El rechinido que provoca la fricción del trapo con el zapato hace visible a don Francisco entre los cláxones, cantar de los pájaros y el sonido de las copas de los árboles.
Todos los días, desde las ocho de la mañana y desde 1985, don Francisco Ramírez arriba al zócalo, en la capital oaxaqueña, para lustrar decenas de zapatos, botas, zapatillas y demás calzado, al igual que otros 44 aseadores de calzado, mejor conocidos como boleros.
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Don Francisco recuerda que comenzó este oficio recorriendo las calles del centro histórico acompañado de su inseparable cajón, donde ofrecía “dar grasa” a los zapatos de visitantes y locales.
Años después, tras un examen, asegura, consiguió un puesto fijo en el zócalo capitalino, donde ha visto marchar miles de zapatos y ha tenido la oportunidad de limpiarlos, dar grasa y sacarles tanto brillo que provoca un sonido muy característico de ellos.
Su amado oficio
El aseador subraya que esta labor que realiza le ha dado grandes satisfacciones, como lo es el sacar adelante a su familia e hijos a quienes les dio estudios y asegura que nunca ha faltado pan en su mesa.
Asegura que durante la pandemia por la COVID-19, tuvo miedo por no poder darles un sustento durante el tiempo que se les solicitó retirarse, pues aseguraron que tenían que trabajar e instalarse en este lugar.
Afirma que tuvo que dejar su silla en el zócalo y volver a caminar en las calles recordando sus primeros años dedicándose a este oficio de lustrador.
El bolero tiene algo muy grabado en su mente y es que “cualquier actividad que tengamos que hacer, la debemos hacer con amor y a tratar amable a los clientes, pues de ellos dependemos nosotros”.
Cada día es diferente
Agrega que para él, cada día de trabajo es diferente, pues lustra pares hechos de diversos materiales como piel, plástico, piel sintética, entre otros materiales, además de que conoce gente diferente y las pláticas son diversas.
Agradece que aunque pasan los años, aun después de más de 100 años de que ha existido este oficio, las personas siguen necesitando este servicio, ya sea para ir a la oficina con los zapatos limpios, a una entrevista de trabajo o simplemente tener un calzado presentable mientras hojean un periódico o revista, leen un libro o platican con ellos.
Admite que su trabajo ha disminuido un 50 por ciento, debido a que hay más personas que se dedican a esta labor, por lo que hay más opciones para la ciudadanía que le gusta lustrar su calzado.
Además de esto, los constantes bloqueos y manifestaciones son un motivo para que las personas no se acerquen al centro histórico de Oaxaca, generándoles menores ganancias.
Don Francisco comparte que hay veces que pasan las horas desde que llegan a su centro de trabajo y no consiguen su primera boleada del día, contrario a hace más de 20 años, cuando llegaban a lustrar al menos 10.
Sin embargo, el lustrador ama su trabajo, por lo que este Día del Bolero no puede dejar pasar la fecha para exponer que le gusta este trabajo y agradecer a quienes se acercan a limpiar, bolear y lustrar su calzado con él y sus demás compañeros que están, tanto en este como en otros parques de la capital oaxaqueña.
“Yo jamás he pensado abandonar este maravilloso oficio. Valoro mucho el espacio y me enorgullece decir: soy bolero”, asegura.
Día del Bolero:
En cada estado se celebra el Día del Bolero en diferentes fechas; en el caso de Oaxaca, es cada 24 de mayo.
Para saber
Un limpiabotas, lustrabotas, lustrador o bolero, es una persona que se encarga de limpiar y lustrar el calzado de eventuales clientes, utilizando betún para calzado.
Aunque el rol es desaprobado en algunas latitudes del mundo, constituye el medio de manutención de familias de condición precaria en diversos países.
- 1985 año en que comenzó don Francisco el trabajo de lustrador
- 44 boleros integran la organización a la que pertenece don Francisco
- 50 por ciento han caído las ventas de los boleros
