene patitas!” No obstante, en Europa insistían en su naturaleza vegetal con todo y que muchos sabios e investigadores conocían ya su naturaleza animal.


El científico y aventurero francés Tierry de Menonville, tratando de agradar a su rey, viajó de incógnito a Oaxaca, llevándose después de múltiples aventuras varios nopales infestados con Grana Cochinilla Fina a las Antillas Francesas, con el afán de cultivarlos. Aún cuando tuvo éxito en su aventura, el proyecto de cultivo fracasó, por lo cual murió decepcionado.Posteriormente sus compatriotas reconocieron sus méritos y publicaron un libro con sus aventuras.


Uno de los más famosos artistas textiles de aquella época fue Gobelin, creador de los famosos Gobelinos. Parte de su fama provino del uso del color rojo intenso que daba a sus tapices, tono que era producto de la combinación de la Grana Cochinilla Fina con sales de estaño, basado en los trabajos del holandés Drebbel’s y de Kufflen. Para cuidar la calidad de sus teñidos, Gobelin tenía contratado a un famoso químico francés de apellido Cheveul.


En un informe del Intendente de Comayagua, Guatemala, firmado el 15 de diciembre de 1818, éste pide hacer traer de Oaxaca dos o tres sujetos inteligentes para que enseñen en esa región los beneficios de la Grana Cochinilla Fina.


En la guerra de Independencia, cuando el Generalísimo Don José María Morelos y Pavón toma la ciudad de Oaxaca, apoderándose de sus riquezas, incluida la Grana Cochinilla Fina, escribe lo siguiente a Ignacio Rayón: ...esta hermosa provincia, merece su atención y en ella tengo por cierto que fundamos la conquista de todo reino ya por ser la primera capital que tomamos con macicez, ya por estar defendida con poca gente y ya en fin por los recursos que encierra de hombres útiles, minas, tabacos, puestos y granas que convertiremos enfusiles para lograr la independencia de América...


En el año de 1818 llega a la ciudad de Oaxaca, procedente de su natal Guelatao, un indio zapoteca llamado Benito Juárez García para buscar trabajo y continuar sus estudios. Llega a la misma casa donde trabajaba su hermana Josefa al servicio de Don Antonio Maza, quien se dedicaba junto con su hermano al comercio de Grana Cochinilla Fina. Don Antonio aceptó a Benito y enseguida lo llevó a su bodega ubicada en lo que hoy es Avenida Hidalgo esquina con 20 de Noviembre. Lugar donde el futuro Benemérito de las Américas ganó los primeros dos reales de su vida. Aún existe allí una placa con el antiguo nombre de Calle de la Cochinilla.


Otros historiadores refieren también que la madre del Gral. Don Porfirio Díaz alquilaba una nopalera con Grana Cochinilla Fina, con lo cual pagaba los estudios del joven Porfirio, quien llegaría a ser uno de los más prominentes dirigentes del País. Años después, como Comandante de la Zona de Oaxaca, Don Porfirio firma un Decreto a propósito del comercio de la Grana Cochinilla Fina.


Así, podríamos seguir mencionando los términos elogiosos conque personalidades de todo el mundo, monarcas, poetas, sabios, comerciantes y viajeros en general se refieren a este pequeño insecto.


Mas volviendo a los españoles, al darse cuenta éstos del enorme ingreso que obtenían de la Grana Cochinilla Fina aumentaron su producción, ampliando las tierras de cultivo y dando lugar a una gran industria que, aunada a los tributos y diezmos de la iglesia, representó para España ingresos tan grandes que a propósito se le rodeó a la Grana de un halo de misterio para impedir que otros países pudieran apropiarse de su conocimiento.


Cuando finalmente se descubrió que la Grana era un insecto, los países cautivos del monopolio español, como Francia, Inglaterra y Holanda, que empleaban grandes cantidades de Grana Cochinilla Fina para teñir el vestuario de la época incluyendo los uniformes militares, consiguieron algunos insectos vivos para reproducirlos en otros lugares, probando suerte en las Antillas, en algunas islas de Oceanía, África, etcétera, aunque sólo prosperó en las Islas Canarias, siendo desde entonces un punto de gran producción.


La mayor producción en la Nueva España fue en 1774, año en que se produjeron más de un millón de libras españolas.


Perú, el principal productor en la actualidad, la conoció también desde tiempos remotos, aunque quizá debido a que era más barato enviarla desde México a Europa no llegó a explotarla con mayor intensidad en la época colonial.


A finales del siglo XVII se lograron las mayores exportaciones de la zona oaxaqueña con la cantidad de ciento ocho mil millones de hembras secas.


Su cultivo comenzó a decrecer hacia la Guerra de Independencia, y el último año en que se exportaron grandes cantidades fue en 1932, después de lo cual casi desapareció.


Casi tres siglos fueron la época dorada para la Grana Cochinilla Fina en la industria textil: XVI, XVII y XVIII.


Actualmente los principales países productores son Perú, Chile, Bolivia e Islas Canarias, quienes sin ser lugares de origen han logrado sostener su producción. En 1995, Perú produjo 487 toneladas; Chile, 40 toneladas; Islas Canarias, 40 toneladas; y Bolivia, 10 toneladas; lo que representó para esos países importantes ingresos en divisas, ya que además de vender la Grana Cochinilla como materia prima, en Perú y Chile se procesan sus derivados químicos: ácido carmínico en sus diversas formas, como laca carmín y carmín hidrosoluble, soluciones que le dan un valor agregado importante a la Grana Cochinilla Fina.


Hasta aquí la transcripción de parte del capítulo 2 del libro: Grana Cochinilla Fina, regalo de México para el mundo. Escrito por el Ing. Ignacio del Rio y Dueñas sobre la sangre de tunas llamada nochestli, cuya fuente primaria fue el acervo del Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado, donde todavía hay cientos de fojas sobre la grana esperando ser leídas. Los invitamos a consultar este y otros testimonios documentales del Estado de Oaxaca.

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