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Observatorio Astronómico de Oaxaca abre sus puertas para eclipse solar

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Foto(s): Nadia Altamirano Díaz
Nadia Altamirano Díaz

La punta del telescopio refractor del Observatorio Astronómico Municipal de Oaxaca de Juárez apuntaba al cénit; cientos de personas esperaron más de una hora para posar por unos segundos un ojo sobre el ocular y acercar millones años luz su mirada al eclipse total de sol que en Oaxaca se pudo observar ayer de manera parcial.

"¡Wow, ya se ve más luna que sol!" "¡Se ve color naranja!" "¡Ala!" "¡Parece una yema de huevo!" o "¡Es una paleta mordida!" fueron parte de las expresiones espontáneas de las y los espectadores.

 

 

Desde las 9:00 horas de este lunes el Observatorio Astronómico Municipal, construido hace 51 años en el punto más alto del Cerro del Fortín y con el telescopio más grande en la entidad, abrió sus puertas para recibir a alrededor de 3 mil personas.

Sin faltar el puesto de comida callejera o pequeños grupos de misioneros de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que aprovecharon la concentración masiva para evangelizar, para muchos fue mejor llegar caminando.

 

 

Para maravillarse

Para el astrónomo y director de este Observatorio, Carlos Aguilar, a este espacio llegaron quienes no han agotado su capacidad de asombro y superado las supersticiones o creencias sin fundamento.

“Un eclipse implica algo extraordinario, maravilloso, algo que emociona y en Oaxaca de Juárez tenemos un Observatorio gratuito” donde al telescopio refractor se sumaron otros cinco donde la gente serpenteó haciendo largas filas para ver más de una vez el efecto óptico en el que el diámetro de la luna parece ser el mismo que el del disco solar.

Por algunos momentos las nubes hacen el papel de un lente en el cielo que le quita mucho brillo al sol.

 

 

“Aquellos que saben rezar, hagan oración para que se quiten las nubes”, bromeaba el astrónomo Carlos Aguilar, quien al micrófono compartió sus conocimientos con los asistentes, a manera de conferencia.

A parte de lo que les enseña en el salón, el profesor de sexto grado en la escuela Primaria Urbana Federal 27 de Septiembre en la Villa de Zaachila, Miguel Barragán Bustamante, prefirió que la clase de ayer fuera en el Observatorio.

“Obviamente tendría que haber más compañeros profesores aquí, compartiendo sus conocimientos con los alumnos, pero a veces nos falta el gusto por la ciencia”, reconoció.

 

 

Una clase fuera del salón

En las primeras dos horas previas al eclipse cada estudiante recibió una hoja con las imágenes del sol y la luna que les permitirían realizar una maqueta móvil.

“Es muy lindo e interesante poder observar como la luna tapa al sol”, expresó Romina, quien junto con su compañera Naila creía que en Oaxaca el eclipse permitiría tener por unos minutos una noche anticipada.

Además del telescopio refractor en la bóveda del observatorio, se dispusieron de cinco telescopios, incluyendo el de Alex Sebastián, un adolescente de 14 años que aspira a estudiar ingeniería aeroespacial porque se siente atraído por la vida extraterrestres.

Con los oculares idóneos, el telescopio de Alex permite tener hasta 465 aumentos, pero ayer acercó la mirada 250 veces a la Luna para mirar cómo su coincidente alineación con el sol da la apariencia de que son del mismo tamaño.

 

 

Como lo hacían las culturas prehispánicas, Óscar Daniel, quien es parte de la continúa tradición tetzkatlipocatl (espejo humeante, en náhuatl) prefirió traer un círculo formado con la piedra volcánica llamada obsidiana.

“Con las obsidianas se observaba el paso del sol y para mí es privilegio verlo con este tipo de instrumentos”, expresó Óscar, quien si bien ya había nacido cuando ocurrió el eclipse de 1991, apenas tenía dos años para poder observarlo.

A las 10:46 horas las nubes que restaban luminosidad al sol se empezaron a agrietar y fue posible comenzar a observar este espectáculo cósmico.

“El sol comienza a tener una parte que no se ve”, expresó con fascinación Jesús, un niño de 10 años que fue el primer espectador en mirar por el telescopio refractor del Observatorio.

 “Está bien emocionado, le encanta todo lo que tiene que ver con las estrellas”, aseguró Blanca, madre de Jesús, quien por una artrogriposis múltiple congénita requiere una silla de ruedas porque no puede caminar.

Aunque en el tiempo que lleva de vida han ocurrido dos eclipses solares totales que en Oaxaca se han podido de ver de manera parcial, Viviana no pudo ver el de 1991 porque las supersticiones en torno a las embarazadas fueron más fuertes.

Pero ayer Viviana no dudó en acudir con su nuera y sus dos nietas al observatorio, quienes confirmaron que ahora hay más interés por maravillarse de cómo la sombra de la luna cubre parte del sol.

Con escuelas que suspendieron clases o que por el eclipse solar hicieron optativa la asistencia, cientos de padres y madres prefirieron acudir al Observatorio Municipal para que sus hijos o hijas tuvieran una clase práctica de ciencia.

 

 

Una lente de nubes

A las 12:15 horas, casi cuando el sol llegaba al cénit, el cielo en la ciudad de Oaxaca volvió a cubrirse de nubes, ocho minutos después de que en Mazatlán, Sinaloa, a mil 470 kilómetros de distancia, la luna había tapado por completo al sol en un recorrido que incluyó Torreón, Coahuila, Little Rock, Estados Unidos y Montreal, Canadá. 

Está nublado, hay que esperar un momento, explicaba Esteban Pacheco Martínez, quien con uno de sus compañeros del observatorio municipal activaba el mecanismo para mover la abertura del domo y colocar en el punto opuesto de la base que era un impedimento para que el gran telescopio lograra una posición de 90 grados respecto al suelo.

La vida de Esteban también ha coincidido con dos eclipses, pero para él el principal que presenció fue el del 11 de julio de 1991, porque en el del 17 de marzo de 1970 apenas y tenía dos años.

 

 

“Se va a volver a despejar el cielo”, auguraba el astrónomo Juan León. encargado de un telescopio con un ocular de 25 milímetro.

La otra opción en el observatorio era acercarse a uno de los dos tendederos de los que colgaban lentes de cartón con filtro especial.

“Sólo pueden ver el eclipse durante 15 segundos”, repetía una trabajadora del Observatorio, cuya voz se replicaba por las bocinas. “No se lleven los lentes, aquí hay agua para llenar su bote, si trajeron. No dejen basura”, eran algunas de las indicaciones repetidas mientras las personas comenzaban a dispersarse.

Al año ocurren dos eclipses de sol y cuatro de luna, pero un espectáculo similar en México se tendrá hasta el 30 de marzo del 2052, lo que implica una espera de 28 años.

 

 

En el lugar

 3 mil personas acudieron al observatorio

 

“Un eclipse implica algo extraordinario, maravilloso, algo que emociona y en Oaxaca de Juárez tenemos un Observatorio gratuito”

Carlos Aguilar, astrónomo y director de este Observatorio

 

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