Como en el 82.4% de la población inscrita en el nivel primaria, en el ciclo escolar 2021-2022 era Alejandra quien, entre la contabilidad para un despacho particular, brindó ayuda a su hijo Leonardo, aunque, a veces, con poca paciencia por el desgaste que a ambos les provocó la saturación de tarea.
“Yo siento que fui la peor madre en ese momento, perdía el control, me desesperaba porque la última profesión que hubiera elegido era la de maestra y terminé siendo la de mi hijo porque su profesor con frecuencia encontraba una justificación para cancelar una de las dos sesiones a distancia que no incluía asesoría con las tareas semanales que mandaba”, recuerda una mujer que desde los 23 años se ha desempeñado como contadora pública.
Si no hubiera trabajado en un pequeño despacho que le permitió trasladar su carga laboral a casa, Alejandra no sabe cómo hubiera mantenido la casa de la que es jefa, la crianza de su hijo y ser la maestra sustituta en un sistema educativo que desde marzo de 2020 paralizó su modalidad presencial por la pandemia de COVID-19.
La Encuesta Nacional de Acceso y Permanencia en la Educación (ENAPE) 2021, cuyos resultados recién son dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), recabó datos de la población de 3 a 29 años inscrita en el ciclo escolar 2021-2022, cuando sólo 28.1% acudía a actividades escolares de forma presencial
La familia de Alejandra y Leonardo es parte del 95.6% de la población que contó en su vivienda con celular inteligente, pero también del 77.5% que tiene televisión digital, del 50.9% con computadora y 22.7% con tableta.
La encuesta se realizó a través de entrevistas telefónicas a una muestra aleatoria de 145 mil 15 números. Tanto en el nivel preescolar, como en el de primaria y secundaria la principal figura de apoyo fue la madre, siendo en mayor proporción conforme el o la estudiante tenía menor edad.
Paola, quien por ser madre soltera también era el único apoyo para que su hija Mía concluyera el primer grado sabiendo leer, necesitó recurrir a una profesora particular que le ofreció dos sesiones de dos horas semanales porque sentía que era un impedimento para lograr un avance.
Pero como Paola y Mía, apenas el 9.5% de la población de primaria pudo tener asesorías o clases adicionales para regularización.
