El 14.4 por ciento de nacimientos registrados durante el 2022 en Oaxaca ocurrieron en una niña o una adolescente que se convirtió en madre antes de cumplir los 20 años, a quienes se les vulneraron sus derechos sexuales, reproductivos, de salud y de educación, limitando su buena calidad de vida.
Doce niñas de 10 años, diez niñas de 11 años y doce niñas de 12 años se convirtieron en madres antes de terminar la escuela primaria, aunque al menos cuatro ni siquiera tuvieron la oportunidad de iniciarla.
Son 232 menores de 15 años y 8 mil 335 adolescentes de 15 a 19 años quienes acudieron a una oficialía del Registro Civil durante el 2022 a asentar el nacimiento de un hijo o una hija, año en el que en Oaxaca se asentaron 59 mil 348 nacimientos.
A pesar de que desde junio de 2019 entró en vigor la reforma al artículo 148 del Código Civil Federal para impedir que una menor de 18 años contraiga matrimonio, 112 niñas y adolescentes que no habían cumplido la mayoría de edad reportaron estar casadas, como se asienta en la Estadística de Nacimientos Registrados (ENR) 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Además, otras dos mil 690 menores de 18 años con una hija o hijo dijeron vivir en unión libre y otras once se reconocían como viudas antes de haber llegado a la mayoría de edad.
Violación de derechos
Para la secretaria ejecutiva del Sistema Local de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes del Estado, Alma Bautista Ramos, el embarazo en niñas y menores de edad es un problema “normalizado” que enfrentan muchas sociedades y que incluso se les estigmatiza y se les responsabiliza de ese hecho.
Sin embargo, se debe tener claro que todo embarazo en una menor de edad es un abuso si el padre es un hombre mayor de edad: “A mi parecer es una violación a sus derechos humanos porque no existe un consentimiento previo, eso nos habla de abusos sexuales y otro tipo de violencias estructurales que sufren las niñas y adolescentes”.
Cuando el embarazo se da entre pares, es decir una niña o niño con adolescente que no han cumplido los 18 años, implica una serie de negligencias como la falta de conocimiento de sus derechos y acceso a salud reproductiva.
Veintitrés años después de que Tania se convirtió en madre a los 16 años de un hombre diez años mayor que ella, ese embarazo no lo reconoce como un abuso sexual, pero si tiene clara la estigmatización que enfrentó por parte de la familia de su pareja:
“Al principio me fui a vivir con él, pero su mamá no me quería, me repetía que yo era la culpable de haberme embarazado, pero fue la única pareja que tuve, seis años después tuve un segundo hijo, pero hace cuatro años me separé de mi esposo”, resalta una mujer de 39 años que no se arrepiente de haber sido madre tan joven porque ahora puede cuidar a su nieto de tres años mientras su hija de 21 años concluye su formación profesional.
“Mi mamá era muy exigente porque se separó de mi papá, no me dejaba tener novio y creo que eso influyó mucho para que yo me embarazara cuando apenas empezaba a estudiar la carrera”, recuerda una mujer que renunció a su aspiración de ser educadora.
Sin preverlo ni imaginarlo, 18 años después la historia de un embarazo no planeado se repitió en su hija Lorena, con la diferencia de que Tania no dudo en apoyarla para que siga estudiando.
“Cuando ella me dijo que le urgía hablar conmigo, sabía de lo que se trataba, no lo tomé a mal, a diferencia de mi esposo que tontamente no quería recibirla en la casa y se negaba a apoyarla”, pero Tania se aferró a cuidar a su nieto cuando después de la pandemia por COVID-19 Lorena retomó las clases presenciales.
“Mi hija es muy inteligente, está becada y gracias a eso puede ayudar a su pareja a responsabilizarse de los gastos de mi nieto, todo el tiempo está pendiente de sus tareas en el preescolar, ayuda aunque esté a distancia y yo le pido que se supere para darle una mejor educación a su hijo, porque no será lo mismo si ella no concluye una carrera”, dice Tania con la conciencia de que sin una profesión sus ingresos son limitados.
A Tania no le importa dormir tres horas si salió de madrugada del restaurante donde trabaja para alistar a su nieto con la ayuda de su hijo de 14 años y su madre, quien se asombra que a veces se pone los zapatos al tiempo que come algo y atiende el teléfono porque en el restaurante del que se encarga le están haciendo un pedido.
“Yo no lo hago por ningún agradecimiento, mi única satisfacción es que termine la carrera para que tenga un buen futuro y pueda solventar los gastos, para que no se aguante a lo que el hombre le haga ni dependa económicamente de él”, afirma orgullosa de que desde los cuatro años que lleva separada de su esposo no hay quién le limite lo que laboral o familiarmente desea hacer.
Un problema nutrido por la visión machista
En diferentes país, incluido México, este martes 26 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, pero el objetivo de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA) de erradicar los embarazos infantiles y disminuirlos en las adolescentes de 15 a 19 años en Oaxaca todavía no se ve posible, pues tan sólo en 2022 se presentaron 3 mil 378 nacimientos registrados en madres menores de 17 años, 262 de las cuales tenían entre diez y 14 años.
Al respecto, la secretaria ejecutiva del Sistema Local de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes del Estado, Alma Bautista Ramo, pide mantener una visión crítica y con una perspectiva de enfoque de derechos humanos que no se ubique en el adultocentrismo sobre esta problemática que atiende a una lógica machista, de poder y en el que la mujer es un objeto que se sexualiza y se le recrimina su capacidad gestante, sin tener aún la madurez para ser madre.
