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Se desploma en Oaxaca la participación de las mujeres en el campo

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

En la enfermedad de su esposo Aristeo Silva Pacheco, un hombre que a sus 73 años ya no puede caminar ni realizar trabajo en el campo, Cenorina Avendaño González encontró la fuerza para resistir en una actividad productiva que en 15 años redujo la participación femenina en diez puntos porcentuales.

Del 26.8 por ciento de participación que las mujeres tenían en el campo, según lo reportado en el Censo Agropecuario 2007, para el mismo ejercicio en 2022 disminuyó a 17.2 por ciento.

 Aferrarse al campo

En tres meses que Aristeo no ha pisado su parcela en Cuilápam de Guerrero, ésta pudo llenarse de maleza, una tristeza doble que Cenorina no podría soportar.

“Nosotros nunca pensamos abandonar el terreno, si se abandona se va a llenar de malezas, imagínense con él (mi esposo) en la casa, estando así y venir al campo. Aquí nos venimos a distraer, a desestresarnos. se nos olvida un rato su enfermedad de él, por decirlo así” , expresa Cenorina.

Que su hija Columba Silva Avendaño se haya formado como agrónoma 25 años atrás, facilitó a Cenorina tener un acompañamiento técnico para diversificar cultivos. Limitar su capacidad de producción porque es mujer que ya no cuenta con el apoyo de su esposo, no es una posibilidad que pasó por su mente.

“Mi mamá siempre ha tenido la idea de sembrar chile de agua. es un cultivo del Valle que gusta, pero no se había dado el tiempo”, reconoce Columba, a quien le llegó la oportunidad de adquirir 4 mil plántulas listas para sembrar.

En una fracción de su parcela, en mil 200 metros cuadrados, Columna y su esposo Nestor Allende López, quien también es ingeniero agrónomo, sumaron fuerza para instalar 35 camas acolchadas de 60 centímetros de ancho y 30 metros de largo.

El 29 de marzo pasado cada planta de chile de agua se sembró a 40 centímetros de distancia para que todas las mañana sean regadas por goteo.

Sin contar la mano de obra de ambas mujeres y de Nestor, en este cultivo han invertido al menos 12 mil pesos y los chiles de agua ya están listos para un primero de tres o hasta cuatro cortes, puesto que de cada planta esperan como mínimo 12 piezas que ofrecerán por pieza o por ciento.

Una tierra viva

Si años atrás su familia se limitaba a sembrar milpa intercalada con maíz y frijol (sistema milpa) es porque los recursos no alcanzaban, "sobre todo para comprar la planta o la semilla" del chile de agua, endémico de los Valles Centrales de Oaxaca.

Que sus hijos e hijas ya hayan formado su familia permite que Cenorina pueda sopesar una economía que por las actividades agrícolas "es un poco es baja" e implica echarle más ganas para ver que su cosecha lograda.

"A mí me gusta mucho el campo, mucho dinero no habrá, pero es limpio y de aquí hay para comer. Yo le digo a los productores que hay que sembrar la tierra porque está viva, es fértil y todavía da".

Cenorina sabe que se acerca el momento de la cosecha del chile de agua que anhelo sembrar y todas las mañanas, con una pala, quita la la maleza para que no le afecte al cultivo, sabedora que “si hay mucha hierba ahí se esconde la mosquita hierba”.

Su hija Columba y su nieta Dulce la acompañan a trabajar una de las 380 mil 579 unidades de producción que en Oaxaca están activas, en promedio conformadas por 2.9 hectáreas, como las que junto con su esposo Aristeo posee Cenorina.

De los 2.3 millones de jornales que conforman la mano de obra en el campo oaxaqueño, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), en su Censo Agropecuario 2022, identifica que el 17.2 por ciento son mujeres, lo que equivale a 409 mil 152 jornaleras, comúnmente contratadas por periodos breves o por más de un patrón.

Con toda una vida dedicada a las labores del campo, Cenorina se sincera y admite que hay mañanas que “flojea” y se termina despertando hasta las 8:00 horas, puesto que  “ya teniendo una persona enferma se bajan los ánimos, pero para trabajar, desde las 4:00 se quita el sueño pensando qué hacer”. 

Mientras habla, a la mujer de 66 años que creció entre cultivos de milpa le brillan los ojos de tristeza, pero las lágrimas no alcanzan a salir porque tiene mucho que agradecer: “venimos y estamos contentos de haber trasplantado nuestros cultivos, de que sí están bien y que va a haber comida para nosotros”.

Las mujeres en el campo

Censo Agropecuario 2007: 26.8% de participación.

Censo Agropecuario 2022: 17.2% de participación.

La participación de la mujer en las labores agropecuarias y del campo disminuyó en casi 10 puntos porcentuales en 15 años.

"A mí me gusta mucho el campo, mucho dinero no habrá, pero es limpio y de aquí hay para comer. Yo le digo a los productores que hay que sembrar la tierra porque está viva, es fértil y todavía da".

Cenorina Avendaño González, campesina

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