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Oaxaca, la contradicción de la ciudad que rechaza y atrapa a migrantes

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Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Atrapados en una política migratoria que les dificulta avanzar a la frontera con Estados Unidos, en medio de la indiferencia ciudadana, atropellos policíales, hurtos y miseria, la familia de Nana, una venezolana de 23 años, tomará un autobus que les lleve a la Ciudad de México, en un intento por alejarse lo más posible del sur del país, donde han encontrado las mayores dificultades para seguir un viaje impuesto por la pobreza en Venezuela.

“En Venezuela ya no aceptan los bolívares, ya los bolívares no sirven para nada. Usted a la semana sólo puede ganar 20 dólares (alrededor de 360 dólares) y con eso tú tienes que pagar arrendamiento y comprar comida. Uno se acuesta y al otro día se tiene que preocupar porque uno no tiene qué darle comida a los niños”, narra una mujer que por tres días ha reservado gastar los 25 pesos que le cobran por bañarse en un servicio público cercano a la Central de Abasto.

Es de noche, Nana, junto con su hija de tres años, su esposo, su hermana, su hermano, su cuñada y dos sobrinos están sentados directamente en el suelo o sobre las pocas pertenencias que no perdieron el jueves pasado que corrieron al igual que un centenar de migrantes que fueron desalojados del Jardín Morelos, ubicado entre las calles de Guadalupe Victoria y Avenida Independencia.

Ante la llegada de patrullas y camionetas de migración, la opción era correr y resguardar a los hijos o hijas, o dejar que les devolvieran a la frontera de México, con la promesa de que les reubicarían en un refugio.

“Agarraron como a 20 o 30 personas, los demás corrimos, dejamos pertenencias, todo se lo llevaron. Había una señora mexicana que se reía y nos gritaba ladrones”, recuerda Nana. En medio del desconcierto, a medianoche del jueves lograron dormir en el piso de un mercado, de donde les levantaron a las 4:00 horas del viernes, por lo que intentaron hacer lo mismo en una plaza, de donde también les expulsaron, por lo que sus últimas horas en la ciudad las han pasado caminando.

 

"Terminales" irregulares de boletos

 

En un intento por salir lo más pronto posible de la Ciudad que les ha hecho sentir más profundamente la xenofobia, Nana y sus familiares hacen cuentas para tratar de completar los 400 pesos que por persona les cobra una terminal improvisada en un pequeño local en la calle de Huzares, en la periferia del Centro de la Ciudad. Una lona y un letrero elaborado sobre una cartulina deja claro que aquí una empresa inexistente Afypsa, vende boletos para México, Puebla y Chiapas.

Las salidas a la Ciudad de México son diarias, a las 22:45 horas. No hay autoridad que supervise el costo fijado a cada boleto, ni si se cumplen con las condiciones mínimas de seguridad.

Si tienen algo de ropa después del desalojoo es porque “una señora muy buena llegó y nos la regaló junto con cobijas. El poco dinero del que disponen es porque el hermano y el esposo de Nana trabajaron de 7:00 a 20:00 horas cargando cajas de verduras a cambio de 250 pesos a cada uno.

“En la mañana nos fuimos a un refugio, porque migración nos sacó del Jardín (Morelos), pero nos dicen que primero tienen que sacar a los que esstán ahí y que volvamos hasta el lunes, no nos permitieron entrar ni para bañar a los niños”, relata una indiferencia normalizada que le gustaría fuera vista como un trato desuhaminzado hacia extranjeros que no forman parte del grueso del turismo que llega a Oaxaca.

 

Expulsados

 

Nana y sus siete familiares se decidieron a dejar Venezuela el pasado 25 de agosto. “Vendímos ropa, cama, lo que medio se tenía para poder juntar 600 dólares (10 mil 600 pesos mexicanos)” y alcanzar llegar a la frontera entre Colombia y Panamá donde se ubica la selva El Darién.

A partir de ahí comenzaron a trabajar prácticamente por día en Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México y en el camino se han agrupado con otros venezolanos como Oscar de 23 años que viaja con su esposa y su hija, quien el pasado 25 de agosto cumplió años en una calle de La Ventosa, en el municipio de Juchitán, en el Istmo de Tehuantepec.

“Si no nos quieren en su país, por qué en vez de corrernos o estar gastando dinero en un autobús que nos regresa a la frontera con Guatemala, por qué no nos mandan para adelante (a la frontera con Estados Unidos), también somos seres humanos, lo único que nos cambia son las nacionalidades”, se pregunta sin entender la política migratoria de este país ajeno.

 

Agrupados en el camino

 

Al grupo también se sumó Yeny, una venezolana de 43 años que viaja con su pareja y su hijo de 17 años que enfrenta discapacidad visual, que no esperó el tratoque ha recibido en Chiapas y en Oaxaca.

“Yo nunca esperé esto, si uno está aquí, es de paso. No se viene a vivir aquí, uno anda buscando estar en Estados Unidos. Sólo se queda uno aquí porque no tiene plata, porque las mismas autoridades nos quitan la plata, en los mismos retenes”, reprocha.

Y explica: “Si nos quedamos en Venezuela nos morimos de hambre, no hay nada para los niños, no hay futuro”, pero de todos los países que han tenido que cruzar sólo en Costa Rica encontraron trabajo y atención médica para su hijo y su pareja que enfermaron “como de neumonía o bronquitis”.

A diferencia de Costa Rica, en Panamá los encerraban “como presos” para que no salieran a la ciudad, pero ha sido en México, por encima de Guatemala, donde han recibido el peor trato.

Para Nana como para sus connacionales el boleto que han conseguido a la Ciudad de México no les da seguridad de nada. Ignoran si podrán llegar a algún refugio o poder trabajar, pero tienen en mente tramitar una cita CBP One para solicitar al Gobierno de Estados Unidos su ingreso.

“A ver para cuándo nos sale la cita, trabajar y después de ahí pagar un avión o montarnos en el tren como sea, pero la necesidad de llegar a Estados Unidos es mucha, pero depende de la suerte o el azar, porque a muchas personas las han devuelto y aquí en México siempre ha sido muy jodido, tenemos una semana en Oaxaca y aquí es donde nos han tratado peor”, dice sin dudas.

Detenciones del Instituto Nacional de Migración en Oaxaca:

13 mil personas en 2021

52 mil personas en 2022

170 mil personas de enero a septiembre de 2023

 

LA PROTESTA:

El 14 de septiembre de 2023 vecinos de la Colonia Libertad, cercana a la Central de Abasto, interrumpieron parte de la vialidad en el Periférico para externar su rechazo a la presencia de migrantes que acampaban sobre lo que fueron las vías del tren.

 

EL DESALOJO:

El jueves 9 de noviembre autoridades federales, estatales y municipales implementaron un operativo para que migrantes dejaran de ocupar el Jardín Morelos y el Parque Húzares como lugares para acampar. 

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