La falta de sensibilización para respetar a las personas con una identidad de género distinta al sexo con el que nacieron y la ausencia de protocolos para garantizar el respeto a sus derechos, hacen que las escuelas se conviertan en uno de los espacios donde se les violenta.
Sin el acompañamiento de una madre o padre, visibilizar este tipo de violencias es más complejo, lo que explica porqué la Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del Poder Ejecutivo, sólo tenga cuatro quejas en este sentido, de acuerdo con lo que explicó su titular, Flor Estela Morales Hernández.
“A nivel educación básica hace falta sensibilización del sector educativo. Al Gobierno del Estado le han hecho llegar varias solicitudes de queja. Hay un gran trabajo y un reto por las adolescencias trans, un tema que causa escozor”, lo que provoca que crezcan en un contexto de violencia que se normaliza.
Consideró que adicional a los cuatro casos de queja que tienen documentados, “seguramente hay más” porque el subregistro se mantiene por el adultocentrismo que ha hecho mucho daño a las infancias, a quienes se les niega su derecho a una identidad de género.
“Muchas veces ni los padres ni madres están familiarizados con las infancias o adolescencias trans y eso hace más difícil la denuncia, los casos que llegan a la dependencia es porque tienen un acompañamiento, por eso hay un subregistro”, insistió.
Entre las cuatro denuncias que tan sólo en este año ha iniciado la Coordinadora por violencias ejercidas en espacios escolares, se encuentre el caso de una maestra que señalaba a una de sus alumnas como lesbiana por las muestras efusivas de cariño que manifestaba con una compañera.
En otro caso, en un bachillerato de la región de la Cañada a un alumno se le permitió portar falda como parte de su uniforme, pero se enfrentó a burlas de sus compañeros y también por parte de docentes.
Cuando una persona se identifica con el género contrario al sexo con el que nacieron, se presenta la transexualidad y se denominan como trans.
