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Creer en sí mismo, en las claves del éxito

Foto(s): Cortesía
Julio León

Creer en sí mismo y trabajar por alcanzar los grandes anhelos, es uno de los principales factores que te guía al éxito, considera el sensei Armando Anselmo, quien radicó en Oaxaca durante su infancia, adolescencia y parte de su juventud, y a los 19 años de edad emigró a Estados Unidos de América y hoy cuenta con la que se considerada la escuela más grande de las artes marciales en el mundo, con sede en Oceanside, California.


Atravesó por muchas carencias y limitaciones de niño, y esa fue una de sus grandes inspiraciones para luchar por sus sueños. Ahora transmite esa motivación a las nuevas generaciones.


“Fue fundamental no querer regresar a mi pasado, y ahora trabajo en inculcarle a mis alumnos que deben saber que en la vida todo es posible cuando crees en ti.


“También les aclaro que no se confíen en la suerte sino en el trabajo duro, en ser positivo y tener confianza, y en apasionarte con tu trabajo, que si lo hacemos con amor y honestidad, va a haber resultados. Entonces, cero excusas y cero flojera”, puntualizó el director general de la organización Champion Eyes, en Oceanside.


LOS ORÍGENES


El sensei Armando Anselmo, actualmente Séptimo Dan en karate do, comenzó a incursionar en las artes marciales desde su niñez cuando tenía entre cuatro y cinco años de edad; las películas de las artes marciales le despertaron el gusto por esta especialidad.


A partir de ese momento descubrió ese amor y pasión hacia el arte marcial que tiene.


Tuvo una infancia difícil en el aspecto económico, recordó, pero también enfatizó que precisamente el deporte le brindó la fortaleza necesaria.


“Tuve una infancia triste, de muchas limitaciones, de mucho dolor, carencias, tristeza pero inconscientemente el karate me mantuvo firme y con fuerza para ser positivo”.


Armando Anselmo tuvo como su primer entrenador de karate al oaxaqueño Teófilo Chávez, “a quien aún le tengo mucho respeto. Él me enseñó la base del karate”, subrayó.


DECIDE EMIGRAR


Es a los 19 años de edad cuando emigra a los Estados Unidos de América, a donde por cierto su mamá partió cuando él tenía 13 años y se quedó a vivir en Oaxaca al lado de sus dos hermanas”.


Dentro de los preceptos de Armando Anselmo está “siempre dar lo máximo. Y si no puedes, apréndelo”.


Afirma que emigró no por el sueño americano ni por ganar más dinero sino como una decisión muy personal. A su llegada no tenía la intención de ser profesor de artes marciales.


Pero relacionarse con personas de mentalidad positiva, exitosas, le brindó una visión diferente y se sacudió un aspecto muy importante…


Y es que considera que no se puede emigrar y mantener los mismos hábitos porque entonces el cambio es sólo de lugar de residencia.


“El error que cometemos todos es que te llevas tu cultura y la vives de la misma forma, te traes el hábito y sólo cambias de lugar”.


Y reconoce: “Por ocho años viví así, hasta que un día veo a mi hija y me pregunto ¿Qué hago de mi vida? No hablo inglés y no tengo documentos”.


Y es cuando decide hacer un cambio: “comienzo a relacionarme en mayor medida con artemarcialistas de alto grado. Tomo la decisión de empezar a competir y descubrí mi talento; empecé a obtener primeros, segundos, terceros lugares.


“Aprendo inglés, ingreso a clases de actuación y me relaciono con personas positivas que te motivan, que son exitosos y te comparten sus preceptos y eso te da una visión diferente”.


ABRE CHAMPIONS EYES


De esta manera, luego de probar suerte como entrenador en diferentes escuelas, con la ayuda de una persona formula una sociedad para abrir un espacio propio a finales de los noventas. Y más adelante consigue instalar un gimnasio del cual es único propietario y que hoy es el Champion Eyes.


El también practicante de kung fu y tae kwondo, sobre la importancia del deporte en la vida del ser humano, indicó: “es algo genial en el aspecto físico, en lo mental, pero el aspecto espiritual es también algo muy importante”.


Y a cerca de lo que representan las artes marciales en su vida: acentuó: “las tengo en la sangre, en mí; si no hubiera descubierto ese talento no estuviera donde estoy ni tuviera lo que he logrado”, finalizó diciendo el padre de dos hijos, de una niña de 22 años y un hombre de 14.


Volver al estado donde creció, le permite recargar baterías, mencionó sonriente mientras observaba alegre un bonito paisaje de la capital oaxaqueña.

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