En un mundo donde la seguridad debería ser un derecho fundamental, las estadísticas revelan una preocupante realidad: mujeres y niñas enfrentan un riesgo significativamente mayor de sufrir violencia, e incluso la muerte, a manos de personas con las que tienen vínculos cercanos.
Esta problemática, que a menudo se oculta en las sombras de la vida cotidiana, es motivo de profunda inquietud y requiere una atención urgente, señaló María del Rosario Martínez, presidenta del Grupo de Estudios Sobre la Mujer Rosario Castellanos (GESMujer).
Las cifras de feminicidios recopiladas por la organización feminista indican que, en el estado de Oaxaca del 1 de enero al 18 de septiembre de 2023, se contabilizaron 71 casos de mujeres asesinadas. Estas estadísticas alarmantes indican que el avance en la lucha contra esta violencia no ha sido suficiente.
El seguimiento hemerográfico realizado por el grupo revela datos preocupantes. El 13% de los casos de feminicidio se atribuye a la pareja de la víctima, ya sea esposo, conviviente, novio o expareja.
Además, el 11% de las mujeres asesinadas fueron víctimas de otros miembros de su propia familia como padres, hermanos, tíos, padrastros, hijos, nietos, yernos, primos o hijos adoptivos. Esto significa que, muchas mujeres y niñas están muriendo a manos de personas con las que deberían sentirse seguras en sus propios hogares, destacó.
Sin embargo, es importante enfatizar que el 76% de los casos no especifica quién fue el agresor. Esto plantea la posibilidad de que muchas de estas tragedias estén relacionadas con la violencia sexual perpetrada por personas desconocidas para las víctimas.
También se deben considerar los crímenes de odio relacionados con la orientación sexual o la identidad de género, así como las consecuencias indirectas de conflictos armados, bandas criminales, tráfico de personas y otras formas de crimen organizado.
En este contexto, el grupo "Rosario Castellanos" hizo un llamado urgente a no permitir la normalización y aceptación de actos degradantes contra mujeres y niñas pues no solo atentan contra la vida y la integridad de las mujeres, sino que también envían un mensaje peligroso a la sociedad de que la vida y la dignidad de las mujeres no tienen el mismo valor que la de otros miembros de la sociedad.
