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En Oaxaca descarta HNO cirugía a pequeña de 5 años por falta de equipo

hospital-oaxaca
Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Cada que su hija Miriam, de cinco años, se queja de que le empieza a doler uno de sus ojos, Soledad espera lo peor, que le vuelvan los vómitos y las convulsiones que no tienen para cuándo parar porque en el Hospital de la Niñez Oaxaqueña Doctor Guillermo Zárate Mijangos no tienen el microscopio que requiere el neurocirujano para operar.

“Me dice “mamá, me duele mi ojo” y yo sólo puedo decirle: “¿qué cosa te hago? duerméte, a lo mejor al rato se te quita”, narra Soledad imposibilitada para encontrar algún remedio u otra forma de tranquilizar a su hija mayor.

Cuando lo cuenta, inevitablemente Soledad empieza a llorar, pero ella misma retoma fuerzas y serenidad para plantearse una pregunta que más allá de incredulidad, toca el punto débil de un sistema de salud que no garantiza un derecho universal:

“No tengo un remedio que darle, se la recomiendo a Dios porque dónde buscamos, cómo le hacemos, dónde buscamos, si encontramos un particular, se va a hacer carísimo, quién nos va a prestar dinero, no puedo creer que el Hospital de la Niñez no tenga un microscopio, no creo que mi hija sea la única que lo necesite”.

Soledad, una mujer de 30 años que al igual que su esposo Constantino trabaja una tierra prestada en la comunidad de San Guillermo Miahuatlán, a 84 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, vive de lo que la sequía le permite cosechar y de sus bordados que comercializa a precios ínfimos.

La primera vez que Miriam convulsionó tenía cuatro años, era noviembre de 2022 y Soledad no estaba en casa, porque había salido al campo. Fue la abuela materna quien atestiguó cómo la niña vomitó, se cayó y ya no se paraba.

Después de acudir al Hospital de Miahuatlán de Porfirio Díaz, acudió con un neurológo particular que pedía grabar un video de la siguiente convulsión, a lo que Soledad se negó porque “no queria que volviera a pasar, no iba a poder, no quería”.

Las convulsiones que regresaron la madrugada del 31 de julio las obligó a ingresarla a urgencias del Hospital de Miahuatlpan y dos días después la refirieron al Hospital de la Niñez, en San Bartolo Coyotepec, donde le diagnosticaron un tumor que no le pueden extraer con cirugía.

“Como en Miahuatlán no cuentan con aparatos, le debían hacer una tomografía y un electroencefalograma por las convulsiones, tres meses después la valoraron en el Hospital de la niñez, en diciembre le diagnosticaron un tumor en el lado izquierdo de su cabeza”, el cual sólo sabe que está grande y que se necesita sacar.

“Ahora indican que no tienen el microscopio, aunque hay neurólogo, debo pasar por una hoja de referencia para que la trasladen a otro hospital”, pero más allá de que exista un espacio para realizar la cirugía de alto riesgo a Miriam, su familia se plantea gastos que no dimensionan cómo pagar.

“Quiero que esté bien, porque cuando empieza con dolor de oído o el ojo, se  que va a llegar un momento que empiece con dolor de cabeza y ya no se pueda hacer más”, reconoce con la impotencia de la ausencia de salud para su hija en un contexto de extrema pobreza y un sistema de salud sin la capacidad para atenderla.

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